Nacionalismo tomatero
Agitar la bandera contra el otro puede venir bien para ganar votos o popularidad, pero no para la convivencia entre europeos
No hay d¨ªa sin batalla. Despu¨¦s de una semana en la que hemos sido blanco de acusaciones atroces sobre los males que hemos provocado las mujeres en el periodismo, parece que hoy toca ponerse el casco y salir a defender la calidad del tomate nacional. Y no somos sus portavoces, claro, pero no es cuesti¨®n de pasar por alto el ataque populista que desde Francia se ha hecho a la huerta espa?ola. Vamos a ver. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando?
Esta vez no han sido camioneros enfadados con la verdura m¨¢s barata que llega del sur o los ultranacionalistas de Le Pen que quieren levantar bandera de los sufrimientos del campo franc¨¦s, sino una exministra socialista, S¨¦gol¨¨ne Royal, quien ha atacado al tomate biol¨®gico espa?ol como si hubiera hecho una cata nacional que le invistiera de autoridad para emitir su veredicto: tomate, culpable. En otras palabras: incomible.
La infantilizaci¨®n a la que est¨¢ llegando la pol¨ªtica, esa pol¨ªtica de vuelo gallin¨¢ceo, no encuentra l¨ªmites. Sab¨ªamos que el f¨²tbol canaliza las enemistades nacionales, pero que lo haga el tomate es caer demasiado bajo. Acusar a los profesionales y productos de otro pa¨ªs y buscar culpables de fuera es agitar demonios xen¨®fobos y, sobre todo, un populismo que no nos merecemos.
Royal y quienes acusan a Espa?a saben perfectamente que todos los agricultores de la UE se enfrentan a las mismas exigencias a la hora de cultivar. Tambi¨¦n saben que hacerlo puede venir bien al negocio de los votos o la popularidad, pero no aporta nada al de la convivencia bajo techo europeo. Por exabruptos as¨ª lanzados por pol¨ªticos, por pensamientos baratos de este tipo, creci¨® el esp¨ªritu del Brexit, del que hoy una mayor¨ªa de brit¨¢nicos se arrepienten.
Los problemas del campo merecen ser abordados desde la preocupaci¨®n por los trabajadores del sector, por la calidad de nuestra alimentaci¨®n y por los criterios de una explotaci¨®n sostenible, faltar¨ªa m¨¢s. Pero no desde un nacionalismo irresponsable que solo conviene a los intereses de corta mira, nunca a los colectivos.
Los agricultores viven con dificultades los acuerdos para importar desde pa¨ªses como Australia, Nueva Zelanda, Kenia, Chile, India, Marruecos o las negociaciones de Mercosur. Y es cierto que cualquier pacto debe incluir un nivel de exigencia equivalente. Extender protestas y reivindicaciones es un camino leg¨ªtimo en busca de mejores condiciones. Pero se?alar y afear al otro no es la v¨ªa. El bolsillo es el bolsillo. Pero el nacionalismo y la identidad son otra cosa. ?No ser¨¢ mejor no confundirlo? Y Royal no es tan importante, pero es s¨ªntoma de un momento. Un momento complicado. @bernagharbour
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