Me acost¨¦ pronto
Hice c¨¢lculos de la cantidad de pena de la que dispon¨ªa y estuve d¨¢ndole vueltas al modo de repartirla equitativamente entre la humanidad
Compr¨¦ un l¨¢piz muy afilado y al llegar a casa lo tir¨¦ a la basura por miedo a met¨¦rmelo en un ojo. No digo que me lo fuera a meter adrede, o s¨ª, no s¨¦, pero la imagen me produc¨ªa desaz¨®n. Al d¨ªa siguiente, vi el l¨¢piz en mi escritorio. Alguien lo hab¨ªa rescatado del cubo pensando que hab¨ªa ido a parar all¨ª por error. Le romp¨ª la mina a fin de restarle agresividad y me dispuse a leer el peri¨®dico. En una localidad de Galicia, un sacrist¨¢n hab¨ªa fallecido al caerle encima la imagen de un santo, no dec¨ªa cu¨¢l. Qu¨¦ iron¨ªa, pens¨¦. Lo del c¨¢ncer de Kate Middleton me produjo pena y sentimiento de culpa al mismo tiempo. Se trataba de un tumor que ni me iba ni me ven¨ªa, cuando a un familiar que le ha salido un bulto no le dan hora hasta dentro de dos meses. Por la tarde, se lo coment¨¦ a mi psicoanalista y estuvimos hablando un rato de las met¨¢stasis sentimentales que provocan los medios.
¡ªDeber¨ªa controlar mis emociones ¡ªdije al fin.
La terapeuta emiti¨® un sonido que no significaba nada y el resto de la sesi¨®n discurri¨® sin grandes avances.
Al volver a casa, alguien hab¨ªa afilado el l¨¢piz. Lo prob¨¦ sobre un dedo y me sali¨® una gota min¨²scula de sangre con la que emborron¨¦ una p¨¢gina del cuaderno de notas. Estuve observando un rato la mancha, que se parec¨ªa a las del test de Rorschach. Aunque era roja, ten¨ªa la forma de un cuervo negro. Mientras la observaba volvi¨® a venirme a la cabeza la imagen del santo gallego. Se trataba de una talla enorme, de madera policromada, que pesar¨ªa 200 kilos, quiz¨¢ m¨¢s. Vi c¨®mo esperaba disimuladamente la llegada del sacrist¨¢n para dejarse caer sobre ¨¦l. Somos tan due?os de las historias que se suceden en nuestras cabezas como Kate Middleton de los bultos que brotan en su abdomen. De todos modos, hice c¨¢lculos de la cantidad de pena de la que dispon¨ªa y estuve d¨¢ndole vueltas al modo de repartirla equitativamente entre la humanidad. Me fui a la cama pronto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.