Sacrificar a Biden para salvar la democracia estadounidense
El peligro de una victoria de Trump que deslice a EE UU hacia una dictadura es real, y las encuestas indican que el presidente no tiene suficiente apoyo para frenarlo. Los dem¨®cratas est¨¢n a tiempo de buscar un candidato m¨¢s convincente
Tras sus victorias en las primarias de Iowa y New Hampshire, Donald Trump ser¨¢ con toda seguridad el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos en las elecciones del pr¨®ximo noviembre, y las encuestas le dan una ligera ventaja sobre Joe Biden. Su regreso a la Casa Blanca podr¨ªa significar la sentencia de muerte de la democracia americana.
En el poder entre 2017 y 2021, Trump puso a prueba los l¨ªmites. Si fue inicialmente un s¨ªntoma de la crisis que aflige a nuestra democracia, Trump se ha convertido ahora en su fuerza motriz. Profundiz¨® las divisiones existentes entre los estadounidenses, acelerando la peligrosa polarizaci¨®n del pa¨ªs; rebaj¨® el nivel del debate p¨²blico con sus mentiras e improperios. Pas¨® por alto las reglas fundamentales de la democracia, empezando por el respeto a los controles y equilibrios del poder. Y, sobre todo, tras perder las ¨²ltimas elecciones presidenciales, intent¨® por todos los medios impedir el traspaso pac¨ªfico del poder, culminando en una insurrecci¨®n de sus partidarios el 6 de enero de 2021.
Si la democracia estadounidense ha resistido a pesar de todo el primer mandato de Trump, se debe en parte a que lleg¨® a la Casa Blanca sin estar preparado, sorprendido ¡ªcomo todos nosotros¡ª por su propia elecci¨®n. Confi¨® los puestos clave a personas experimentadas del establishment conservador, que actuaron como salvaguardas, atemperando con ¨¦xito sus instintos m¨¢s radicales durante a?os. Solo al final de su mandato, tras su derrota electoral, se rode¨® de aduladores dispuestos a destruirlo todo para mantenerlo en el poder. Y si escapamos a esta ¨²ltima embestida fue gracias a la fortaleza de las instituciones y a una arraigada tradici¨®n democr¨¢tica, pero sobre todo a unos l¨ªderes republicanos que demostraron tener la fuerza suficiente para plantarle cara, como los que se negaron a ¡°buscarle 11.000 votos¡± en Georgia. Su hasta entonces leal vicepresidente Mike Pence se neg¨® a invalidar los resultados.
Esta vez, si Trump resulta elegido, las cosas ser¨¢n muy diferentes. Lleva tres a?os rumiando su rencor y preparando su ¡°venganza¡±. Dentro de una red de grupos bien financiados, como la poderosa Heritage Foundation, sus partidarios han perfeccionado su programa y elaborado listas de miles de posibles reclutas para sustituir a otros tantos funcionarios de carrera: Trump podr¨¢ empezar a aplicar, desde el primer d¨ªa, una pol¨ªtica extremista y una ofensiva sin cuartel contra las instituciones democr¨¢ticas que hab¨ªan obstaculizado su poder.
Trump no oculta su intenci¨®n de ejercer el poder del Estado contra sus ¡°enemigos¡±, como afirm¨® ante la Conservative Political Action Conference : ¡°Soy vuestro guerrero. Soy vuestra justicia. Y para aquellos que han sido agraviados y traicionados: yo soy vuestra venganza¡±. Para ello, empezar¨¢ por someter al Departamento de Justicia, que supervisa a los 93 fiscales de Estados Unidos, a su direcci¨®n pol¨ªtica, invirtiendo una norma ¨¦tica establecida tras el esc¨¢ndalo Watergate, cuando el presidente Richard Nixon utiliz¨® este ministerio para perseguir a sus oponentes pol¨ªticos. Pero Trump, quien describe sus cuatro causas penales actuales (dos por intentos de subvertir la democracia, otra poner en peligro secretos de seguridad nacional y otra por falsificar documentos comerciales en un pago secreto a la actriz pornogr¨¢fica Stormy Daniels) como pruebas de una venganza pol¨ªtica, no dudar¨¢ en utilizar el ministerio para iniciar investigaciones contra sus oponentes. ¡°Es una cosa de pa¨ªs tercermundista, ¡®mete a tu oponente en la c¨¢rcel¡¯¡±, denunci¨® Trump. ¡°Y eso significa que yo tambi¨¦n puedo hacerlo¡±. En concreto, dijo que nombrar¨ªa a ¡°un verdadero fiscal especial para ir a por¡± el presidente Biden y ¡°toda la mafia de Biden¡±. En cambio, es casi seguro que conceder¨ªa la amnist¨ªa a todos los insurgentes del 6 de enero, y no cabe duda de que abusar¨ªa de su cargo para bloquear los procesos penales federales en su contra.
Aunque es generalmente ilegal utilizar al ej¨¦rcito para hacer cumplir la ley en suelo estadounidense, Trump tiene al parecer la intenci¨®n de invocar la Ley de Insurrecci¨®n de 1792 para convertir al ej¨¦rcito en una fuerza policial personal, someter a quienes puedan protestar y hacerse cargo de la lucha contra la delincuencia en ciudades y Estados gobernados por dem¨®cratas. Anunci¨® su intenci¨®n de crear vastos campos de detenci¨®n para inmigrantes indocumentados. Porque, dijo, los inmigrantes est¨¢n ¡°envenenando la sangre de nuestro pa¨ªs¡±.
Todo esto ha llevado a muchos estadounidenses a dar la voz de alarma. Estados Unidos ¡°camina son¨¢mbulo hacia la dictadura¡±, afirma Liz Cheney, l¨ªder de los republicanos moderados. Tambi¨¦n Joe Biden centra cada vez m¨¢s sus discursos en la amenaza que Trump supone para la democracia.
El peligro de su elecci¨®n es, en efecto, muy real. Las cuatro causas penales contra Trump ya han da?ado sus ¨ªndices de aprobaci¨®n entre los votantes independientes e indecisos, pero es posible que solo el caso del pago a Daniels, el menos relevante, llegue a juicio antes de las elecciones. En cualquier caso, cabe recordar para los no estadounidenses, una condena no lo inhabilitar¨ªa. En teor¨ªa, Trump podr¨ªa ser inhabilitado en virtud de la Enmienda 14 de la Constituci¨®n, adoptada tras la Guerra Civil, que proh¨ªbe a los antiguos funcionarios implicados en ¡°insurrecciones¡± (como los disturbios del 6 de enero) volver a ocupar cargos p¨²blicos. Pero el Tribunal Supremo, de mayor¨ªa conservadora, se resistir¨¢ seguramente a intervenir y sustituir al electorado estadounidense.
Y el electorado, si no quiere a Trump, tampoco quiere a Biden, a pesar de sus buenos resultados econ¨®micos. En un pa¨ªs profundamente dividido, donde la participaci¨®n electoral ronda solamente el 55%-60%, la movilizaci¨®n ser¨¢ esencial el d¨ªa de la votaci¨®n, pero Biden no despierta el mismo entusiasmo entre sus votantes que Trump. Su complicidad con Israel le costar¨¢ muchos votos entre los negros y los j¨®venes, as¨ª como en las comunidades ¨¢rabe y musulmana, decisivas para su victoria en 2020 en varios Estados clave. Sobre todo, los estadounidenses, incluidos la mayor¨ªa de los dem¨®cratas, consideran a Biden demasiado viejo f¨ªsica y mentalmente para gobernar cinco a?os m¨¢s. El devastador informe del 8 de febrero de un fiscal especial que retrat¨® Biden como ¡°un simp¨¢tico anciano bienintencionado con mala memoria¡±, y su repuesta p¨²blica en la cual cometi¨® varias meteduras de pata, han abierto finalmente un debate p¨²blico sobre su posible remplazo como candidato de su partido.
A trav¨¦s de las primarias en las que se presenta sin oposici¨®n seria, Biden habr¨¢ acumulado casi todos los delegados para la convenci¨®n dem¨®crata en agosto que nombrar¨¢ el candidato. Por tanto, s¨®lo podr¨ªa ser sustituido si acepta retirarse, lo que ¡ªpor el momento¡ª no parece dispuesto a hacer. Y ning¨²n dem¨®crata de peso ha querido romper filas por temor a debilitarlo a¨²n m¨¢s. Pero el problema de su agudeza mental no desaparecer¨¢. La estrategia de campa?a de limitar sus apariciones para evitar m¨¢s errores no puede tener ¨¦xito a largo plazo y solo le impide movilizar apoyos. Voces influyentes est¨¢n urgiendo a l¨ªderes del partido como Barack Obama que pidan a Biden que se haga a un lado por el bien del pa¨ªs. Esto llevar¨ªa a una convenci¨®n abierta por primera vez en d¨¦cadas, que podr¨ªa resultar ca¨®tica pero que dar¨ªa a los dem¨®cratas la oportunidad de presentar un candidato m¨¢s convincente y con m¨¢s posibilidades de ganar en noviembre.
El futuro de la democracia americana est¨¢ en juego.
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