Meloni quiere controlar la prensa
Los intentos de injerencia de la primera ministra italiana en la radio televisi¨®n p¨²blica se topa con la resistencia de sus profesionales
La huelga que protagonizan los trabajadores de la radiotelevisi¨®n p¨²blica (Rai) contra el control que trata de ejercer el Gobierno de Giorgia Meloni es la l¨®gica respuesta de los profesionales para salvaguardar la independencia de una instituci¨®n muy influyente en la sociedad italiana.
Desde su llegada a la presidencia del Gobierno en octubre de 2022 la l¨ªder ultraderechista ha tenido como prioridad marcar la agenda de los medios de comunicaci¨®n y, en la medida de sus posibilidades, controlar lo que estos dicen de su gesti¨®n. Lo ha hecho bajo el falso argumento ¡ªrepetido en la campa?a electoral que le dio la victoria¡ª de que durante a?os la derecha y la ultraderecha han estado marginadas tanto en los medios como en los c¨ªrculos culturales.
Desde la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica en 1946 Italia se ha caracterizado por una gran diversidad pol¨ªtica, la cual, en numerosas ocasiones, ha dificultado la gobernabilidad del pa¨ªs, cuando no la ha paralizado. Esa diversidad se ha visto reflejada tanto en instituciones como en organismos p¨²blicos, entre ellos la Rai. L¨®gicamente, no ha estado exenta de pol¨¦micas y choques, pero nunca hasta ahora, ni siquiera durante los mandatos de Silvio Berlusconi ¡ªun magnate de la televisi¨®n¡ª se hab¨ªan alcanzado los niveles de injerencia de Meloni.
El Ejecutivo de coalici¨®n de Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia no solo ha hecho de la adscripci¨®n ideol¨®gica la principal condici¨®n para acceder a los puestos de responsabilidad en la gesti¨®n de la Rai tales como el consejero delegado y el director general del organismo, sino que promueve un intento de supervisi¨®n de los contenidos informativos tal y como alertan los periodistas, que denuncian manipulaci¨®n, ocultaci¨®n de noticias y presiones de todo tipo para que modifiquen sus informaciones a favor de los intereses del Gabinete.
Adem¨¢s, la Rai no es el ¨²nico gran medio en el foco del conflicto. La primera ministra se dispone a vender la segunda agencia de noticias del pa¨ªs (Agi, propiedad de la energ¨¦tica Eni, participada en un 35% por el Estado italiano) a un empresario de prensa y diputado de la ultraderechista Liga, coaligada en el Gobierno de la primera ministra. Ambas operaciones apuntan en la misma direcci¨®n: acabar con cualquier pluralismo en los medios p¨²blicos, algo que los profesionales no parecen dispuestos a permitir que suceda.
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