Milei, sin perspectiva
El presidente argentino proh¨ªbe el lenguaje inclusivo y se sirve de la guerra cultural destinada al sector m¨¢s radical de sus votantes
El Gobierno de Javier Milei anunci¨® esta semana que prohibir¨¢ el lenguaje inclusivo y ¡°todo lo referente a la perspectiva de g¨¦nero¡± en la Administraci¨®n p¨²blica argentina. A falta de concreci¨®n de la medida, m¨¢s all¨¢ de la eliminaci¨®n del g¨¦nero gramatical femenino en los documentos oficiales, el mensaje del presidente ultra tiene un profundo calado pol¨ªtico. Milei, que adelant¨® la decisi¨®n a trav¨¦s de su portavoz, Manuel Adorni, abraza as¨ª por completo la guerra cultural emprendida por los sectores m¨¢s recalcitrantes de la extrema derecha contra la igualdad de g¨¦nero y las conquistas del movimiento feminista. El idioma siempre es el punto de partida para una agenda m¨¢s amplia que amenaza derechos y libertades.
La prohibici¨®n coincide con algunas declaraciones p¨²blicas del pol¨ªtico, que ha cargado en repetidas ocasiones contra lo que considera el ¡°adoctrinamiento¡± o el ¡°marxismo cultural¡± del peronismo. Sin embargo, la medida choca frontalmente con el ideario que el actual mandatario exhibi¨® primero como economista autodenominado ¡°libertario¡± y despu¨¦s como candidato. Milei lleg¨® a afirmar a prop¨®sito de la identidad de g¨¦nero: ¡°?Te quer¨¦s percibir como un puma? Hacelo, a m¨ª me da lo mismo¡±. El comentario fue interpretado en su momento como una garant¨ªa de respeto a la libertad de las opciones personales. Pero encerraba sobre todo una burla, una provocaci¨®n, lejos de la bandera de la libertad que onde¨® en campa?a electoral.
Nadie ha aclarado todav¨ªa a qu¨¦ se refer¨ªa el portavoz presidencial al hablar de eliminaci¨®n de ¡°todo lo referente a la perspectiva de g¨¦nero¡±. No obstante, los argentinos ya est¨¢n acostumbrados a las hip¨¦rboles ret¨®ricas de su gobernante. Esa estrategia, ampliamente empleada por l¨ªderes populistas de ultraderecha como Donald Trump o Jair Bolsonaro, tiene un doble prop¨®sito: por un lado, coloca un mensaje ideol¨®gico que sirve para agradar al sector m¨¢s radical de los votantes; y, por otro, genera un ruido que envilece el debate pol¨ªtico, pero que al mismo tiempo resulta ¨²til para terminar imponiendo una agenda. Y, de paso, coloca el debate lejos de los efectos de sus ¡°milagrosas¡± recetas econ¨®micas.
Milei vive de la confrontaci¨®n constante: contra el Estado, contra el peronismo, contra el del lenguaje inclusivo (hasta De Gaulle se dirig¨ªa a la naci¨®n al final de los a?os sesenta como ¡°francesas y franceses¡±, no sabemos a qu¨¦ ¨¦poca remota quieren llevarnos a qu¨¦ ¨¦poca quieren llevarnos los nuevos adalides de la libertad). En lugar de emprender estas batallas retr¨®gradas y discriminatorias, cada d¨ªa resulta m¨¢s urgente y necesario que el Gobierno argentino se centre en los enormes desaf¨ªos que tiene el pa¨ªs, como el de combatir la crisis econ¨®mica y frenar una inflaci¨®n galopante que aument¨® m¨¢s del 250% en los ¨²ltimos 12 meses.
Algo parecido ocurre con uno de los aliados del economista en Latinoam¨¦rica, Nayib Bukele, que esta semana arremeti¨® contra la perspectiva de g¨¦nero y asegur¨® haberla ¡°sacado de las escuelas¡± de El Salvador. El presidente volvi¨® a ser elegido hace un mes con un apoyo arrollador que se debe, esencialmente, a su mano dura contra las pandillas. La otra cara de la moneda es un preocupante deterioro de los derechos humanos y su ruptura del Estado de derecho. Mientras tanto, la desigualdad y la pobreza, que son las causas estructurales de la delincuencia, todav¨ªa no han sido atendidas.
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