El falso tumor de Gis¨¨le Pelicot
Ella cre¨ªa tener un principio de alzh¨¦imer o un tumor cerebral. Era, sin embargo, algo m¨¢s siniestro: un marido del que estaba enamorada
Gis¨¨le y Dominique se conocieron cuando apenas hab¨ªan cumplido 19 a?os. Se enamoraron, se casaron, tienen tres hijos y siete nietos. En el ¨²ltimo medio siglo han superado, juntos, enfermedades, infidelidades y problemas econ¨®micos. ¡°Nos recuerdo siempre felices, y yo pensaba que mis padres tambi¨¦n lo eran¡±, dijo su hija. Y Gis¨¨le abund¨® sobre su marido cuando le pregunt¨® la polic¨ªa por ¨¦l: ¡°Un tipo genial¡±. Desde 2011, el hombre la drogaba para permitir que la violasen decenas de personas. En su declaraci¨®n, Gis¨¨le Pelicot dijo haber perdido pelo, bajar de peso y no recordar nada de muchas noches y algunos d¨ªas. Cre¨ªa tener, dijo, un principio de alzh¨¦imer o un tumor cerebral. Era, sin embargo, algo m¨¢s siniestro: un marido del que estaba enamorada; un hombre que, antes de 2011, durante cuatro d¨¦cadas de apacible vida familiar, si alguien le hubiera dicho que era un potencial violador, se habr¨ªa escandalizado. La violencia sobre la mujer, tambi¨¦n la violencia sistem¨¢tica que convierte a la mujer en un trozo de carne dormida a disposici¨®n de quien quiera, est¨¢ tan interiorizada que puede no perturbar la felicidad de una familia. Hay que pensarlo bien y darle algunas vueltas; tambi¨¦n puede no perturbar la felicidad supuesta de la propia v¨ªctima: le tuvieron que llamar de comisar¨ªa no para decirle que la llevaban violando diez a?os, sino para ense?arle las im¨¢genes y aclarar aquello. Gis¨¨le Pelicot, apellido adquirido de su violador, pudo haberse muerto dentro de algunos a?os no feliz, porque los estragos f¨ªsicos de la droga y las violaciones estaban acabando con ella, pero s¨ª ignorante. Hay decenas de tipos sentados en un banquillo, muchos padres de familia probablemente ejemplares en su comunidad, que acudieron a la llamada de un hombre para violar ellos tambi¨¦n a una mujer drogada, con instrucciones precisas para no despertarla. A las dificultades a las que se enfrenta una mujer cuando quiere denunciar una violaci¨®n y dar la cara, o esforzarse en ocultarla, se suman las dificultades para saber que han sido, o est¨¢n siendo, violadas.
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