La extrema derecha francesa ante el v¨¦rtigo de la victoria y el poder
Los candidatos del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen afrontan con cautela unas legislativas en las que concurren con opciones de llegar al Gobierno por primera vez en su historia
Eran, hasta hace unos a?os, los apestados de la pol¨ªtica en Francia. Sus candidatos eran los raros, los solitarios que iban a contracorriente y en las elecciones nunca lograban m¨¢s que un pu?ado de diputados. Nadie quer¨ªa pactar con ellos. Se mov¨ªan en los m¨¢rgenes y nunca ganaban nada ni tocaban poder. Los llamaban fachas, racistas.
De eso parece que haga ya mucho tiempo. Hoy sus ideas sobre la seguridad, la inmigraci¨®n o la econom¨ªa han avanzado hasta ocupar un espacio central en la sociedad. Sus candidatos son recibidos con los brazos abiertos en mercados y m¨ªtines. Ya no dan miedo. Est¨¢n a las puertas del poder.
El Reagrupamiento Nacional (RN), partido nacionalista y populista heredero de la vieja ultraderecha, es el favorito para convertirse en la primera fuerza parlamentaria tras las elecciones legislativas del 30 de junio y el 7 de julio. El pr¨®ximo primer ministro franc¨¦s podr¨ªa ser uno de los suyos: el designado es Jordan Bardella, mano derecha de Marine Le Pen, aut¨¦ntica l¨ªder del movimiento.
En los pueblos y ciudades de Francia, en las calles y los mercados, un ej¨¦rcito de candidatos pelea distrito a distrito para que el RN, que hace dos a?os ten¨ªa apenas ocho diputados y en 2022 multiplic¨® la cifra hasta 88, alcance una mayor¨ªa clara o absoluta. Y as¨ª colocar a su partido al mando de Francia, pa¨ªs miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, potencia nuclear y motor de la construcci¨®n europea.
Por primera vez, los que nunca ganaban pueden ganar unas elecciones nacionales. Los que nunca gobernaban pueden gobernar.
Pero ninguno de los candidatos del RN a los que EL PA?S ha seguido estos d¨ªas por la regi¨®n sure?a de Occitania quiere dar nada por hecho. En el ojo del hurac¨¢n lepenista que transforma Francia, y qui¨¦n sabe si Europa, se siente entre sus militantes y pol¨ªticos la energ¨ªa y la convicci¨®n de quienes por fin creen que ha llegado el momento, pero tampoco hay triunfalismo ni euforia, y s¨ª cautela ¡ªante el resultado electoral y ante la responsabilidad de gobernar¡ª y algo de v¨¦rtigo.
¡ªElecci¨®n tras elecci¨®n, ganamos, e incluso si no ganamos, progresamos.
Al volante de un Peugeot 208 de color amarillo, el candidato en la 5? circunscripci¨®n del departamento de la Alta Garona, al noroeste de Toulouse, no descarta nada, pero de algo est¨¢ seguro: su partido siempre va a m¨¢s. Se llama Julien Leonardelli, tiene 36 a?os, lleva 20 militando en el partido, antes el Frente Nacional (FN); ahora el RN.
Su jornada es fren¨¦tica, sin tiempo para comer, el tel¨¦fono sonando sin parar, de un punto a otro de la circunscripci¨®n. Se acost¨® el jueves a las dos de la madrugada; se ha despertado el viernes a las seis de la ma?ana.
Descuelga el tel¨¦fono: una simpatizante que estar¨¢ ausente en la jornada electoral y le pide c¨®mo delegar el voto en otra persona. ?l los pone en contacto. Cada voto cuenta. Parada ante una sala de fiestas en el municipio de Castelnau d¡¯Estr¨¦tefonds para pegar carteles.
Son las 11.00, viernes 21 de junio, y se sube al Peugeot en Fronton, su lugar de residencia, para ir a Toulouse, donde se ha convocado una concentraci¨®n contra el antisemitismo. El s¨¢bado anterior, en las afueras de Par¨ªs, una ni?a de 12 a?os fue violada por otros menores entre injurias contra su condici¨®n de jud¨ªa. El candidato Leonardelli no puede, no quiere faltar.
Ah¨ª, ante la catedral, se concentrar¨¢n al mediod¨ªa unos centenares de personas, con Leonardelli y alg¨²n otro candidato de RN entre la multitud. No llaman la atenci¨®n y nadie dir¨ªa que hace unos a?os el partido al que se asociaba el antisemitismo en Francia era el suyo, heredero de una formaci¨®n, el FN, fundada, entre otros, por colaboracionistas con la Alemania nazi. Hoy los se?alados como antisemitas se encuentran en el campo opuesto, el de La Francia Insumisa (LFI), el partido de izquierda radical de Jean-Luc M¨¦lenchon. Se les critica por no calificar de terrorista el ataque del 7 de octubre en Israel y supuestamente ser complacientes con Ham¨¢s. En Toulouse, algunos de los asistentes corean: ¡°?LFI, fascista! ?M¨¦lenchon, asesino!¡±.
Antes, durante el trayecto entre Fronton y Toulouse, Leonardelli ha hablado de sus or¨ªgenes, ¡°un 40% franc¨¦s, un 40% italiano, un 20% jud¨ªo askenaz¨ª¡±, y de lo que le llev¨® a meterse en pol¨ªtica hace 20 a?os, siendo un adolescente: ¡°Mis padres son panaderos y yo siempre los vi pas¨¢ndolo mal, trabajando enormemente sin poder disfrutar de los frutos de su trabajo¡±.
Cruzamos pueblos en los que el r¨®tulo con el nombre a la entrada est¨¢ colocado al rev¨¦s: este es uno de los territorios donde comenz¨® la protesta agr¨ªcola este invierno, uno de cuyos gestos era darle la vuelta a los paneles. Pasamos por rotondas, zonas comerciales: la geograf¨ªa de los chalecos amarillos en las periferias de las peque?as ciudades, la Francia que no llega a fin de mes, la que en 2018 se levant¨® contra el presidente Emmanuel Macron. Combustible para los de Le Pen. ?El voto de la c¨®lera?
¡°Es el voto de la esperanza¡±, replica el diputado. ¡°Puede haber c¨®lera tambi¨¦n. La esperanza y la c¨®lera pueden estar pr¨®ximas. Podr¨ªamos entrar en un debate filos¨®fico. ?Tiene tres horas? La esperanza sale de la c¨®lera, la c¨®lera por la situaci¨®n del pa¨ªs. O continuamos igual o hay un cambio¡±.
Hay tambi¨¦n, en esta marea lepenista, la voluntad de probar algo distinto, darle el tim¨®n a quienes nunca han gobernado en la Francia moderna, o como dice Leonardelli: ¡°Muchos franceses se preguntan: ?por qu¨¦ no probar?¡±. Una vi?eta de la dibujante Coco, en el diario de izquierdas Lib¨¦ration, ironizaba sobre esta actitud: ¡°?Saltar por la ventana? Nunca lo hemos probado. ?Comer chinches? Nunca lo hemos probado. ?Tomar un ba?o en ¨¢cido? Nunca lo hemos probado¡±.
Pero est¨¢ claro que, para millones de franceses, votar a este partido ya no es un salto al vac¨ªo. La progresi¨®n ha sido imparable: 5,5 millones de votos para el fundador Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales en 2022; 11 millones para su hija Marine en 2017; 13 millones en 2022.
Todas estas elecciones las perdieron: ante Chirac, el padre; ante Macron, la hija. Pero las europeas del 9 de junio han sido quiz¨¢ el punto de no retorno: un 31,4% para el RN y un 14,% para el segundo, el partido de Macron, quien en la misma noche electoral disolvi¨® la Asamblea Nacional y convoc¨® las legislativas anticipadas.
Parada en un aparcamiento junto a una autopista, donde el candidato ha quedado con un militante para darle 2.500 folletos electorales reci¨¦n salidos de la imprenta. El hombre se llama Pierre Girondier, tiene 67 a?os, est¨¢ jubilado y dice que piensa pasar cuatro d¨ªas, ¡°a tiempo completo¡±, repartiendo folletos por la circunscripci¨®n. Entr¨® a militar el pasado noviembre; en la segunda vuelta electoral de 2017, entre Macron y Le Pen, se abstuvo. En 2022 ya vot¨® por Le Pen. ¡°El movimiento ha cambiado de ¨®ptica¡±, justifica. ¡°Se ha abierto, habla a toda la poblaci¨®n¡±.
Basta seguir en campa?a a Charles Alloncle, candidato del RN en la 9? circunscripci¨®n del H¨¦rault. Este empresario de 30 a?os viene de los conservadores de Nicolas Sarkozy y encarna la fluidez entre la derecha burguesa de toda la vida y la extrema derecha que en Francia era el primer partido entre los obreros, y ahora ya apela a las dem¨¢s clases sociales.
Alloncle pasea por el centro de Mauguio, en la periferia rural de Montpellier, y recorre todos los comercios, sin dejarse ni uno, para repartir folletos electorales. Nadie le cierra la puerta ni discute. Como Leonardelli, proyecta esta imagen de buen chico sonriente y amable. ?A qui¨¦n iba a asustar? Y no se presenta en los comercios como el aspirante del RN, ni como el de Le Pen. Su carta es otra: ¡°Soy el candidato de Jordan Bardella¡±.
Bardella ofrece una imagen limpia del pasado ultraderechista del RN, asociado a Jean-Marie Le Pen y su racismo y antisemitismo. Marine Le Pen tambi¨¦n recuerda, inevitablemente, a su padre, aunque sea por el apellido.
A los 28 a?os, el candidato a primer ministro ofrece un aspecto de muchacho bien educado que nunca levanta la voz ni falta al respeto. Una tabla rasa. El yerno ideal, el reclamo perfecto en consonancia con la imagen que Marine Le Pen ha impuesto en el partido: nada de exabruptos e insultos al estilo Donald Trump (o Jean-Marie Le Pen). Y en la Asamblea Nacional, corbata obligatoria.
¡°Lo extraordinario es que el Reagrupamiento Nacional se muestra como un partido serio, calmado y tranquilo¡±, dec¨ªa unos d¨ªas antes el polit¨®logo Pascal Perrineau, en un despacho del Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs. ¡°Se portan bien en la Asamblea Nacional, no participan del jaleo de La Francia Insumisa y de la izquierda. Aparecen casi como un polo de estabilidad. Esto es una victoria in-cre-¨ªble. ?Qui¨¦n habr¨ªa dicho esto hace solo diez a?os? ?Cuando se sabe de d¨®nde vienen!¡±.
De vuelta a Occitania, todav¨ªa en el departamento o provincia del H¨¦rault, un desv¨ªo a B¨¦ziers, ciudad de 70.000 habitantes que, durante a?os, fue un escaparate del Frente Nacional y m¨¢s tarde del RN. Este partido no gobernaba ciudades de estas dimensiones y, aunque el alcalde era independiente, contaba con el apoyo de Le Pen, al igual que su esposa, diputada en la Asamblea Nacional. Robert y Emmanuelle M¨¦nard reciben a EL PA?S en un caf¨¦ de la plaza Jean Jaur¨¨s, fundador del socialismo y asesinado en 1914.
¡°Yo puse la estatua a Jean Jaur¨¨s en esta plaza¡±, dispara de entrada el alcalde M¨¦nard. ¡°A ning¨²n socialista, ning¨²n comunista de los que dirigieron esta ciudad, se le ocurri¨® hacerlo¡±.
Los M¨¦nard se han distanciado hoy de Le Pen, o Le Pen de ellos, pues el RN ha colocado en la circunscripci¨®n de B¨¦ziers a un candidato para competir con Emmanuelle.
¡°Yo no soy un pe¨®n¡±, justifica ella para explicar por qu¨¦ reh¨²sa someterse a la disciplina de un partido al que en algunos aspectos se siente pr¨®xima, pero en el que no milita. ¡°Sectaria¡±, define Robert a Marine Le Pen, y critica su proximidad y la del RN con Rusia: ¡°Digan lo que digan, siguen siendo prorrusos, los conozco demasiado bien. Y no aman Europa¡±.
Los M¨¦nard, sin embargo, creen que Le Pen, a las puertas del poder, est¨¢ evolucionando como ellos lo hicieron hace a?os. Es decir, suavizando sus mensajes.
El RN se ha embarcado en un esprint para culminar el proceso de normalizaci¨®n y sacarse el estigma de encima, hacer olvidar su pasado, limar las aristas de un programa que, de aplicarse al pie de la letra, romper¨ªa el principio de igualdad entre nacionales y residentes extranjeros con papeles y obligar¨ªa a cambiar la Constituci¨®n. Que la llegada de un partido de la extrema derecha al poder en Francia inquieta a muchos franceses, es una realidad.
¡°Hay a la vez esperanza e inquietud¡±, admite el alcalde M¨¦nard. ¡°La esperanza de decir: ¡®Lo hemos intentado todo y nada ha funcionado¡¯. E inquietud: ?son capaces de dirigir este pa¨ªs? Francia no es Hungr¨ªa ni Eslovaquia¡±.
En una semana, Bardella ha dado marcha atr¨¢s o ha aplazado algunas de las medidas econ¨®micas m¨¢s pol¨¦micas. ?Tambi¨¦n en inmigraci¨®n?
¡°Yo mismo dec¨ªa que la inmigraci¨®n era la causa de todos los problemas y suprimir la inmigraci¨®n ser¨ªa la soluci¨®n¡±, dice el alcalde. ¡°Pero no es verdad, y lo he visto en esta ciudad: la inmigraci¨®n es un problema cuando est¨¢ mal controlada, pero decir que no recibiremos a gente de este o aquel pa¨ªs no tiene sentido, es imposible. En los m¨ªtines ellos todav¨ªa lo dicen, pero cambiar¨¢n de opini¨®n, ya ver¨¢¡±.
M¨¦nard cree que, en el poder, el RN acabar¨¢ siendo m¨¢s pragm¨¢tico, como, seg¨²n ¨¦l, ha hecho la posfascista Giorgia Meloni en Italia. ?Una derecha dura con un rostro amable, al menos, en el exterior? ?Una Le Pen melonizada? Es la doctrina de los yernos ideales: los Bardella, Alloncle o Leonardelli.
Noche del viernes en un restaurante en otra zona industrial en las afuerzas de la capital c¨¢tara Albi, en la 1? circunscripci¨®n del departamento del Tarn. Tierras hist¨®ricas del socialismo. Jaur¨¨s fue diputado por la circunscripci¨®n vecina, en Carmaux.
Habla Fr¨¦d¨¦ric Cabrolier, diputado del RN. Sillas vac¨ªas. A la misma hora hay f¨²tbol y rugby, el deporte nacional de estas regiones, y la concurrencia es escasa, y de edad avanzada. La mayor¨ªa entre el p¨²blico no es de la generaci¨®n de Bardella. M¨¢s bien de la de Marine, o incluso de Jean-Marie. Otro ambiente.
¡°Aqu¨ª unos periodistas espa?oles¡±, le dice el diputado a uno de los asistentes, y este responde: ¡°?Vox?¡±.
Cabrolier desgrana el programa de Gobierno. ¡°La prioridad¡±, dice, ¡°es el poder adquisitivo¡±. Habla de la econom¨ªa y las finanzas, y lanza puyas a lo que llama ¡°mafia centrista¡± en el Tarn (m¨¢s tarde precisar¨¢ que habla de una ¡°mafia pol¨ªtica¡±). Siembra dudas sobre posibles irregularidades el d¨ªa de las elecciones en ocho municipios del departamento: ¡°Pienso que el fraude electoral existe en Francia¡±. Y aborda el asunto clave para este partido, ayer y hoy, el hilo que liga al RN con el FN, el n¨²cleo de su identidad: la inmigraci¨®n.
¡°El peque?o Bardella, cr¨¦anme, es joven, pero no olviden que viene de una barriada en el 93¡å, dice, en alusi¨®n al c¨®digo postal de Seine Saint-Denis, el departamento del extrarradio de Par¨ªs con un tercio de poblaci¨®n inmigrante. ¡°?l ya sabe lo que es la inmigraci¨®n musulmana y el islam en Francia. No lo olviden¡±.
¡°O continuamos igual o ser¨¢ el gran cambio¡±, promete en otro momento. Y saca un aparato electr¨®nico min¨²sculo de su bolsillo: est¨¢ amenazado y si alguien le ataca puede avisar a la polic¨ªa aprentando el bot¨®n. ¡°No os preocup¨¦is: cuando lleguemos, haremos¡±.
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