La posibilidad de un ¡®tamayazo¡¯ emocional en Catalu?a
Puigdemont, que es a ERC lo que los molinos al Quijote, no vuelve para acercar al pa¨ªs a la independencia ni para ser investido. Vuelve para intentar que no muera jam¨¢s la depresi¨®n pol¨ªtica catalana
Un pa¨ªs pol¨ªticamente deprimido es mucho m¨¢s que la suma de las depresiones pol¨ªticas de cada uno de sus habitantes. O, seg¨²n como se mire, mucho menos. Catalu?a vive sumida en una depresi¨®n pol¨ªtica desde hace al menos 10 a?os. Y pocas cosas proporcionan un placer m¨¢s inmediato, en medio de la gran nada que es una depresi¨®n, que la adrenalina. As¨ª que hay que provocar episodios extraordinariamente emocionantes, a poder ser ¨¦picos, para liberar adrenalina a raudales.
Esto es lo que ha ocurrido en la Catalu?a independentista la ¨²ltima d¨¦cada. Idear manifestaciones descomunales y obtener de ellas im¨¢genes vibrantes que puedas exportar a todo el mundo. Realizar votaciones entre muy pocas personas cuyo resultado ser¨ªa irreversible para el destino de un pa¨ªs. Hacer historia tantas veces como la historia lo permita y, si no, peor para la historia. Reconocerse entre las luchas que han dado los pueblos m¨¢s oprimidos los dos ¨²ltimos siglos. Perge?ar sesiones parlamentarias de ret¨®rica inflamada. Racionalizar el discurso de los fan¨¢ticos. Convertir a los adversarios pol¨ªticos en enemigos demon¨ªacos. O eliminar de la ecuaci¨®n a los antih¨¦roes. Se trataba de experimentar un ¨¦xtasis tan sublime que la ¨²nica opci¨®n aceptable, tras el consecuente baj¨®n, consist¨ªa en forzar las situaciones para volver a experimentarlo.
El independentismo ha confundido la adrenalina con la independencia. Han cre¨ªdo que cuanto m¨¢s emocionante fuera todo, que cuanto m¨¢s frecuente fuera el subid¨®n, m¨¢s cerca se estaba de la independencia. Sin embargo, el estado mental adrenal¨ªnico no conduce a ning¨²n lugar; es un fin en s¨ª mismo. As¨ª como el estr¨¦s laboral no hace que cumplas los objetivos de trabajo que te marcaron, la adrenalina pol¨ªtica tampoco hace que te acerques a ninguno de los objetivos pol¨ªticos a los que aspiras. El proceso independentista fue el ciclo pol¨ªtico de la adrenalina, el ciclo pol¨ªtico de la depresi¨®n.
Una parte mayoritaria de ERC, por una combinaci¨®n de razones ¡ªalgunas instrumentales, otras no¡ª, tom¨® la decisi¨®n hace un tiempo de intentar salir del ciclo pol¨ªtico de la adrenalina. Negociaba con el Gobierno central, hac¨ªa valer sus intereses y asum¨ªa que el improbable proyecto de la independencia de Catalu?a requer¨ªa un enfoque distinto del de los ¨²ltimos 10 a?os. Con la misma voluntad de liberarse de la depresi¨®n, lleg¨® a un preacuerdo hace unos d¨ªas con el PSC para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat. La consulta entre sus bases para refrendar el preacuerdo pod¨ªa haber sido un normal episodio de democracia participativa. Pero una parte del independentismo, en su eterna luna de miel con la depresi¨®n pol¨ªtica, decidi¨® convertirla en otro hecho trascendental para la historia de Catalu?a. ?C¨®mo iban a hacer presidente ¡ªse alegaba¡ª al miembro m¨¢s espa?olista del PSC? ?C¨®mo iban a entregar la Generalitat, en fin, a Espa?a? As¨ª que la consulta se convirti¨® en un nuevo episodio adrenal¨ªnico del que todo el mundo deb¨ªa estar pendiente desde el sof¨¢, m¨®vil en mano. Una vez terminado ese momento, el independentismo depresivo busc¨®, en las inminentes sesiones de investidura, el siguiente episodio adrenal¨ªnico. Y va a poner toda la carne en el asador.
Carles Puigdemont ¡ªque es a ERC lo que los molinos al Quijote¡ª retornar¨¢ a Catalu?a para la investidura de Illa y se expondr¨¢ a ser detenido por los cargos que, hasta el momento, la judicatura considera que no quedan amparados por la amnist¨ªa. ?Pero para qu¨¦ vuelve en realidad Puigdemont? No vuelve para acercar a Catalu?a a la independencia, tampoco para ser investido como presidente o para actuar como jefe de la oposici¨®n. No. Puigdemont vuelve para intentar que no muera jam¨¢s la depresi¨®n pol¨ªtica de Catalu?a. Puigdemont vuelve para liberar una dosis descomunal de adrenalina. No tiene ninguna finalidad pol¨ªtica. S¨®lo la voluntad de perpetuar una melancol¨ªa patol¨®gica en la pol¨ªtica catalana.
Tras saberse el resultado de la consulta entre las bases de ERC, Puigdemont escribi¨® que hab¨ªa preferido esperar a pronunciarse despu¨¦s de la consulta para que no se le pudiera acusar de hacer chantaje emocional a ERC. Sin soluci¨®n de continuidad, proced¨ªa en el mismo texto a sostener que la decisi¨®n de ERC de investir a Illa en el Parlament hac¨ªa posible que lo detuvieran a ¨¦l mismo. Es decir, responsabilizaba a ERC de su potencial ingreso en prisi¨®n. Es posible que esta retorcida declaraci¨®n de Puigdemont constituya la Capilla Sixtina del chantaje emocional. La pregunta es: ?hay alg¨²n diputado de ERC en el Parlament susceptible de caer fulminado por la belleza de semejante obra maestra de la inmoralidad? Todo parece indicar que Puigdemont cree que hay al menos un Eduardo Tamayo ¡ªuno de los dos diputados del PSOE que en 2003 impidi¨® la investidura del candidato socialista a la Comunidad de Madrid y en (des)honor al cual se acu?¨® la maravillosa expresi¨®n ¡°tamayazo¡±¡ª entre las filas de ERC. As¨ª que est¨¢ poniendo todo su empe?o en lograr algo inaudito: un tamayazo emocional.
Y es que lo ¨²ltimo que querr¨ªa un pr¨®cer que declar¨® la independencia de su pa¨ªs para suspenderla exactamente al cabo de ocho segundos es que el ciclo pol¨ªtico de la depresi¨®n y la adrenalina se terminara.
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