Los pasos
Kierkegaard iba a buscar a su hijo a su habitaci¨®n, lo cog¨ªa de la mano y se lo llevaba a dar una vuelta por el pasillo mientras le hablaba de los asuntos trascendentales de la vida
Me he bajado al tel¨¦fono una aplicaci¨®n de pasos. Una aplicaci¨®n de gordos, la ha bautizado mi amigo Rafa Cabeleira, e inmediatamente lo invit¨¦ a unirse. La aplicaci¨®n cuenta tus pasos, t¨² puedes canjearlos o no, y de hacerlo sales en una clasificaci¨®n con tus amigos. Aqu¨ª est¨¢ la clave: la app genera competencia, y la competencia, dopamina. Por ejemplo. Este lunes, despu¨¦s de un d¨ªa agotador, sal¨ª de la radio dispuesto a coger un taxi que me llevase a casa, pero antes observ¨¦ que hab¨ªa sido adelantado por dos amigos en la tabla; resignado, me fui a casa andando. Al llegar, hab¨ªa superado s¨®lo a uno, as¨ª que me puse a caminar por el pasillo recordando, por supuesto, a Kierkegaard. Kierkegaard iba a buscar a su hijo a su habitaci¨®n, lo cog¨ªa de la mano y se lo llevaba a dar una vuelta por el pasillo mientras le hablaba de los asuntos trascendentales de la vida. Yo sospecho que el pasillo de la casa de Kierkegaard era una cosa y el m¨ªo es otra, pero le encontr¨¦ una utilidad: dar carreritas para hacer morder el polvo a mis amigos en la app. Considero correr un acto especialmente rid¨ªculo que conviene hacer en la intimidad: no lo veo adecuado ni en un bombero. Ese mismo lunes hab¨ªa llevado a mi hijo al colegio dando un rodeo por la ciudad; lleg¨® sudando 10 minutos tarde, pero estuve primero en la aplicaci¨®n hasta el mediod¨ªa. Hay que concederle inteligencia a la app: sabe que el escaparate es uno de los signos m¨¢s clamorosos de nuestro tiempo. Le daba vueltas a todo esto mientras rele¨ªa el reportaje que Nacho Carretero y Arturo Lezcano publicaron hace a?os en EL PA?S y en el que se basa la serie Marbella que estrena Movistar Plus+ este jueves. Tanto el art¨ªculo como la serie muestran la subversi¨®n de un orden delicado, el que va de hacer el bien para ense?arlo mezquinamente (pero el bien, al fin y al cabo) a exhibirse (ropa, ri?oneras, zapas, coche) como miembro de una mafia, cuando incluso hay que parecerlo aunque no lo seas.
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