Euromeloni
La clave de las elecciones del 9 de junio ser¨¢ qu¨¦ derecha europea tendremos. ?Ser¨¢ merkeliana, archiconservadora pero respetuosa con los diablos del armario o responder¨¢ a los deseos de Weber, Feij¨®o y otros liberalones dispuestos a sacar tajada?
Hace unos a?os, preguntaban al antiguo vicepresidente de la Comisi¨®n, Frans Timmermans, si segu¨ªa enfadado con S¨¢nchez por no haber sabido negociar para ¨¦l la Presidencia de la Comisi¨®n. Europa a¨²n se ve¨ªa a s¨ª misma como instrumento democratizador, y el emblem¨¢tico socialista holand¨¦s, valedor de los expedientes contra Polonia y Hungr¨ªa, representaba esa promesa. Timmermans vino a decir que, como principal arquitecto de la agenda verde europea, hab¨ªa conseguido que la presidenta, Ursula Von der Leyen, la asumiera por completo. Y a?adi¨®: los populares jam¨¢s habr¨ªan ido tan lejos con el pacto verde si yo hubiera sido presidente de la Comisi¨®n.
A pesar de que la profec¨ªa de John Gray se cumpla una y otra vez (la UE estar¨ªa dise?ada para evitar que encaje la socialdemocracia) los pactos de caballeros entre democristianos y socialdem¨®cratas configuraron la identidad del proyecto tal y como lo conoc¨ªamos hasta ahora. Pero las cosas parecen estar cambiando. La alianza que hizo de la Uni¨®n uno de los experimentos humanos m¨¢s ambiciosos en t¨¦rminos de libertades y bienestar es tildada ahora como ¡°antinatural¡± por los ultras. Pero el problema no son ellos, sino que esto lo acepten los conservadores al abrirse a pactar con Giorgia Meloni porque, al parecer, su neofascismo es m¨¢s presentable que otros. Est¨¢ por ver si el ataque de blanqueamiento de il presidente Meloni tiene que ver con lo que se?alaba un blog bruseliense sobre los deseos de Macron. Al parecer, llevar¨ªa meses maniobrando para que el ex primer ministro Mario Draghi ocupe un alto cargo en Bruselas en un momento en el que las relaciones entre Par¨ªs y Berl¨ªn est¨¢n encalladas y cuando Francia parece alinearse con el tecn¨®crata en materia fiscal, algo para lo que necesitar¨ªa el apoyo de Meloni.
Los caminos comunitarios son inescrutables y es pronto para saber si el reparto de poder se basar¨¢ en el eje Macron/Meloni con la aquiescencia de los populares, deseosos de integrarla en su grupo como ya hicieron con Berlusconi u Orb¨¢n. Y as¨ª andamos, con la derecha dispuesta a volver a meter en el nido el huevo de la serpiente (como los republicanos con MAGA o los tories con el UKIP) para fortalecer su aritm¨¦tica en la Euroc¨¢mara y explorar variables que no dependan de los menguantes votos socialistas para aprobar una legislaci¨®n m¨¢s conservadora. La clave de las elecciones ser¨¢, entonces, qu¨¦ derecha europea tendremos. ?Ser¨¢ merkeliana, archiconservadora pero respetuosa con los diablos del armario o responder¨¢ a los deseos de Weber, Feij¨®o y otros liberalones dispuestos a sacar tajada? ?Ser¨¢ una derecha m¨¢s escorada que incluya a nuevos monstruos supuestamente respetables? Era Juan Linz quien hablaba de ¡°dem¨®cratas leales¡±, afirmando que el liberal digno de tal nombre identifica a los c¨®mplices de los asesinos de las democracias: los que fingen acatar las reglas mientras abusan de ellas sigilosamente. Lo se?alan Levitsky y Ziblatt en La dictadura de la minor¨ªa, libro que a¨²n no habr¨¢ le¨ªdo Feij¨®o, cada vez m¨¢s, como otros muchos, un ¡°pol¨ªtico semileal¡± que simula lamentarse por c¨®mo mueren las democracias mientras hace la vista gorda con el extremismo. Son, todos ellos, ¡°pol¨ªticos normales, a menudo de los de traje y corbata, que en apariencia siguen las normas porque logran medrar con ellas¡±. Pero en medio del juego, ?d¨®nde queda Europa? ?Por qu¨¦ nadie habla del clima, la fiscalidad, de los derechos que justifican nuestra supuesta ciudadan¨ªa continental?
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