Venezuela: paradigma de posverdad
El chavismo h¨¢bilmente ha identificado las grietas que el auge de la posverdad ha generado en las democracias occidentales y lo ha instrumentalizado como arma fundamental para permanecer en el poder
Vivimos en un mundo donde la realidad est¨¢ cada vez m¨¢s supeditada al relato. La irrupci¨®n de las redes sociales ha acabado con la noci¨®n de que ¡°una imagen vale m¨¢s que mil palabras¡±. Transitamos la cotidianidad inundados de material audiovisual, narrativas y s¨ªmbolos completamente vaciados de contenido, o peor a¨²n, cuyo contenido se ha pervertido por intereses opacos. Aunque queda quien se resista y trate de mantenerse en la senda de las evidencias y los datos probados, vemos a la posverdad imponerse, de forma irremediable en algunos casos. La duda crece y con ella el escepticismo de la gente que, parad¨®jicamente, al dudar de todo y perder la orientaci¨®n de instituciones con credibilidad, es a¨²n m¨¢s susceptible al fen¨®meno.
Poco a poco, frente a los ojos de nuestra sociedad y de la comunidad internacional, la Venezuela de Maduro y su r¨¦gimen (ahora s¨ª indudablemente dictatorial), se volvi¨® una de las representaciones m¨¢ximas de estas din¨¢micas, tan propias del siglo XXI. El chavismo h¨¢bilmente ha identificado las grietas que el auge de la posverdad ha generado en las democracias occidentales y lo ha instrumentalizado como arma fundamental para permanecer en el poder.
Sus relatos posfactuales se sustentan, en muchos casos, en mentiras abiertas o en ideas parcialmente verdaderas, acompa?adas de acciones que contradicen su mensaje. Usan esta t¨¢ctica como paraguas, dentro de una estrategia com¨²n pero insidiosa, captando la simpat¨ªa de activistas e intelectuales, quienes, sin profundizar en los hechos, aceptan el discurso sin cuestionarlo o peor a¨²n, bas¨¢ndose en el cuestionamiento radical de la experiencia y las ideas de todo el que se oponga. La explotaci¨®n de la desconfianza y los hechos distorsionados para el control pol¨ªtico ha sido una constante en la estrategia del r¨¦gimen.
Dentro del pa¨ªs, donde la realidad golpea a todo el que sale a la calle y la experimenta en carne propia, desmontando cualquier esfuerzo discursivo, poco a poco este ejercicio ha ido fracasando. Los verdaderos resultados electorales del 28J as¨ª lo demuestran: no es posible convencer a un pueblo, v¨ªctima de los m¨¢s atroces atropellos, de que vive en un para¨ªso de justicia social. Fuera de nuestras fronteras queda mucho camino por recorrer para desmontar este entramado, especialmente por la insistencia de una izquierda borb¨®nica, en ver a Venezuela como la utop¨ªa revolucionaria realizada.
Un primer ejemplo de este neolenguaje es la constante referencia a la ¡°paz¡±. Desde el fraude en las elecciones presidenciales, miles de venezolanos tomaron las calles, las redes sociales y otros espacios para manifestar su rechazo a los ¡°resultados oficiales¡±, expresando su descontento a trav¨¦s de protestas, tuits y publicaciones. La respuesta del gobierno, para ¡°defender la paz¡±, ha sido una ola represiva sin precedentes, con m¨¢s de 1.700 ciudadanos detenidos, incluidos 200 menores de edad, especialmente en los sectores m¨¢s populares. Muchos han denunciado la violaci¨®n de sus derechos, aislamiento y la asignaci¨®n de defensores p¨²blicos en lugar de aquellos de su confianza, adem¨¢s de ser imputados por delitos tan graves como el terrorismo o instigaci¨®n al odio.
Bajo este halo ¡°pacifista¡±, lanzaron la Operaci¨®n Tunt¨²n, un despliegue policial y militar persecutorio, para allanar viviendas de manera arbitraria y detener disidentes. Muchos de ellos se han visto obligados a huir del pa¨ªs, temiendo ser torturados, un m¨¦todo bien documentado, en numerosos informes de Naciones Unidas y ONG locales. La novedad ha sido el uso de las redes sociales por parte de los propios agentes para documentar y publicar, mediante v¨ªdeos dist¨®picos, sus propias tropel¨ªas. Paz, en lenguaje madurista, significa represi¨®n, miedo y censura, la paz de las prisiones y los fusiles.
Otra instancia es el uso de la palabra ¡°libertad¡± en el contexto venezolano. Aunque afirman promover la libertad de pensamiento cr¨ªtico, intentaron dominar por a?os las redes sociales. Ahora, tras el fraude, buscan restringir el uso de WhatsApp y X (Twitter) describi¨¦ndolas como amenazas a la humanidad.
En un gui?o a la izquierda europea, Jorge Rodr¨ªguez, presidente de la AN, se refer¨ªa recientemente a acabar con el Tecnofeudalismo, t¨¦rmino acu?ado por Yanis Varoufakis, exministro griego e ¨ªcono internacional de las izquierdas alternativas. Sin embargo, Rodr¨ªguez omit¨ªa que en la tesis de Varoufakis estas plataformas pasan a ser gestionadas de forma cooperativa por los ciudadanos y no centralizadas por el Estado para silenciarlos.
El discurso que aborda la regulaci¨®n de estas plataformas, que en el contexto internacional tiene matices progresistas es usado en Venezuela para censurar contenidos y detener ciudadanos. En paralelo, no se sonrojan al encarcelar al menos a 14 periodistas seg¨²n cifras del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), que tambi¨¦n ha denunciado, solo durante 2024, hasta 51 casos de violaciones a la libertad de prensa, incluyendo cierres de medios, vandalizaciones y otros abusos.
?Qui¨¦n podr¨ªa oponerse al concepto de ¡°democracia participativa y protag¨®nica¡± que como un mantra el chavismo repet¨ªa?
Venezuela era considerada, hasta hace poco, un sistema h¨ªbrido, donde coexist¨ªan elementos democr¨¢ticos y totalitarios en tensi¨®n. Durante 25 a?os, las constantes elecciones fueron el elemento que, seg¨²n el gobierno, validaba la existencia de una democracia, a pesar de las indicaciones contrarias.
Desde el 28J esto se termin¨®. Hemos ca¨ªdo en una crisis pol¨ªtica sin precedentes por la publicaci¨®n de resultados electorales sin base legal. El CNE no ha presentado resultados desglosados por estado ni ha llevado a cabo las auditor¨ªas obligatorias por ley. Adem¨¢s, deleg¨®, sin justificaci¨®n jur¨ªdica, la resoluci¨®n en un controlado Tribunal Supremo de Justicia mientras los informes de los observadores internacionales han indicado que las elecciones no cumplieron con los est¨¢ndares internacionales y estuvieron plagadas de irregularidades.
La democracia no se limita a elecciones. Implica el respeto a las libertades y al disenso y la garant¨ªa de derechos b¨¢sicos. El gobierno venezolano, bajo una fachada de lenguaje de izquierdas, crea una realidad paralela que oculta delitos masivos y grotescos contra sus ciudadanos. La explotaci¨®n de la posverdad ha abonado el terreno a Maduro para, con desfachatez, hablar de combate a la corrupci¨®n mientras corruptos probados se sientan a su lado, ¡°defender¡± la causa palestina mientras detiene masivamente a sus propios ciudadanos, levantar las banderas del anti imperialismo mientras las trasnacionales petroleras expanden sus intereses en el pa¨ªs, condenar el extractivismo mientras cometen un ecocidio en el Orinoco, cuestionar la legitimidad de las actas electorales presentadas por la oposici¨®n mientras esconden las de sus propios testigos que las ratificar¨ªan y decir revoluci¨®n mientras aplastan el levantamiento popular contra su fraude.
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