Israel, ante los tribunales internacionales
Dos procesos en marcha intentan dilucidar si en Gaza se est¨¢ cometiendo un genocidio
La historia es prol¨ªfica en iron¨ªas crueles, que convierten a las v¨ªctimas en verdugos, a los oprimidos en opresores y a los antifascistas en fascistas, unas metamorfosis perturbadoras que no suelen aceptar de buen grado quienes las sufren, pues ven atacada su buena conciencia y destruida el aura ang¨¦lica de la condici¨®n inicial bajo la que han actuado siempre. Ahora pesa sobre Israel, pa¨ªs fundado por las v¨ªctimas del genocidio m¨¢s caracter¨ªstico del siglo XX, la sospecha de que puede haber cometido cr¨ªmenes como los que le otorgaron una merecida legitimidad en sus aspiraciones de una patria ...
La historia es prol¨ªfica en iron¨ªas crueles, que convierten a las v¨ªctimas en verdugos, a los oprimidos en opresores y a los antifascistas en fascistas, unas metamorfosis perturbadoras que no suelen aceptar de buen grado quienes las sufren, pues ven atacada su buena conciencia y destruida el aura ang¨¦lica de la condici¨®n inicial bajo la que han actuado siempre. Ahora pesa sobre Israel, pa¨ªs fundado por las v¨ªctimas del genocidio m¨¢s caracter¨ªstico del siglo XX, la sospecha de que puede haber cometido cr¨ªmenes como los que le otorgaron una merecida legitimidad en sus aspiraciones de una patria segura donde vivir en paz. Y pesa en los m¨¢s altos tribunales, no en el tosco y casi siempre despreciable comercio de la ret¨®rica pol¨ªtica.
Son dos los procesos en marcha ante el Tribunal Internacional de Justicia, instados por mayor¨ªas abrumadoras de la Asamblea General de Naciones Unidas, en los que se trata de dilucidar si en Gaza se est¨¢ cometiendo un genocidio y en el conjunto de los territorios palestinos ocupados el crimen internacionalmente tipificado como de apartheid. Aunque son resoluciones meramente consultivas, su valor pol¨ªtico y sobre todo reputacional est¨¢ fuera de discusi¨®n.
Tras la primera vista, celebrada en enero, aunque el tribunal impuso unas medidas cautelares para evitar que se cometa un genocidio, no entr¨® en el fondo de la demanda. No hay datos que corroboren el cumplimiento de las ¨®rdenes del tribunal, al que debe rendir cuentas a finales de febrero el Gobierno de Netanyahu. La segunda vista, ahora en marcha, con intervenci¨®n oral de 51 pa¨ªses, responde a la solicitud de un dictamen sobre las consecuencias jur¨ªdicas de la violaci¨®n del derecho del pueblo palestino a la autodeterminaci¨®n, la ocupaci¨®n y anexi¨®n de territorio y la modificaci¨®n de la composici¨®n demogr¨¢fica y del estatuto de Jerusal¨¦n.
Israel acudi¨® a la primera vista p¨²blica motivado e indignado por la acusaci¨®n de genocidio, pero no se ha dignado comparecer a la segunda. S¨ª ha querido acudir EE UU, pocas horas despu¨¦s de su veto a la resoluci¨®n del Consejo de Seguridad que exig¨ªa el alto el fuego inmediato en Gaza. Esta vez tambi¨¦n para oponerse a un fin inmediato de la ocupaci¨®n si no se garantiza a la vez la seguridad de Israel. No fue una defensa cerrada de la posici¨®n de Israel, pues mostr¨® su rechazo a la ocupaci¨®n permanente de territorios por la fuerza y defendi¨® una negociaci¨®n que conduzca a los dos Estados.
Palestina se ha convertido en la piedra de toque del sistema de Naciones Unidas y del derecho internacional. No hay forma de justificar sin avergonzarse esa doble vara de medir cada vez m¨¢s visible y descarnada. Hay un abismo que se ensancha con la guerra y el boicot reiterado al cumplimiento de las resoluciones internacionales sobre Palestina por parte de Israel y EE UU, dos pa¨ªses considerados por tantos conceptos como ejemplares. Solo los reg¨ªmenes m¨¢s tir¨¢nicos pueden alegrarse de tanta impotencia.