Las columnas
Lo que aprenden los escritores que firman en la prensa por respeto a sus lectores, deber¨ªan aprenderlo muchos pol¨ªticos por amor a la ciudadan¨ªa
En su libro Ropa de casa (2024), confiesa Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n lo que se aprende como creador literario cuando uno escribe columnas en los peri¨®dicos. Tiene toda la raz¨®n. Ustedes, lectores, hacen posible una escuela de literatura. Yo he aprendido mucho con ustedes desde que en los a?os ochenta empec¨¦ a colaborar en el Ideal de Granada. La disciplina, los horarios de trabajo, el modo de elegir un contenido, la conciencia de cada contenido debe adecuarse a una forma, las estructuras, los tiempos de un argumento y el pudor expresivo son ejes imprescindibles a la hora de escribir un poema o una novela, columnas que sostienen la inspiraci¨®n en el trabajo. Se trata de fundamentos que acent¨²an su protagonismo en un peri¨®dico. La inmediatez del di¨¢logo con los lectores es una buena escuela. En una colaboraci¨®n semanal, no se pueden dejar para el a?o que viene las posibles correcciones de un verso.
Se aprende tambi¨¦n a separar en lo posible el yo biogr¨¢fico de la voz literaria. Uno sale de fiesta, vuelve a casa con dos copas de m¨¢s, soporta una rega?ina familiar, un espejo acusador, pero al sentarse a escribir la columna necesita mantener la calma, alejarse de los arrebatos, cultivar la autoridad de la propia voz m¨¢s all¨¢ de venganzas, malestares o desilusiones. Uno comprende que se juega la ecuanimidad y la rectitud en un adjetivo. Cada palabra supone una forma de legitimaci¨®n. Eso que aprenden los columnistas por respeto inmediato a sus lectores, deber¨ªan aprenderlo muchos pol¨ªticos por amor a la ciudadan¨ªa. Cuando opinan sobre el bien o el mal, demuestran con frecuencia que han pasado una mala noche, han tenido una experiencia sexual dif¨ªcil o un novio que les acaba de pegar un sablazo en el banco. Las crispaciones no son buenas columnas para una sociedad. No es bueno llamar la atenci¨®n con palabras sucias y caras rencorosas. Saber contar las palabras es un modo de arreglar la casa.
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