La democracia se salva en Rocafonda
Los servicios p¨²blicos preservan una convivencia amenazada por el agujero de la pobreza
El primer frente de batalla en el que la pol¨ªtica salva la democracia es en el centro de atenci¨®n primaria de Rocafonda, el barrio con el c¨®digo postal 08304. Este mes, por ejemplo. La ampliaci¨®n ha sido posible gracias a unos terrenos que cedi¨® el ayuntamiento. Los nuevos 800 metros cuadrados han permitido pasar de 17 a 28 consultas e incorporar al equipo de trabajo nuevos profesionales para intentar dar respuesta a problemas de salud que retroalimentan la din¨¢mica de la desigualdad: no solo un referente de bienestar emocional, tambi¨¦n profesionales de nutrici¨®n, fisioterapia e higiene dental. Un a?o de obras. Han costado 2,05 millones de euros. ?De d¨®nde han salido? Las obras las ha financiado el Institut Catal¨¤ de Salut con los fondos REACT creados por la Uni¨®n Europea para reparar los da?os sociales y econ¨®micos causados por la pandemia. Porque es en zonas como aquellas donde la covid m¨¢s deshilach¨® el tejido social. Aquel que necesita de lo p¨²blico para preservar la convivencia amenazada por el agujero de la pobreza.
En su d¨ªa la inauguraci¨®n de aquel centro lo cambi¨® todo. Fue antes de la crisis. El anterior estaba en un edificio del desarrollismo, en una calle empinada, y el acceso se hab¨ªa complicado para los jubilados, los vecinos que dieron forma al barrio cuando llegaron a esos terrenos agr¨ªcolas en la d¨¦cada de los sesenta y los bloques se levantaban sin planificaci¨®n alguna. De las transiciones que se produjeron durante la Transici¨®n pocas tuvieron un impacto tan transformador como la que se produjo en barrios pobres como este. El m¨¦rito fue de las protestas impulsadas por las asociaciones de vecinos y de la eficiencia gestora de los primeros ayuntamientos democr¨¢ticos. Tampoco era tan f¨¢cil para las instituciones intervenir ante una realidad urban¨ªstica que no respond¨ªa a plan alguno. Lo cont¨® esta semana Manuel Mas Estela, alcalde durante a?os de Matar¨®. Para empezar, por ejemplo, el nuevo consistorio compr¨® una finca en Rocafonda y ese espacio servir¨ªa para ubicar los servicios comunitarios.
Pero han pasado los a?os, la realidad es otra y, fuera de la atenci¨®n informativa, el barrio se ha ido consolidando en todos los rankings de pobreza. Sobre esa angustia percute la carro?a de la extrema derecha, que describi¨® Rocafonda como un estercolero multicultural. Sobre esa vivencia de no futuro, de la que escribi¨® con dignidad la activista Elena Ponce, puede actuar la pol¨ªtica para reconstruir comunidad a trav¨¦s del orgullo de pertenencia, el que cataliza un chaval como Lamine Yamal.
La ¨²ltima Eurocopa la vio con sus colegas en un centro comercial. Cuando lo escuch¨® mi amigo Pablo Mu?oz, que creci¨® all¨ª, se emocion¨®. ¡°Rocafonda, ese gol de Yamal, ustedes NO lo entienden o quiz¨¢s s¨ª pero UN POCO¡±. Escribo a Pablo. Me responde con uno de sus audios de cinco minutos. Me explica que todo empez¨® a cambiar con la inauguraci¨®n del centro de atenci¨®n primaria y que, despu¨¦s de la crisis econ¨®mica, la otra gran intervenci¨®n p¨²blica fue la construcci¨®n de una biblioteca de proximidad en un edificio que hab¨ªa sido una antigua f¨¢brica, donde en su d¨ªa se conocieron sus padres. All¨ª ¨¦l se sac¨® all¨ª la carrera de filosof¨ªa y los chavales tienen un lugar confortable para estudiar. Hace relativamente poco se peatonaliz¨® la zona alrededor de la biblioteca y eso logr¨® que el barrio, como espacio compartido, volviese a ser agradable. Cuando en 1984 se inaugur¨® la escultura Deessa de Rocafonda en una plaza, hubo protestas por el aumento de la contribuci¨®n. El alcalde convenci¨® a los vecinos que su futuro pasaba por los impuestos. Y as¨ª, d¨ªa a d¨ªa, se da la batalla que salva la democracia.
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