Dios, Darwin y Pedro S¨¢nchez
La duda no es solo por qu¨¦ se se?ala ¨²nicamente a ?balos cuando hay otras figuras relevantes implicadas, sino d¨®nde termina la cadena
Pedro S¨¢nchez es presidente del Gobierno gracias a una transacci¨®n corrupta: la promesa de impunidad a unos delincuentes a cambio de su voto para la investidura. Como el proc¨¦s, se hace a plena luz del d¨ªa y, a la manera de una mu?eca rusa, incluye otras corrupciones. Frente a esa variante posmoderna, el caso Koldo es un ejemplo de corrupci¨®n tradicional. La reacci¨®n del PSOE ha sido ca¨®tica, impulsada por el p¨¢nico. La trama, con su carga de costumbrismo chabacano, debilita el discurso anticorrupci¨®n, argumento de la moci¨®n de censura que llev¨® a S¨¢nchez al poder; siembra dudas sobre la gesti¨®n de la pandemia; afecta a colaboradores directos del presidente del Gobierno. Koldo Garc¨ªa lleg¨® de la mano de Santos Cerd¨¢n, S¨¢nchez cuenta en sus memorias que fue el que custodi¨® los avales de su candidatura en las primarias, era asesor del ministro de Transportes y secretario de organizaci¨®n del PSOE, y las compras afectan a otros ministerios, adem¨¢s de las comunidades aut¨®nomas de Baleares y Canarias.
El Gobierno balear (dirigido por la actual presidenta del Congreso) carg¨® a los fondos europeos 3,7 millones de euros en mascarillas de la trama sabiendo que eran defectuosas y solo reclam¨® la mayor parte del dinero un d¨ªa antes de ser desalojado del poder; seg¨²n ha contado El Mundo, el Gobierno canario (presidido por el actual ministro de Pol¨ªtica Territorial y Memoria Democr¨¢tica) modific¨® los contratos de las mascarillas para pagarlos con fondos europeos. Entre las maniobras de distracci¨®n est¨¢n los ataques falaces al hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid y las presiones sobre Jos¨¦ Luis ?balos. Entre los gestos, comisiones de investigaci¨®n en el Senado y el Congreso, donde el PP y el PSOE har¨¢n la autocr¨ªtica a su adversario.
?balos no aparece de momento mencionado en la investigaci¨®n. Dimitir, como ha explicado ¨¦l mismo, implicar¨ªa aceptar una culpabilidad. Se le ped¨ªa un sacrificio: un chivo expiatorio para unos, una pieza de caza (menor) para otros. La dimisi¨®n no era por asumir responsabilidades, sino para evitar que las tengan que asumir tambi¨¦n otros. Se justificaba en la idea extravagante de la responsabilidad in vigilando: en ese caso, la duda no es solo por qu¨¦ se se?ala ¨²nicamente a ?balos cuando hay otras figuras relevantes implicadas, sino d¨®nde termina la cadena. Si ?balos es responsable de Koldo, alguien es responsable de ?balos. La transitividad nos llevar¨ªa a Dios o Darwin, pero antes llegar¨ªamos al presidente del Gobierno y secretario general del partido.
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