M¨¢s all¨¢ del caos

Un caos entre dos silencios, eso es la vida, seg¨²n Samuel Beckett. Se refiere a ese silencio que llega desde el fondo del universo y que un d¨ªa es interrumpido por el sonido r¨ªtmico de los latidos del coraz¨®n de la madre. Lo oir¨¢s mientras navegas en la placenta como un pez en el mar. Aquel espermatozoide que fuiste se comport¨® como un h¨¦roe en la dura escalada en busca de un ¨®vulo contra millones de competidores inscritos en el mismo marat¨®n. Todos se hallaban en la l¨ªnea de salida con id¨¦nticas posibilidades de ¨¦xito, pero fuiste t¨² el elegido por el azar. Nadie pidi¨® tu opini¨®n antes de empujarte a esta pista de baile. Preg¨²ntate si en este circo te ha tocado el papel de payaso, de tragasables o de saltimbanqui, si a este mundo has venido a mandar o a obedecer. Puede que la vida sea un caos entre dos silencios, si nos atenemos al inagotable caudal de sangre que han provocado los tiranos, pero yo no llamar¨ªa caos al Parten¨®n, ni a la creaci¨®n del derecho romano, ni a los c¨®dices de vitela elaborados por los monjes del medioevo, ni a los sonetos de Garcilaso, ni a la Quinta Sinfon¨ªa de Gustav Mahler, ni al cuadro La alegr¨ªa de vivir, de Matisse. Tampoco llamar¨ªa caos a una espiga de trigo bien granada, a tener 20 a?os y perderse con una novia por la Toscana, a navegar en un velero por el mar de Denia bajo el sol del verano con el silencio del oleaje atravesado por una canci¨®n de George Moustaki. Todas las guerras que ha sufrido la humanidad han terminado por desvanecerse; tambi¨¦n este genocidio sin piedad que sucede ante los ojos de todo el mundo en Palestina acabar¨¢ en el olvido un d¨ªa; en cambio, solo el arte a lo largo de la historia ha dejado una huella perenne. Puede que en la cueva de Altamira aquellos trogloditas se despedazaran entre ellos, pero antes nos dejaron de recuerdo unos bisontes pintados. Puede que en la religi¨®n cristiana el redentor haya muerto en la cruz, pero yo no llamar¨ªa caos a La Pasi¨®n seg¨²n San Mateo, de Johann Sebastian Bach.