Sin tontos en la meseta
El viejo sue?o del viaje como elemento de descubrimiento y transformaci¨®n se trunca. El turista de masas no aspira a cambiarse a s¨ª mismo, sino a su entorno. A mucho peor
El Nobel de Literatura Le Cl¨¦zio suele decir que ya no sabemos viajar como en aquella ¨¦poca de navegaciones eternas y recorridos tan largos e intensos que uno se transformaba a medida que se aproximaba al lugar elegido e iba descubriendo su significado. Hoy hacemos check-in en segundos o cambiamos de escenario en un clic, pero lo que no cambiamos es de educaci¨®n. De mala educaci¨®n.
Un bar de Galicia ha cerrado sus puertas para evitar la marea de turistas agresivos del puente de agosto y lo ha hecho con un lema para recordar: ¡°Si cae una bomba en Mera quedan sin tontos en la meseta¡±. Alegan los due?os que no pueden m¨¢s con la mala educaci¨®n y la prepotencia de la gente invasora frente a un servicio cuidado y escogido que ellos cultivan los 365 d¨ªas del a?o, y no solo los dos meses de turba. Bravo por ellos. En Cantabria, el boca a boca en redes ha llevado este verano a miles de personas al Puntal, un arenal bell¨ªsimo de dif¨ªcil acceso y amenazado por el cambio clim¨¢tico que ha tenido que soportar macrobotellones playeros de hasta 5.000 j¨®venes y todas sus inmundicias. Otro influencer publicit¨® las dunas protegidas del Parque Natural de Liencres, donde cada a?o se intenta salvaguardar el ritmo propio del posado de la arena y su delicada vegetaci¨®n, para ir con ni?os a saltar por ellas y hacer el salvaje. De nada.
El turismo se ha convertido en turba y, si en el Mediterr¨¢neo estabais acostumbrados, el calentamiento ha hecho m¨¢s atractivos lugares del norte donde las masas nos pillan desprevenidos. Ojal¨¢ volvieran la lluvia, el fresco y el chubasquero al agosto cant¨¢brico, nos decimos. Pero, como no va a ser as¨ª, podemos ya sumarnos a la sinceridad del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, que ha hablado alto y claro y ha trazado una l¨ªnea entre los turistas que interesan y los que no interesan a su ciudad. Muy valientes sus palabras y su propuesta contra los pisos tur¨ªsticos.
?Nos hemos vuelto cerrados, turismof¨®bicos, hostiles? A los maleducados, macrobebedores, expendedores de basuras y salteadores de dunas, sin duda.
Todos somos turistas, s¨ª, como todos podemos ser mesetarios y no por ello tontos, pero nada de ello est¨¢ re?ido con el respeto. Y muchos se han empe?ado en convertir su viaje en pesadilla para los dem¨¢s. Si Le Cl¨¦zio aspiraba a una transformaci¨®n ¨ªntima gracias a la figura del viaje, los tontos de la meseta no aspiran a cambiar ellos, sino a cambiar el entorno que pisan. A mucho peor. Esa es la gran diferencia.
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