El d¨ªa que Puigdemont vuelva a Espa?a
Junts tendr¨¢ que decidir pronto qu¨¦ quiere ser de mayor y definirse ideol¨®gicamente. Su discurso ha empezado a pivotar sobre la econom¨ªa o las inversiones del Estado en Catalu?a
Algunos creen que cuando Carles Puigdemont vuelva a Espa?a ir¨¢ montado a lomos de un unicornio para culminar la independencia que en 2017 no fue. Nada de eso. El d¨ªa que Puigdemont regrese habr¨¢ una gran expectaci¨®n ciudadana, un ensordecedor revuelo nacional ¡ªcon sus dosis de crispaci¨®n pol¨ªtica¡ª pero pasada la intensidad, se acabar¨¢ imponiendo la realidad. A Junts le tocar¨¢ decidir qu¨¦ quiere ser de mayor, una vez la amnist¨ªa haya reventado la ¨¦pica del ¡°exilio¡± o el victimismo de la ¡°represi¨®n¡±.
Y la realidad es cruda. Los discursos de ERC y Junts no denotan ya insurrecci¨®n a las puertas de los comicios del 12 de mayo, sino todo lo contrario: el agotamiento del proc¨¦s y el hast¨ªo de su base social. El president Pere Aragon¨¨s pretende engatusar a sus votantes mediante la propuesta de refer¨¦ndum pactado con el Estado. Es decir, una idea superada en los tiempos de Artur Mas, que no ha prosperado en los a?os de mesa de di¨¢logo con Pedro S¨¢nchez, y que el PSOE neg¨® por activa ayer. A su vez, Puigdemont apel¨® desde Elna a no caer en el derrotismo, a sabiendas de que es el estado de ¨¢nimo entre su electorado abstencionista, aludiendo a la ilusi¨®n de un futuro que el pasado reciente ya revent¨®.
As¨ª que los partidos independentistas se preparan ya para la folclorizaci¨®n del proc¨¦s. Es decir, mucho simbolismo, sacar ideas de la chistera o del caj¨®n, pero de fondo, la independencia quedar¨¢ como una utop¨ªa en el horizonte ante la incapacidad de avanzar. Casi les har¨ªa un favor que Salvador Illa les arrebatara la Generalitat, porque de lo contrario su ausencia de hoja de ruta ser¨ªa m¨¢s evidente gobernando cuatro a?os m¨¢s. Aunque enfrentarse a la Catalu?a actual es ahora un plato m¨¢s amargo para la ilusionista Junts que para la posibilista ERC.
En esencia, porque el discurso del partido de Puigdemont solo pivota hasta la fecha sobre el 1 de octubre de 2017, sus agravios y su evocaci¨®n. Ello les hab¨ªa servido para eludir los problemas de gesti¨®n, sobre todo tras su salida del Govern en 2022. Bastaba con se?alar los errores de Aragon¨¨s o llevar al Gobierno de S¨¢nchez al l¨ªmite en cada negociaci¨®n para ganar notoriedad. Sin embargo, al regreso de Puigdemont tocar¨¢ reformular la estrategia en Catalu?a. La m¨ªstica de un eurodiputado en Waterloo decaer¨¢, el imaginario de que ¡°algo se cuece por ah¨ª¡± se desvanecer¨¢, y regresar¨¢ la mec¨¢nica auton¨®mica de un partido org¨¢nico, y de un l¨ªder terrenal.
El principal vac¨ªo de Junts es de definici¨®n ideol¨®gica, parad¨®jicamente. Puigdemont aludi¨® a la sequ¨ªa, a la educaci¨®n, a la vivienda, o a la burocracia en su discurso desde Elna, sin desarrollar mucho m¨¢s. Por eso, hay quien se pregunta si Junts es de izquierdas o de derechas. No est¨¢ claro. En comparaci¨®n con la vieja Convergencia ¡ªconsiderada de centroderecha¡ª Junts tiene un electorado m¨¢s transversal, incluyendo incluso tics de izquierdas en su programa como la idea de un salario m¨ªnimo catal¨¢n. La prueba es que Junts vot¨® en el Parlament en 2020 a favor de limitar los alquileres, mientras que el PDeCAT ¡ªfacci¨®n soberanista, hoy hundida electoralmente, pero considerada m¨¢s cercana a la derecha¡ª lo rechaz¨®.
La explicaci¨®n del cambio ideol¨®gico de CiU a Junts est¨¢ en el propio proc¨¦s: muchos j¨®venes independentistas empezaron a identificar la secesi¨®n con la idea de la ¡°justicia social¡±. Es decir, que el Estado propio era para hacer pol¨ªticas antidesahucios, o invertir en m¨¢s Estado del bienestar. Esa influencia bebe del discurso de la CUP y de ERC, pero tambi¨¦n responde al contexto de crisis de 2010, cuando deton¨® la exigencia del llamado ¡°derecho a decidir¡±.
Sin embargo, Puigdemont ha empezado a dejar algunas miguitas en el camino sobre el posible futuro del partido. El fichaje de Anna Navarro como n¨²mero dos de su lista, reconocida por su proyecci¨®n empresarial a nivel internacional, o antes el de Jaume Gir¨®, no parece una casualidad. Hay indicios para creer que Junts quiere echar ra¨ªces en torno al mundo de la gran empresa, cooptando el imaginario del crecimiento econ¨®mico, las inversiones en Catalu?a o la expansi¨®n tecnol¨®gica y digital. Tanto es as¨ª, que si S¨¢nchez quiere sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado despu¨¦s de las elecciones catalanas debe recuperar el discurso de Puigdemont del 21 de marzo, donde habla del ¡°agravio¡± econ¨®mico de Catalu?a frente a Madrid, o las intervenciones de M¨ªriam Nogueras sobre porcentaje de ejecuci¨®n de las inversiones en la Comunidad. La clave est¨¢ ah¨ª.
Aunque la definici¨®n ideol¨®gica a¨²n tardar¨¢, porque Junts sigue hoy demasiado preso de la evocaci¨®n del Estado propio. Hasta entonces, la idea del ¡°president leg¨ªtim¡±, depuesto por el ¡°malvado Estado espa?ol¡±, es la mayor baza de Puigdemont para las elecciones del 12-M, en su af¨¢n de dejar en la lona a los republicanos. Junts sabe que su l¨ªder gusta transversalmente a todas las facciones del independentismo, y es m¨¢s, la animadversi¨®n at¨¢vica que provoca en la derecha ¡ªy en otros tantos votantes de izquierda¡ª conecta con lo poco de antisistema que le queda al votante del proc¨¦s. Quiz¨¢s por eso no hace falta ni siquiera que haya vuelto Puigdemont a Espa?a para notar ya el p¨¢nico de ERC.
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