Una idea salvadora
Una llave tiene algo de talism¨¢n, de amuleto o reliquia, algo de objeto m¨¢gico: podr¨ªa ser la llave que en su d¨ªa me abriera las puertas del cielo
En uno de los bolsillos de una chaqueta antigua, cuando iba en el metro, encontr¨¦ una llave m¨¢s o menos h¨ªbrida, pues podr¨ªa abrir cualquier cosa. Al volver a casa, la prob¨¦ en todas las puertas y no entraba en ninguna. Deber¨ªa haberla tirado a la basura, pero me resist¨ªa a ello porque una llave es una llave. Una llave tiene algo de talism¨¢n, de amuleto o reliquia, algo de objeto m¨¢gico: podr¨ªa ser la llave que en su d¨ªa me abriera las puertas del cielo. En tal caso, pens¨¦, deber¨ªa dejar dispuesto que me enterraran con ella, o que nos incineraran juntos. La imaginaci¨®n no paraba de idear situaciones. Se me ocurri¨® que quiz¨¢ alguien (un esp¨ªritu benefactor, desde luego) la hab¨ªa deslizado en mi bolsillo aprovech¨¢ndose de las apreturas del vag¨®n de metro. ?Con qu¨¦ objeto? Quiz¨¢ con el de regalarme aquello que abriera la llave, se tratara de una vivienda de lujo o de un autom¨®vil de alta gama. Lo ¨²nico que ten¨ªa que hacer yo era dar con el piso o con el coche oportunos.
Metido de lleno en esta fantas¨ªa, fui prob¨¢ndola, durante el resto de la semana en los autom¨®viles m¨¢s espectaculares aparcados cerca de mi casa. No funcion¨® ni en ellos ni en las puertas de los chal¨¦s en los que la introduje. En uno de estos chal¨¦s, por cierto, me sorprendi¨® su due?o, frente al que improvis¨¦ una disculpa que son¨® m¨¢s o menos veros¨ªmil. Pero le cog¨ª miedo al asunto, me cog¨ª miedo a m¨ª mismo, cabr¨ªa decir, y lo dej¨¦. Ahora bien, la llave me quemaba en el bolsillo. No pod¨ªa ver una cerradura sin que me atacara de nuevo la tentaci¨®n de usarla. Y el mundo estaba lleno de cerraduras. En cierto modo, el mundo estaba al otro lado de todas esas cerraduras.
Antes de enloquecer del todo, se me ocurri¨® una idea salvadora: envolv¨ª la llave un papel en el que escrib¨ª previamente la expresi¨®n ¡°mucha suerte¡±. Me met¨ª en el metro en hora punta e introduje el envoltorio en el bolsillo de la primera chaqueta que se puso a mi alcance.
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