La asfixia de las afganas
Los talibanes siguen aplicando libremente una pol¨ªtica de opresi¨®n sistem¨¢tica contra las mujeres
M¨¢s de 1,5 millones de afganas sufren la prohibici¨®n de acceso a la educaci¨®n ordenada por el r¨¦gimen talib¨¢n en marzo de 2022, seg¨²n ha denunciado Unicef. La medida, que tiene graves consecuencias en el desarrollo vital de estas j¨®venes y ni?as, se puede cuantificar en la inaudita cifra de horas de aprendizaje de las que han sido despojadas: 3.000 millones. Este es solo un dato de los muchos que ejemplifican la degradaci¨®n de la vida de las mujeres, cuyo destino qued¨® en manos de una interpretaci¨®n fundamentalista de la ley isl¨¢mica tras el precipitado abandono de Afganist¨¢n por parte de las tropas occidentales, en especial las de EE UU, en agosto de 2021.
A pesar de las garant¨ªas dadas inicialmente por los talibanes, la brutal ofensiva contra la libertad de las afganas no tard¨® en llegar a Kabul. De hecho, ya hab¨ªa tenido lugar mucho antes en las zonas del pa¨ªs controladas por la milicia integrista. Desaparecido Afganist¨¢n del foco informativo diario, el nuevo pero viejo r¨¦gimen, que hace gala de su desprecio por la dignidad de la mujer, ha tenido las manos libres para aplicar una sistem¨¢tica pol¨ªtica de opresi¨®n.
Lamentablemente, nadie puede sorprenderse: sucedi¨® exactamente lo mismo cuando los talibanes gobernaron el pa¨ªs asi¨¢tico entre 1996 y 2001. Ahora, desesperadas, j¨®venes y adultas est¨¢n recurriendo cada vez en mayor medida a productos de limpieza o venenos matarratas para quitarse la vida, seg¨²n recoge un informe del relator especial de la ONU para Afganist¨¢n, que ha denunciado un verdadero apartheid de g¨¦nero.
Por eso resulta especialmente incomprensible que precisamente Naciones Unidas haya cedido a las presiones del Gobierno de Kabul y haya invitado a sus representantes a la tercera cumbre internacional sobre Afganist¨¢n, celebrada esta semana en Doha. El mayor sarcasmo es que en el citado encuentro se ha tratado, entre otros asuntos, la situaci¨®n de las mujeres. Pero solo una vez que los talibanes abandonaron la cumbre. El secretario general de la ONU, Ant¨®nio Guterres, se hab¨ªa mostrado tajante en la segunda reuni¨®n, celebrada el pasado febrero, ante la exigencia gubernamental de que no hubiera mujeres afganas ¡ªexiliadas, naturalmente¡ª con el argumento de que la situaci¨®n de sus ¡°hermanas¡±, como las califica Kabul, es un asunto estrictamente interno.
Diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos han acusado a la ONU de primar la integraci¨®n de Afganist¨¢n en el concierto econ¨®mico mundial o la lucha contra el narcotr¨¢fico sobre la insostenible situaci¨®n de las ciudadanas de ese pa¨ªs. Algo semejante no deber¨ªa repetirse. La comunidad internacional tiene la obligaci¨®n de hacer llegar al r¨¦gimen talib¨¢n el mensaje inequ¨ªvoco de que la dignidad de la mujer es una prioridad universal e innegociable. Justo lo contrario de la impunidad con la que act¨²an desde que volvieron al poder hace tres a?os.
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