El derecho a leer
Tiene m¨¢s sentido que nunca aprender a programar ¡®precisamente¡¯ ahora que la IA puede hacerlo por nosotros, aunque los l¨ªderes de la industria nos aseguren lo contrario

Es bien conocido que Lutero reform¨® la Iglesia cat¨®lica hace m¨¢s de 500 a?os con la ayuda de un nuevo sistema de letras m¨®viles talladas en metal. No todo el mundo recuerda el motivo. Todo empez¨® con la construcci¨®n de la bas¨ªlica de San Pedro, un proyecto que el papa Julio II empez¨® justo antes de morirse y que cuando Lutero llega a Roma a estudiar en 1510 ya estaba arruinando a la instituci¨®n. La obra ten¨ªa sentido: la iglesia que el emperador Constantino hab¨ªa construido sobre la tumba del ap¨®stol Pedro mor¨ªa de ¨¦xito, un poco como el ¨²ltimo S¨®nar en el CCCB. Hac¨ªa falta un templo para un p¨²blico masivo, capaz de transmitir el nuevo poder de la Iglesia. Tardaron siglos en terminar la bas¨ªlica, un trabajo al que contribuyeron muchos de los grandes artistas de la ¨¦poca como Miguel ?ngel, Gian Lorenzo Bernini y Carlo Maderno. Cost¨® mucho m¨¢s de lo que estaba presupuestado. Cualquiera que haya renovado recientemente el ba?o o la cocina sabr¨¢ empatizar.
Para hacer frente a las facturas, el papa Le¨®n X puso en marcha una operaci¨®n basada en una pr¨¢ctica penitencial de la Iglesia primitiva: la venta de indulgencias. Activ¨® una campa?a de promoci¨®n enviando predicadores a vender absoluci¨®n a cambio de ricas comisiones. El m¨¢s famoso de todos, el fraile dominico Johann Tetzel, populariz¨® esl¨®ganes tan persuasivos como ¡°Tan pronto como el oro en la caja suena; el alma rescatada al cielo llega¡±. El ambiente era tan propicio que fue como pescar salmones en un barril.
El cielo estaba reservado para los que mor¨ªan libres de pecado, pero se hab¨ªa vuelto imposible no pecar. Con los nuevos indultos, uno pod¨ªa comer filete el viernes de Cuaresma, desear a la mujer del vecino y mentir sobre sus gallinas, de forma previsora o incluso retroactiva. Aquellos familiares condenados a vivir en un r¨ªo de sangre hirviente por matar a un sirviente o enga?ar a su mujer pod¨ªan ser rescatados a cambio de unas monedas. El precio se fijaba de acuerdo a los ingresos. Hoy lo llamar¨ªan una democratizaci¨®n del m¨¢s all¨¢.
La campa?a fue un gran ¨¦xito porque hab¨ªa un gran excedente de pecadores pero, sobre todo, porque estaba prohibido tener la Biblia, leer la Biblia o traducirla a la lengua local. Ning¨²n pecador hab¨ªa le¨ªdo la parte en la que Cristo delegaba en la Iglesia su autoridad para conceder actos de misericordia y gracia divina, pero todos entend¨ªan de pecado, llamas y eternidad. Cuando Lutero descubri¨® en las ep¨ªstolas de san Pablo que la salvaci¨®n es un regalo de Dios otorgado por la fe en Jesucristo y no se pod¨ªa comprar, su lectura fue tan revolucionaria que cambi¨® el curso de la historia.
En eso pensaba hace tres d¨ªas cuando escuch¨¦ al consejero delegado de Nvidia decir que no dejemos que los ni?os aprendan c¨®digo porque la inteligencia artificial (IA) les ayudar¨¢ a programar.
¡°Vamos a hacer que las computadoras sean m¨¢s inteligentes para que las personas no tengan que aprender ciencias de la computaci¨®n para programar una computadora¡±, dice en su reciente entrevista para CNBC. Jensen Huang es un empresario brillante y lo dice sin doblez. Pero, si aceptamos que el c¨®digo es el lat¨ªn de nuestra era y la IA es su nuevo dios, c¨®mo podemos renunciar al derecho de entender sus leyes sin renunciar a entender el mundo. Precisamente ahora que cinco empresas quieren escribirlo y ejecutarlo a oscuras en las catedrales de datos que est¨¢n levantando a nuestro alrededor.
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