Israel ha perdido la raz¨®n
Es dif¨ªcil asimilar que un r¨¦gimen democr¨¢tico, ¡®uno de los nuestros¡¯, sea capaz de una atrocidad como la que est¨¢ perpetrando en Gaza. No es casualidad que suceda con el Gobierno m¨¢s derechista, nacionalista y autoritario de su historia
La destrucci¨®n de vidas humanas e infraestructuras en Gaza produce incredulidad. En el momento de escribir estas l¨ªneas, se estima que las v¨ªctimas palestinas ya son m¨¢s de 30.000 en un periodo de tan solo cinco meses. El territorio est¨¢ siendo arrasado y las condiciones de vida de la poblaci¨®n en la franja son extremas y cr¨ªticas. ...
La destrucci¨®n de vidas humanas e infraestructuras en Gaza produce incredulidad. En el momento de escribir estas l¨ªneas, se estima que las v¨ªctimas palestinas ya son m¨¢s de 30.000 en un periodo de tan solo cinco meses. El territorio est¨¢ siendo arrasado y las condiciones de vida de la poblaci¨®n en la franja son extremas y cr¨ªticas. Los v¨ªdeos, reportajes y testimonios que llegan sobre lo que all¨ª sucede son de una dureza insoportable. Resulta dif¨ªcil asimilar que un r¨¦gimen democr¨¢tico, uno de los nuestros, pueda llegar a hacer algo as¨ª. La historia reciente ofrece numerosos ejemplos de dictaduras que han cometido atrocidades semejantes o mayores, pero no hay tantos precedentes entre las democracias.
Los datos sobre la opini¨®n p¨²blica israel¨ª son tambi¨¦n estremecedores. El Israel Democracy Institute realiz¨® una encuesta entre los d¨ªas 12 y 15 de febrero con preguntas sobre el conflicto. La muestra se compone de 510 personas que contestaron en hebreo y 102 en ¨¢rabe. Estas cifras reflejan aproximadamente la proporci¨®n de jud¨ªos (73%) y ¨¢rabes israel¨ªes (21%) que viven en Israel, a los que hay que a?adir un 6% de personas que no pertenecen a ninguno de estos dos grupos (estas cifras excluyen a los palestinos de los territorios ocupados). Por razones obvias me centro en las respuestas de los jud¨ªos, que son el grupo dominante y hegem¨®nico en Israel.
Pues bien, el 67,5% se opone a que Israel permita la llegada de ayuda humanitaria (comida y medicamentos) a los residentes de Gaza a trav¨¦s de organizaciones internacionales que no est¨¦n conectadas ni con Ham¨¢s ni con la UNRWA (la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina). Igualmente, el 63% se opone a la idea de que Israel acepte la creaci¨®n de un Estado palestino independiente y desmilitarizado. El 73% piensa que si se creara un Estado palestino, el terrorismo contra Israel no se reducir¨ªa (el 27% cree que se mantendr¨ªa igual y el 44% que ser¨ªa m¨¢s elevado). D¨¦jenme a?adir un solo dato m¨¢s: el 55% est¨¢ en desacuerdo con acabar la guerra mediante un plan de paz que incluya la liberaci¨®n de todos los rehenes, el cese prolongado de los ataques militares con garant¨ªa estadounidense, un acuerdo de paz con Arabia Saud¨ª, la liberaci¨®n de un elevado n¨²mero de prisioneros palestinos, un alto el fuego duradero palestino y un acuerdo para crear un Estado palestino desmilitarizado en el largo plazo.
De todos estos porcentajes, el m¨¢s revelador es el primero de todos, el fuerte rechazo a permitir la llegada de ayuda humanitaria a la poblaci¨®n palestina en Gaza. ?Qu¨¦ puede haber provocado un endurecimiento semejante de las actitudes? Puede pensarse que la respuesta es evidente: el ataque de Ham¨¢s del 7 de octubre, que acab¨® con la vida de 1.139 personas (766 de ellas, civiles). Un ataque sin precedentes en la historia de Israel, la peor matanza de jud¨ªos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, debe recordarse que durante la Segunda Intifada, entre 2000 y 2005, murieron m¨¢s de 1.000 israel¨ªes en ataques terroristas, muchos de los cuales se llevaron a cabo mediante misiones suicidas. Ham¨¢s y otros grupos extremistas palestinos pusieron bombas en restaurantes, autobuses y espacios p¨²blicos. Israel, en su estrategia antiterrorista, mat¨® a casi 5.000 palestinos. Adem¨¢s, construy¨® el muro de separaci¨®n a lo largo de Cisjordania. La Segunda Intifada fue muy traum¨¢tica para la sociedad israel¨ª, probablemente gener¨® m¨¢s miedo e inseguridad que el ataque del 7 de octubre, pero la respuesta, aun siendo dura y terrible, guard¨® una cierta proporcionalidad. Los ciudadanos israel¨ªes no se dejaron arrastrar mayoritariamente por un esp¨ªritu ilimitado de venganza.
Lo que est¨¢ sucediendo ahora es inusitado. Aun siendo cierto que el ataque de Ham¨¢s fue devastador, debe se?alarse que fue posible a causa de un fallo profundo en los sistemas de seguridad de Israel. Con esto no quiero decir que la responsabilidad ¨²ltima recaiga sobre Israel (es evidente que el causante fue Ham¨¢s), sino solamente que el ataque no fue el inicio de una campa?a de ataques de Ham¨¢s, que no tiene ni la infraestructura ni los recursos para entablar una guerra prolongada con Israel. Soy consciente de que no es f¨¢cil decir esto, pero Ham¨¢s, por muy brutal que haya sido su ataque de octubre, no representa una amenaza existencial para Israel. Esto no significa que Israel tenga que resignarse, pero s¨ª que no tiene justificaci¨®n posible la carnicer¨ªa de poblaci¨®n civil que se est¨¢ produciendo en Gaza. Nunca Israel hab¨ªa reaccionado de la manera en que lo est¨¢ haciendo ahora, con total desprecio hacia la dignidad y los derechos humanos de la poblaci¨®n civil en Gaza.
Muchos israel¨ªes reaccionan airadamente ante las cr¨ªticas procedentes del exterior. Consideran que los dem¨¢s no entendemos lo que significa la amenaza del terrorismo palestino o, en el peor de los casos, que somos c¨®mplices de dicho terrorismo. Para ellos, resulta inconcebible que en otros pa¨ªses no compartamos la legitimidad de un ataque indiscriminado para acabar con Ham¨¢s cueste lo que cueste en vidas humanas palestinas y que viola los principios humanitarios m¨¢s b¨¢sicos.
Las razones que alega Israel son muy endebles. No tiene sentido a estas alturas, despu¨¦s de lo que hemos visto, seguir argumentando que Israel solo busca acabar con los miembros de Ham¨¢s y que est¨¢ haciendo un esfuerzo encomiable por seleccionar a sus aut¨¦nticos objetivos. Esto s¨®lo se sostiene sobre el supuesto de que Israel podr¨ªa haber ido a¨²n m¨¢s lejos y exterminar definitivamente a la poblaci¨®n de la Franja. Si ese es el punto de referencia, Israel est¨¢ haciendo un esfuerzo de contenci¨®n, pero nadie puede tomarse en serio una comparaci¨®n as¨ª. Israel es una democracia y no puede violar los derechos humanos como lo est¨¢ haciendo.
Tampoco resulta convincente el recurso a los ¡°escudos humanos¡±: seg¨²n muchos israel¨ªes, la responsabilidad por la muerte de tantos civiles recae sobre los miembros de Ham¨¢s, que se esconden entre la poblaci¨®n. Es la misma excusa que daba ETA para defender sus ataques contra las casas cuartel de la Guardia Civil (en la entrevista de Jordi ?vole a Josu Ternera, este sigue recurriendo a la teor¨ªa de los escudos humanos para eximir a ETA de toda culpa por las muertes de los familiares de los agentes). Si en su d¨ªa fue ofensiva e inaceptable la teor¨ªa de ETA de los escudos humanos, id¨¦ntico juicio deber¨ªamos tener hoy con respecto a su uso por Israel.
Nadie est¨¢ pidiendo a Israel que se mantenga impasible ante un ataque como el del 7 de octubre. Pero la respuesta debe respetar la legalidad internacional, los principios humanitarios y las normas de la guerra. Es penoso contemplar la deriva de la mayor¨ªa de la sociedad israel¨ª. No es casualidad que todo esto est¨¦ ocurriendo con el Gobierno m¨¢s derechista, nacionalista y autoritario que haya tenido Israel desde su creaci¨®n.
La masacre de palestinos no viene acompa?ada de un plan claro de futuro que contribuya a evitar nuevas repeticiones de este conflicto interminable. Lo que nos ense?a la historia es que tras cada ataque sufrido por Israel, este ha respondido con medidas que reducen la viabilidad de una soluci¨®n basada en dos Estados. Nunca, sin embargo, Israel hab¨ªa ido tan lejos como ahora y nunca Israel hab¨ªa perdido la raz¨®n como en esta ocasi¨®n.