Europa se la juega el 9 de junio
Las pr¨®ximas elecciones al Europarlamento elegir¨¢n entre una Uni¨®n m¨¢s solidaria o una atenazada por instintos ultranacionalistas
Espa?a se encuentra desde el pasado viernes en campa?a para las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio, una cita quinquenal que sol¨ªa interpretarse como poco m¨¢s que un examen intermedio para medir fuerzas entre los gobiernos y la oposici¨®n de cada pa¨ªs de la UE. La lectura nacional sigue siendo pertinente y, de hecho, la estabilidad pol¨ªtica de varios pa¨ªses, entre ellos Espa?a, depender¨¢ en buena medida del resultado del 9-J. Pero la progresiva ampliaci¨®n de las competencias del Parlamento Europeo ha convertido estas elecciones en una cita crucial para el devenir pol¨ªtico, econ¨®mico y social de toda la Uni¨®n.
Los comicios de este a?o coinciden, adem¨¢s, con una coyuntura interna y geoestrat¨¦gica tan inflamable que se puede afirmar, sin temor a caer en la exageraci¨®n, que la UE se encuentra ante las elecciones europeas m¨¢s trascendentales desde que esos comicios se pusieron en marcha en 1979. Europa se la juega este 9-J porque la d¨¦cima legislatura comunitaria supondr¨¢ el arranque de una gran transformaci¨®n del club y el reinicio de su expansi¨®n hacia el este, con la adhesi¨®n de Ucrania como gran meta. Algunos l¨ªderes europeos ya describen el periodo en ciernes como un duelo entre la supervivencia o el colapso de la UE.
La pr¨®xima legislatura (2024-2029) estar¨¢ marcada por la pol¨ªtica de defensa, una asignatura que la UE hab¨ªa aparcado durante 70 a?os. La Uni¨®n deber¨¢ hacer frente al desaf¨ªo militar de Rusia, un pa¨ªs que por primera vez desde 1945 se muestra dispuesto a redibujar unilateralmente sus fronteras en el Viejo Continente.
Pero, adem¨¢s, ser¨¢ imprescindible una transformaci¨®n econ¨®mica (energ¨¦tica y digital) que, seg¨²n los c¨¢lculos de Bruselas, requerir¨¢ unos 750.000 millones de euros al a?o, es decir, seis veces el presupuesto anual de la UE. A Espa?a le va mucho en el envite de esas cuentas porque, con toda probabilidad, provocar¨¢n p¨¦rdida de fondos regionales y agr¨ªcolas.
El calado, orientaci¨®n y financiaci¨®n de las reformas depender¨¢n de la aritm¨¦tica parlamentaria que salga del 9-J. Si los partidos proeuropeos disponen de fuerza suficiente, se podr¨¢n lanzar iniciativas tan ambiciosas como la creaci¨®n de impuestos europeos o como la emisi¨®n de deuda que permiti¨® establecer el fondo de recuperaci¨®n.
Las fuerzas euroesc¨¦pticas, como Vox, la francesa RN o la alemana AfD, abocan en cambio ¡ªseg¨²n sus propios idearios¡ª a una Uni¨®n menguante, con menos recursos y pol¨ªticas renacionalizadas. Igual de inquietante resulta la apertura de la actual presidenta de la Comisi¨®n y aspirante a repetir, Ursula von der Leyen, hacia partidos ultras como el de la italiana Georgia Meloni. Von der Leyen se expone a perder el apoyo de fuerzas progresistas y a condenar a la UE a un bloqueo parlamentario como el que padecen con frecuencia los pa¨ªses de la Uni¨®n.
Los 360 millones de ciudadanos llamados a votar en 27 pa¨ªses entre el 6 y el 9 de junio tienen en sus manos la decisi¨®n sobre la UE que har¨¢ frente a los retos del futuro inmediato. Una Europa atenazada por instintos ultranacionalistas, dividida y, por tanto, vulnerable, o una Europa fiel a sus valores fundacionales de integraci¨®n, prosperidad compartida y respeto de los derechos humanos. Ya se ha comprobado en los desaf¨ªos recientes que Europa solo puede superarlos si responde unida ¡ªcomo hizo durante la pandemia¡ª o perder terreno y deshilacharse como pas¨® durante la unilateral y ego¨ªsta gesti¨®n de la crisis financiera de 2008.
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