El azar y el voto
Nuestro margen para decidir con plena autonom¨ªa es m¨¢s estrecho del que pensamos. Por eso conviene reivindicar cada acci¨®n en que una decisi¨®n sea exclusivamente nuestra
La vida son cada vez m¨¢s n¨²meros y menos letras. Nosotros mismos somos un n¨²mero: para las empresas, para las m¨¢quinas que recopilan datos en internet, para la Agencia Tributaria, para las aseguradoras que calculan las probabilidades de que tengamos alg¨²n siniestro... Al cabo, los d¨ªas pueden explicarse en estad¨ªsticas de las que formamos parte muchas veces sin querer.
Nos dicen que con una vida saludable conjuraremos determinadas enfermedades, sin que nadie nos lo pueda garantizar del todo. Nos dicen que moriremos m¨¢s tarde si preservamos un determinado estilo de vida, pero eso no depende tanto de nosotros como de nuestra renta. Nos dicen que luchemos por lo que queremos, pero la realidad demuestra que con la voluntad no basta. La vida, en fin, est¨¢ en nuestras manos hasta cierto punto. Desde luego, mucho menos de lo que nos gustar¨ªa.
Somos el resultado de lo que decidimos y tambi¨¦n de una mezcla de imprevistos que se nos escapan. Para empezar, del lugar en que nacimos. Yo no estar¨ªa escribiendo este art¨ªculo ni usted lo estar¨ªa leyendo si en vez de ser de aqu¨ª fu¨¦ramos de un conf¨ªn del planeta asolado por la guerra o la miseria. Si hubi¨¦ramos nacido en Siria o en Sud¨¢n o en Gaza nuestras prioridades ahora ser¨ªan distintas, y la diferencia fundamental entre ellos y nosotros tan solo es el lugar de nacimiento.
Es tan obvia esa suerte que apenas reparamos en ella y pensamos que todo lo que nos pueda venir en la vida ser¨¢ fruto de nuestro empe?o. Depender¨¢ de nosotros, claro, pero tambi¨¦n de un mill¨®n de cosas. Al comienzo de su ¨²ltimo libro, Manuel Vicent ha escrito: ¡°La vida, como el viol¨ªn, solo tiene cuatro cuerdas: naces, creces, te reproduces y mueres. Con estos mimbres se teje cada historia personal con toda una mara?a de sue?os y pasiones que el tiempo macera a medias con el azar¡±.
Eso somos: lo que creemos que somos y lo que podemos ser, hasta que se nos acabe la suerte. Quiz¨¢ sea una de las certezas que con mayor descaro hemos decidido ignorar: que nuestro margen para decidir con plena voluntad y autonom¨ªa es m¨¢s estrecho del que pensamos. Por eso conviene reivindicar cada una de esas escasas acciones en que una decisi¨®n sea nuestra y de nadie m¨¢s, ajena a cualquier azar. Por ejemplo, votar.
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