Poner a parir
Nunca antes en la historia se hab¨ªa producido un llamamiento tan descarado para traer ni?os al frente de guerra
Una de las razones por las que toda la derecha ultranacionalista de pa¨ªses europeos venera a Putin es porque comparten con ¨¦l una visi¨®n reaccionaria del papel de la mujer y un mensaje radical de antimodernidad. Desde que declar¨® la guerra contra Ucrania, este apoyo ha sido m¨¢s o menos disimulado, porque no conven¨ªa relacionarse con un ap¨®stol de la crueldad que bombardea sin escr¨²pulos colegios y hospitales. Pero la desmesura del enfrentamiento entre Netanyahu y Ham¨¢s y Hezbol¨¢ ha ayudado a relativizar la crueldad del l¨ªder ruso y, cada vez m¨¢s, el perfil de duro vuelve a concitar la admiraci¨®n de los hu¨¦rfanos de autoritarismo. La gesti¨®n de las libertades siempre ha provocado una reivindicaci¨®n parcial del retroceso, cada avance t¨¦cnico deja un ej¨¦rcito de nost¨¢lgicos que poco a poco se consumen en su propia insignificancia. Pero conviene observar que la supuesta seducci¨®n del duro acarrea un coste tremendo a su poblaci¨®n, y Rusia se ha negado a contabilizar oficialmente sus muertos y heridos, mientras oculta la ingente cifra de desertores y exiliados forzosos. En el lado ucranio, pese a que la censura tambi¨¦n es firme, se filtran sensaciones de fatiga, de un agotamiento natural. Quiz¨¢ la paz llegue alg¨²n d¨ªa desde abajo, desde el recluta raso, hasta los despachos oficiales. Veremos.
Mientras tanto, no deja de ser grotesca la ¨²ltima prohibici¨®n que ha dictado el Kremlin. Sancionar¨¢ con dureza cualquier tipo de propaganda contra la procreaci¨®n. Si ya acarrea c¨¢rcel cualquier informaci¨®n real del frente y la destrucci¨®n b¨¦lica, es normal que la dictadura de las costumbres tome los dormitorios. El feminismo y la libertad sexual est¨¢n perseguidos en Rusia por normas oficiales que promueven un supuesto tradicionalismo. Ahora la cosa estriba en traer braceros para manejar tanto dron como hay, cargado de explosivos. De hecho, se ha repetido en los discursos de Putin una exhortaci¨®n firme para que las mujeres tengan muchos, muchos hijos, como antes. Ese ¡°como antes¡± suena a la nostalgia inventada que sustenta a los ultranacionalistas en toda Europa. Ellos tambi¨¦n hacen llamamientos a la maternidad a destajo para frenar la inmigraci¨®n, que perciben como el gran mal de nuestra sociedad y que por el momento les llena las urnas de votantes un poquito distra¨ªdos sobre la realidad del mundo.
Nunca antes en la historia se hab¨ªa producido un llamamiento tan descarado para traer ni?os al frente. Los l¨ªderes duros no tienen instinto maternal, tan solo necesitan carne de ca?¨®n. Esto ha sido una din¨¢mica hist¨®rica, pues las cr¨ªas del pueblo han servido siempre a las causas nacionales con ceguera inducida. Pero exigir hijos, hijos y m¨¢s hijos, como si fuera un esfuercillo industrial, como una zafra procreadora, provoca una sensaci¨®n desasosegante. A las madres de los soldados rusos muertos no se les ha escuchado porque todas sus asociaciones est¨¢n bajo sospecha si es que no tuteladas por el Gobierno. La carnicer¨ªa es notable y uno entiende, incluso con empat¨ªa, que las familias se refrenen a la hora de entregar lo que m¨¢s quieren a conflictos que carecen de raz¨®n real. Las guerras de nuestros d¨ªas a lo primero que sirven es a extender sin plazo el mandato de los l¨ªderes. Estos j¨®venes enviados al matadero tienen madres. Ellas quiz¨¢ no se dejar¨¢n enga?ar tan f¨¢cilmente. Estamos a la espera de saber qui¨¦n mandar¨¢ a parir a qui¨¦n.
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