?D¨®nde est¨¢n los valores democr¨¢ticos?
Los lectores escriben sobre la guerra de Israel en Gaza y L¨ªbano, enfermar de c¨¢ncer, el trato discriminatorio que reciben las mujeres en la sanidad, y la solidaridad entre comunidades aut¨®nomas
El conflicto en Oriente Pr¨®ximo plantea interrogantes pol¨ªticos, jur¨ªdicos y sociales. Todos ellos hunden ra¨ªces en asunciones filos¨®ficas y existenciales. Una de las m¨¢s escuchadas justifica o acepta la penosa situaci¨®n de la regi¨®n y se apoya en la idea de que Israel es la ¨²nica democracia de su entorno. All¨ª, suele decirse, las mujeres o los homosexuales pueden ser como realmente son, como quieren ser. Es, como dir¨ªa Josep Borrell, un cuidado jard¨ªn en medio de una jungla ca¨®tica y sucia. Pero todos sabemos que esta descripci¨®n solo afecta a la situaci¨®n interna de Israel. ?De qu¨¦ nos sirve este concepto cuando de puertas para afuera masacra a toda una poblaci¨®n? ?D¨®nde yace entonces la justicia, la equidad, la dignidad humana? ?D¨®nde quedan los ¡°valores democr¨¢ticos¡±? ?De qu¨¦ nos sirven? Este resorte del pensamiento es mucho m¨¢s com¨²n de lo que creemos. Acudimos a la abstracci¨®n y nos protegemos en ella. Mientras tanto, los palestinos se resguardan de las bombas y de la deshonra bajo los escombros.
Benedicto Acosta D¨ªaz. Salamanca
El c¨¢ncer no es una guerra
Es habitual que, con las mejores intenciones, se difundan mensajes que interpelan a los enfermos de c¨¢ncer para librar una guerra como si fu¨¦ramos gladiadores. ¡°No te rindas¡±, ¡°valiente¡±... expresiones usadas para contribuir a elevar la moral de la tropa, o sea, de los enfermos. En momentos de derrumbe f¨ªsico y mental, tanto toque de corneta para inflamar nuestro ardor guerrero puede hacernos sentir culpables cuando lo que queremos es mostrar una bandera blanca y que todo acabe. Tambi¨¦n sucede, y no est¨¢ mal. Por supuesto que en el camino hay desv¨ªos hacia la recuperaci¨®n y la curaci¨®n, pero esos carteles siempre se ven m¨¢s chiquititos a los bordes del camino. El c¨¢ncer no es una guerra, es una putada.
David Mart¨ªnez. Alcorc¨®n (Madrid)
Mujeres infradiagnosticadas
Soy una defensora de nuestro sistema de salud p¨²blico y soy consciente de lo privilegiados que somos. Esto no me impide ser cr¨ªtica, y no miento si digo que a las mujeres se nos infradiagnostica con respecto a los hombres. Necesitamos unas cuantas visitas m¨¢s a la consulta de atenci¨®n primaria para que se nos realicen pruebas. Tengo 30 a?os, y antes de ser diagnosticada de hipertensi¨®n, dispepsia y una lesi¨®n vertebral se me recetaron unos cuantos ansiol¨ªticos y se me llam¨® ¡°exagerada¡± en unas cuantas consultas. Esto es una llamada de auxilio. Somos el 51% de la poblaci¨®n mundial y creo que ya es hora de que se nos tome en serio, en los hospitales tambi¨¦n.
Alba Cruz L¨®pez. Ourense
Solidaridad e igualdad
Siempre con la misma cantinela sobre el principio de solidaridad e igualdad entre espa?oles. A los que somos de provincias y que por trabajo nos vemos obligados a venir a la centralizada y ventajosa capital nos chocan bastante estas palabras. ?Qu¨¦ solidaridad tienen? ?La solidaridad de Madrid es subir los precios de la vivienda en compra y alquiler aprovech¨¢ndose de la amplia demanda porque en nuestra tierra no hay posibilidades? ?Es esta su igualdad?
Miguel ?ngel S¨¢nchez Mart¨ªnez. Tres Cantos (Madrid)
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