El orgullo y la vida normal
Este mes es necesario por aquellos para quienes la normalidad no es una frase vac¨ªa, sino una meta que alcanzar
Hace un tiempo, se public¨® en Italia una novela corta que mucha trama no tiene: una chica cuenta las cosas que le pasan a ella y, m¨¢s que a ella, a su familia, compuesta por un hermano escritor y una madre que no oculta su preferencia por ese mismo hermano. La autora es Veronica Raimo, y Libros del Asteroide la ha editado en castellano con el t¨ªtulo Nada es verdad. As¨ª de entrada no parece un gran planteamiento, y ser¨¢ por eso, o por su sarcasmo, que uno se queda enganchado a una lectura que mezcla los hechos m¨¢s prosaicos y disparatados con frases as¨ª: ¡°A veces mi hermano traiciona a Dios con Freud¡±.
En verdad, tampoco hacen falta tramas rocambolescas ni giros de guion sorprendentes para construir buenas historias, ni en la literatura ni en lo dem¨¢s. A menudo, lo heroico est¨¢ en poder tener una vida corriente o, si no es eso, al menos en poder llevar la vida que cada cual quiera llevar, como si fuera tan f¨¢cil. La vida est¨¢ llena de prejuicios y competiciones, de miradas por encima del hombro y condescendencias ajenas que no ir¨¢n a ninguna parte, pero que pueden amargar la existencia. Luego est¨¢n las frustraciones propias y el azar, que lo mismo nos pone en el mejor sitio como en el peor, y, por supuesto, vendr¨¢n la renta y la riqueza a condicionar aquello que pueda condicionar el dinero, que es casi todo. Se ve que s¨ª entonces, que lo extraordinario suele estar en alcanzar la proeza de una vida normal.
Se me dir¨¢ con raz¨®n que hablar de una vida normal no es decir nada en concreto, si parece una de aquellas frases que usaba Mariano Rajoy para salir de los embrollos y se refer¨ªa a la gente de bien y a la buena gente y a que las cosas eran as¨ª porque as¨ª hab¨ªan sido siempre y no podr¨ªan ser de otra manera. Quiz¨¢ se entienda m¨¢s si se piensa, por ejemplo, en las chicas y en los chicos que todav¨ªa hoy, por mucho que se haya avanzado, dudan antes de expresar si les gustan otras chicas u otros chicos por miedo a que les juzguen o les se?alen. No es que duden, pues: es que lo temen.
Quiz¨¢ se entienda m¨¢s si se piensa que se sigue gritando maric¨®n, aunque muchos digan que eso ya no ocurre, que eso ya pas¨® y, si pasa todav¨ªa, ser¨¢ en peque?os ¨¢mbitos. Tan peque?os como algunos estadios. Bastar¨ªa con preguntar a muchas mujeres que se dedican a jugar al f¨²tbol o a arbitrarlo para averiguar qu¨¦ les dicen quienes tratan de degradarlas con insultos. Se podr¨ªa hablar con futbolistas que se hayan atrevido a decir que les gustan otros hombres, o con los que hayan optado por callarlo. Las estad¨ªsticas de las denuncias constatar¨ªan, adem¨¢s, la pervivencia de un odio que por s¨ª solo podr¨ªa responder a los que a¨²n hoy, tanto tiempo despu¨¦s, se siguen preguntando para cu¨¢ndo el d¨ªa del hetero. Hay un mes del orgullo porque sigue haciendo falta a quienes una vida normal les parece una meta mil veces antes que una frase vac¨ªa.
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