No s¨¦ si fue un sue?o
Pens¨¦ que muchas de las cosas que suceden en la vigilia, m¨¢s que suceder de verdad, son asimismo creaciones de nuestra imaginaci¨®n, de nuestros miedos
Normalmente voy bien rasurado, pero estuve cuatro d¨ªas sin salir de casa durante los que no me afeit¨¦ porque ten¨ªa un esguince de mu?eca. Entonces me mor¨ª y el tanatopr¨¢ctico, convencido de que cultivaba aquella forma de desali?o, dej¨® la barba en su lugar (d¨®nde, si no) y de ese modo me expusieron a las visitas en la sala del tanatorio. Me hab¨ªan amortajado adem¨¢s con una chaqueta antigua, que me apretaba un poco, y mi estado general, pese al maquillaje, resultaba deplorable.
Con este aspecto acced¨ª tambi¨¦n a la nave de Caronte, una especie de g¨®ndola negra y muy estrecha, parecida a las que recorren los canales de Venecia. Las aguas de la laguna Estigia eran negras y ten¨ªan la densidad del aceite. Cuando Caronte introduc¨ªa el remo con m¨¢s violencia de la necesaria, me salpicaba el rostro y me engrasaba los pelos de la cara. Le dije que no pod¨ªa presentarme con aquel aspecto en ning¨²n sitio.
¡ªNo te preocupes ¡ªrespondi¨®¡ª, todo es un sue?o.
La idea de que lo que estaba ocurriendo no estaba ocurriendo result¨® liberadora. Pens¨¦ que muchas de las cosas que suceden en la vigilia, m¨¢s que suceder de verdad, son asimismo creaciones de nuestra imaginaci¨®n, de nuestros miedos.
Al poco, aparecieron unas luces como de fuegos fatuos en la orilla de enfrente. Nos acerc¨¢bamos a un poblado (el Hades, supuse) donde, tras abandonar la barca, fui conducido a una estancia que se manifest¨® de golpe, sin necesidad de haber entrado en edificio alguno. Hab¨ªa dos camas, en una de las cuales yac¨ªa otro muerto que no reconoc¨ª.
¡ªTambi¨¦n est¨¢ so?ando ¡ªme inform¨® el barquero¡ª, pero le cuesta mucho despertar. T¨²mbate en esta otra.
Me acost¨¦ disciplinadamente, cerr¨¦ los ojos y al poco son¨® el despertador. Abandon¨¦ las s¨¢banas con expresi¨®n de alivio y cuando llegu¨¦ al cuarto de ba?o comprob¨¦ con sorpresa que me hab¨ªa desaparecido la barba de cuatro d¨ªas. El tanatopr¨¢ctico, finalmente, hab¨ªa hecho su trabajo.
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