Lo que llevamos dentro
¡®El muelle de Ouistreham¡¯, que Emmanuel Carr¨¨re llev¨® a la gran pantalla, es uno de los libros que ayudan a entender c¨®mo es Francia hoy
¡°Si todos empezamos a dejar salir lo que llevamos dentro, ?ad¨®nde iremos a parar?¡±. La frase la pronunci¨® un hombre en la cola de una oficina del servicio de empleo. Hace 15 a?os en Caen (Francia). Eran los d¨ªas de resaca de la crisis econ¨®mica. La escucharon quienes hac¨ªan cola como ¨¦l, intranquilos por la desesperaci¨®n de aquella mujer que increpaba a la funcionaria porque se sent¨ªa enga?ada. Deber¨ªamos decir, si nos ponemos estupendos, que el Estado la hab¨ªa enga?ado. En esa oficina oficial le hab¨ªan prometido un trabajo: un contrato de unas horas en el comedor de un ayuntamiento cercano a ...
¡°Si todos empezamos a dejar salir lo que llevamos dentro, ?ad¨®nde iremos a parar?¡±. La frase la pronunci¨® un hombre en la cola de una oficina del servicio de empleo. Hace 15 a?os en Caen (Francia). Eran los d¨ªas de resaca de la crisis econ¨®mica. La escucharon quienes hac¨ªan cola como ¨¦l, intranquilos por la desesperaci¨®n de aquella mujer que increpaba a la funcionaria porque se sent¨ªa enga?ada. Deber¨ªamos decir, si nos ponemos estupendos, que el Estado la hab¨ªa enga?ado. En esa oficina oficial le hab¨ªan prometido un trabajo: un contrato de unas horas en el comedor de un ayuntamiento cercano a Caen, se?ora, la llamamos seguro. Pero pasaban las semanas y nada hasta que, s¨ª, la llamaron y le dijeron que el trabajo hab¨ªa sido para otra, pero que no hab¨ªa funcionado, y que ella se presentase de nuevo, pero al final tampoco. ¡°?Ne-ce-si-to tra-ba-jar!¡±, gritaba. En la cola, aquel hombre, inc¨®modo, dec¨ªa que ad¨®nde ir¨ªamos a parar si todos expresaban su rabia. All¨ª estaba Florence Aubenas, simulando que tambi¨¦n buscaba trabajo cuando en realidad estaba cumpliendo con su oficio: ir a los m¨¢rgenes donde no llega el periodismo de la capital, ver la realidad, interpretar el estado de esp¨ªritu de la comunidad. El muelle de Ouistreham, que Emmanuel Carr¨¨re llev¨® a la gran pantalla, es uno de los libros que ayudan a entender c¨®mo es Francia hoy.
Servir¨ªa otro reportaje, publicado en Le Monde a finales de 2018, cuando la crisis de los chalecos amarillos. Hace casi seis a?os. Aubenas no cont¨® las protestas desde las grandes ciudades y los Campos El¨ªseos asediados. Tampoco fue a la Francia rural para ver confirmados sus prejuicios en una postal de la decadencia de la campi?a. Pas¨® horas y horas en las rotondas de las carreteras convertidas en campamentos improvisados. En la rotonda Leclerc la recibi¨® un cartel con esta consigna: ¡°Macron, te estamos quitando tu Legi¨®n de Honor¡±. No fue f¨¢cil ganarse su confianza porque sent¨ªan que el periodismo de la capital les hab¨ªa abandonado tambi¨¦n. Escuch¨® desde una trabajadora de una funeraria a empleadas de supermercado o a un camionero. Un s¨¢bado de diciembre, a las dos de la tarde, anot¨® lo que dijo una instaladora: ¡°He estado hirviendo frente a mi televisor durante a?os, pensando: ¡®Nadie piensa como yo, ?o qu¨¦?¡±. El fin de ese desconcierto era uno de los sentimientos que los cohesionaba como comunidad, como compartir la ira contra el sistema que ve¨ªan encarnado en Emmanuel Macron.
El jueves la empresa estudios de opini¨®n Ipsos divulg¨® una nueva encuesta previa a las elecciones legislativas de este domingo. Reflejaba la confirmaci¨®n de un dato cl¨¢sico: el voto obrero se decanta mayoritariamente por la extrema de derecha. Pero hab¨ªa m¨¢s. Una de las preguntas era sobre los sentimientos que hab¨ªan sentido los votantes tras la decisi¨®n de Macron de disolver la Asamblea como respuesta democr¨¢tica a la victoria del Rassemblement National en los comicios al Parlamento Europeo. Un sentimiento dominante era la incertidumbre. Los m¨¢s esperanzados, con gran diferencia, eran los votantes de Bardella y Le Pen. El viernes, Aubenas, que ha ejercido como corresponsal de guerra durante los ¨²ltimos meses en Ucrania, public¨® un nuevo reportaje en Le Monde. Era otro ejemplo mod¨¦lico del tipo de periodismo social que practica. Como en la crisis econ¨®mica. Como con los chalecos amarillos. Ella no es una activista. No opina. Escucha a los ciudadanos para trasladar a sus lectores lo que llevamos dentro. Y en la ciudad mediana de Brouges, adem¨¢s de hablar con militantes de izquierda, dialog¨® con el teniente de alcalde dedicado a acci¨®n social. ¡°La gente se nos acerca para hablar de s¨ª misma m¨¢s que de pol¨ªtica, solo quieren ser escuchados¡±.