Puigdemont o la restituci¨®n de la nada
Las urnas no pueden salvar las fantas¨ªas institucionales inventadas en Waterloo para mantener la llama encendida despu¨¦s de la derrota
Junts no es un partido, ni siquiera una marca. Es un cortejo heter¨®clito, sin programa y sin ideolog¨ªa, con un solo objetivo, la restituci¨®n de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat, en una aparente correci¨®n o incluso anulaci¨®n de la suspensi¨®n temporal de la autonom¨ªa por la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n tras la proclamaci¨®n de la indepndencia de Catalu?a. A los componentes de Junts les une la nostalgia de las glorias que se propusieron y nunca alcanzaron y, por encima de todo, una variada colecci¨®n de resentimientos: familiares, los peores y m¨¢s profundos, contra Esquerra, el partido de la competencia febril por la hegemon¨ªa; existenciales, y por tanto ajenos a la racionalidad, contra la identidad detestada frente a la mitograf¨ªa de su Catalu?a rom¨¢ntica e idealizada; o psicol¨®gicos, derivados del c¨®ctel fatal en el que se mezclan los ingredientes contrarios de un sentimiento de superioridad de perfume etnicista y un complejo de impotencia pol¨ªtica y de inferioridad hist¨®rica.
Con su improbable regreso a la presidencia, Puigdemont se ofrece como salvaci¨®n, a la vez se?uelo movilizador y ¨²ltima carta para salvar los restos de naufragio. Cualquier otro candidato que pudiera presentar Junts era una pase seguro a la irrelevancia, quiz¨¢s al rid¨ªculo. De ah¨ª ese coctel de siglas donde est¨¢ todo, pero al final solo cuenta quien encabeza la lista y se presenta con su restituci¨®n como presidente como ¨²nico punto del programa. Es, una vez m¨¢s, la pulsi¨®n plebiscitaria que alent¨® todo el proceso independentista bajo la f¨®rmula del derecho a decidir.
Si es un plebiscito entonces hay dos opciones. O Illa o Puigdemont. O la reconciliaci¨®n espa?ola a cargo del presidente que quiere pasar p¨¢gina de la independencia o la restituci¨®n independentista del presidente que proclam¨® la rep¨²blica catalana antes de huir a Bruselas. Es la ¨²ltima carta pero tambi¨¦n el ¨²ltimo embuste, que ha desmontado con precisi¨®n Andreu Mas¨CColell, la mente m¨¢s l¨²cida del mundo independentista. ¡°Cuando se expresa la voluntad de restituir hay que preguntarse: ?qu¨¦ hay que restituir? ?A qu¨¦ momento hay que retroceder? ?Al 27, despu¨¦s de la proclamaci¨®n o ¨Creconociendo impl¨ªcitamente que el 27 fue un error¡ª a mediados de octubre? ?O quiz¨¢s a principios de setiembre, antes de la leyes de desconexi¨®n?¡± (Restituci¨®? Ara, 24 de marzo de 2024).
Las preguntas bien formuladas incluyen las respuestas. Si hay que retroceder al 27 de octubre de 2017, antes de la deserci¨®n, Puigdemont deber¨¢ presentarse ante la justicia, como hicieron Junqueras y sus compa?eros de c¨¢rcel. Si hay que regresar a mediados de octubre, habr¨¢ que aceptar de nuevo la regla de juego auton¨®mica y constitucional que iba a servir para convocar las elecciones en vez de declarar inconsecuentemente la independencia. Y si hay que remontarse a un tiempo anterior a las leyes de desconexi¨®n del 6 y 7 de setiembre, entonces ya no es una restituci¨®n, sino la plena restauraci¨®n y defensa de la legalidad que entonces se vulner¨®.
Las urnas no pueden salvar las fantas¨ªas institucionales inventadas en Waterloo para mantener la llama encendida despu¨¦s de la derrota. No hay nada a restituir.
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