¡®Ropa de casa¡¯, de Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n: memorias de un novelista de la Espa?a moderna
El escritor cuenta sin fatuidad su infancia y su juventud entre Logro?o y Zaragoza, as¨ª como su incorporaci¨®n a la cultura de la Transici¨®n
En una profesi¨®n de egos XL, la primera virtud de Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n (1960) es la ausencia de fatuidad al contar su infancia y juventud y su honestidad al relatar su incorporaci¨®n como novelista a la cultura de la Transici¨®n que se configur¨® durante los ochenta. Es la humildad como virtud ¨¦tica y como rasgo definitorio de la autenticidad de su narrador autobiogr¨¢fico, incluso de su prosa siempre civilizada. ¡°La m¨ªa ha sido una vida peque?a¡±. Pis¨®n explica su peripecia sincronizada con la evoluci¨®n del pa¨ªs. Nada parece extraordinario, ¨¦l como tantos. De alguna manera, sin atisbo de automitificaci¨®n, el autor de las excelentes Enterrar a los muertos o Castillos de fuego se presenta en Ropa de casa como un hijo de su tiempo, que es el de la transformaci¨®n modernizadora de Espa?a para dejar de ser un pa¨ªs atrasado. ¡°Viv¨ªamos en un mundo viejo, pero el futuro estaba a la vuelta de la esquina¡±, dice de sus primeros a?os en Logro?o. El piso en Zaragoza tambi¨¦n revela la llegada de los nuevos tiempos. Se instalaron en ¡°una calle de nueva construcci¨®n, con edificios de doce o catorce pisos, lo m¨¢s parecido a un rascacielos que hab¨ªa en la ciudad¡±.
Su madre hab¨ªa sido criada para cuidar la casa y criar a los hijos, pero su padre, militar, muri¨® prematuramente. La familia materna, con conexiones carlistas, y en especial la madre, orgullosa, son desde entonces centrales en la primera parte del libro. ¡°No percib¨ªa la nube de miedo que la rodeaba¡±. Se puso a trabajar y las cosas le fueron bien con tiendas de ropa para ni?os. Hay infinidad de detalles que el autor no subraya, pero que son se?ales de la consolidaci¨®n de un pa¨ªs cada vez m¨¢s para clases medias: el chaval que estudia en los jesuitas y despu¨¦s en una facultad de letras moderna y con j¨®venes profesores sobradamente preparados (Cacho, Egido, nuestro maestro Mainer¡) o los veraneos adolescentes en un piso de Comarruga, lo que implicaba cambiar el campo por la playa y por supuesto desplazarse en coche desde Zaragoza a la Costa Dorada de Tarragona. All¨ª se produce una escena que sit¨²a a un t¨ªmido Pis¨®n en relaci¨®n con la evoluci¨®n de la literatura espa?ola: reconoce al poeta y editor Carlos Barral, bebido y envejecido, en la terraza del restaurante L¡¯Espineta de Calafell. Debi¨® ocurrir durante la segunda mitad de los setenta, cuando Barral estaba publicando los mejores vol¨²menes de sus memorias. En aquellos libros Barral situaba a su grupo de amigos ¡ªel grupo barcelon¨¦s del medio siglo¡ª como el n¨²cleo irradiador de la modernidad cultural del pa¨ªs.
Pis¨®n, que lleg¨® en autob¨²s a Barcelona en 1982, nunca se otorga tal protagonismo. Segunda parte de estas memorias. Era un joven que viv¨ªa con su novia en una Espa?a que estrenaba la democracia. Era un escritor prometedor en un momento de regeneraci¨®n del sistema literario y que envi¨® sus narraciones a Anagrama y Tusquets. Herralde apost¨® por ¨¦l, con cartas y an¨¦cdotas y sin ¨¦nfasis cuenta c¨®mo Javier Mar¨ªas ejerci¨® de hermano mayor (y se distanci¨® despu¨¦s). Conoci¨® a Mu?oz Molina, hizo amistad con Atxaga o Vila-Matas. Pero Pis¨®n, que frecuentaba bares donde los sue?os de escritores de anticuario hab¨ªan embarrancado al chocar con la realidad, que segu¨ªa viendo a los amigos de Zaragoza (Melero, Labordeta, Romeo), que adem¨¢s de humilde es inteligente y quer¨ªa ganarse la vida escribiendo, advirti¨® un peligro: el reconocimiento prematuro puede ser una losa cuando dejas de ser una joven promesa. Par¨®. ¡°Ten¨ªa que crecer como persona para poder crecer como escritor¡±. Los cap¨ªtulos finales de estas memorias, al describir algunos viajes o la estancia de unos escritores ma?os en su piso, ya evidencian que descubrir¨ªa c¨®mo contar la vivido para que fuese literatura. Su relato acaba en 1992. ¡°Hab¨ªamos pasado de ser hijos a ser padres, y ahora dej¨¢bamos de ser inquilinos para ser propietarios¡±. Acababa la juventud y un per¨ªodo de la historia de este pa¨ªs.
Ropa de casa
Seix Barral, 2024
297 p¨¢ginas, 20,90 euros
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