Nogueras es ciencia ficci¨®n
La sobreactuaci¨®n melodram¨¢tica de la portavoz de Junts en el Congreso permite entender de qu¨¦ va esto
Quien se empe?e en leer la pol¨ªtica espa?ola como una confrontaci¨®n racional de ideas y argumentos acabar¨¢ noqueado. Esto es literatura, puritita ficci¨®n, y Miriam Nogueras ha dado un soberbio espect¨¢culo narrativo de disrupci¨®n y vanguardia. La portavoz de Junts va a pasar a la historia de las artes parlamentarias por haber consolidado un salto narrativo: con ella, la ficci¨®n pol¨ªtica se ha especializado en la ciencia ficci¨®n. La distop¨ªa que ha inventado en la tribuna es digna de un Philip K. Dick, y como en el novelista norteamericano, es dif¨ªcil distinguir la fabulaci¨®n genuina del delirio involuntario. Si no se cree lo que dice, es una novelista portentosa. Si lo cree, es un caso de estudio. Que el Congreso haya entrado en una fase cu¨¢ntica, con una ley de amnist¨ªa que existe y no existe a la vez, solo amplifica esa sensaci¨®n de irrealidad.
Es una pena que sus intervenciones se pierdan en el rugido de las leyes, porque merecen una escucha atenta. No tanto por la calidad del relato en s¨ª, sino porque su sobreactuaci¨®n melodram¨¢tica permite entender de qu¨¦ va esto. Ya no se trata de convencer ni persuadir, sino de hacer comulgar con dogmas de fe, agrupar a los fieles y se?alar a los herejes.
La Espa?a fant¨¢stica de Miriam Nogueras es muy interesante: un pa¨ªs mordoriano cuyo nombre no hay que pronunciar nunca. Se dice Estado espa?ol como los personajes de Hogwarts dicen quien t¨² sabes para referirse a Voldemort. Un pa¨ªs que ¡°no est¨¢ preparado para romper con el franquismo¡± y persigue a los independentistas por el hecho de serlo. Que una independentista como ella sea diputada, viva en plenitud de derechos civiles, haga uso de la tribuna parlamentaria en la lengua que le da la gana y sea capaz de apretar las tuercas al Gobierno de ese siniestro Leviat¨¢n no deber¨ªa despistarnos ni romper lo que los escritores llamamos la suspensi¨®n de la incredulidad. Gracias a sus gestos, su mirada tr¨¢gica y su declamaci¨®n de copla con quej¨ªo, logra convencernos de que vive sometida y encadenada por las fuerzas oscuras del terror espa?ol.
Como el PSOE no vot¨® sus enmiendas, puede entenderse que el Gobierno ha dejado de creerse ese cuento. Al menos, su parte m¨¢s rid¨ªcula, esos rep¨¢mpanos churriguerescos de los ¨²ltimos berrinches de Junts, demasiado indigestos hasta para los est¨®magos m¨¢s benevolentes. No hay que hacerse ilusiones: si algo le sobran a Nogueras son lectores cr¨¦dulos, encantados de saberse v¨ªctimas de un Estado espa?ol asesino. Al final de este cap¨ªtulo no pone fin, tan solo continuar¨¢.
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