Auge del bofetadismo
Considero un avance la sujeci¨®n de la violencia a unas normas de aceptaci¨®n obligatoria. Ocurre con el boxeo, las artes marciales o las competiciones de dar tortazos
La modalidad deportiva del bofetadismo gana cada vez m¨¢s adeptos. Me apresuro a desenvainar un neologismo antes que vengan a mangonear los anglicistas. Toda la vida se han arreado bofetadas. Mi generaci¨®n las conoci¨® en mejilla propia como norma did¨¢ctica no escrita. El sonido de la cara infantil golpeada con la palma de una mano correctiva era habitual en las aulas de anta?o. Calentarle de vez en cuando los carrillos a la prole indicaba que la familia se tomaba su educaci¨®n en serio. Sospecho que un ni?o de mi ¨¦poca no bajaba de dos docenas de bofetadas anuales. Sin embargo (ojo c¨®mo entendemos esto, que ¨²ltimamente andamos muy flojos de iron¨ªa), no recuerdo a ning¨²n condisc¨ªpulo en tratamiento psicol¨®gico. Considero un avance civilizatorio la sujeci¨®n de la violencia a unas normas de aceptaci¨®n obligatoria. Ocurre con el boxeo, con el rugby, con las artes marciales y tambi¨¦n, por supuesto, con el bofetadismo. Las tortas han de repartirse por turno conforme a un reglamento. El receptor deber¨¢ permanecer inm¨®vil, sin m¨¢s opciones de defensa que encomendarse a la misericordia divina. El dador ensaya el golpe antes de descargar la mano ancha y dura como pala de panadero en la faz del rival. Por la cuenta que le trae, le conviene dejar a su contendiente sin sentido. Los rusos son muy buenos en esta disciplina. Incl¨²yanse en la n¨®mina abofeteadoras de encomiable fortaleza. Mi favorito es Vasili Kamotski, varias veces campe¨®n del mundo. Vistos en c¨¢mara lenta los bofetones de este granjero de Siberia, puede apreciarse que un se¨ªsmo facial desfigura al adversario hasta despojarlo de apariencia humana por un instante. Boca y nariz se desplazan hasta el arranque de la oreja; un ojo desaparece; una mejilla y la frente colisionan. En Espa?a, esto, que quiz¨¢ un d¨ªa alcance rango ol¨ªmpico, a algunos no les parecer¨¢ cultura ni deporte, al contrario de la tomatina de Bu?ol o las carreras de sacos de mi pueblo.
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