¡®Semos¡¯ muy europeos
Espa?a ha pasado de ser la peor caricatura de Europa a convertirse en su mejor miniatura
En unas d¨¦cadas, Espa?a ha pasado de ser la peor caricatura de Europa a convertirse en su mejor miniatura. Esta es la imagen compartida que dejaron las multifac¨¦ticas intervenciones en el reciente Foro La Toja: Espa?a contiene, en dosis elevadas, las virtudes y vicios del continente.
Primero, la foto a corto plazo y en t¨¦rminos absolutos, es que somos ricos y crecemos. Pero, si nos miramos con perspectiva y en t¨¦rminos relativos, somos m¨¢s pobres y menos din¨¢micos. Nuestra brecha con EE UU ha aumentado y Europa no tiene ni una empresa entre las 10 mayores del mundo por capitalizaci¨®n burs¨¢til ¡ªy s¨®lo una entre las 20 primeras¡ª. Y, mientras en el ecosistema americano brotan gigantes corporativos como setas, casi todas las grandes empresas europeas tienen m¨¢s de 50 a?os. Espa?a es una r¨¦plica diminuta de esta tendencia. Nuestra renta per c¨¢pita, que roz¨® la media de la UE a principios de este siglo, ahora apenas supera el 80%. Y atesoramos muchas pymes, pero pocas grandes empresas, lo que lastra la productividad y la innovaci¨®n.
Segundo, tanto Europa en general como Espa?a en particular poseen un capital humano muy formado y creativo, l¨ªder en desarrollo cient¨ªfico, pero ese talento no se traslada bien en actividad econ¨®mica. Tercero, ofrecemos garant¨ªas legales para los negocios, un robusto Estado de derecho y una fiable seguridad jur¨ªdica, pero tambi¨¦n desventajas legalistas, una burocracia oxidada y una regulaci¨®n hiperb¨®lica. El imperio de la ley nos hace fuertes, pero el reino del legalismo nos debilita. Cuarto, somos atractivos por nuestro generoso Estado del bienestar; pero despertamos recelos por el excesivo gasto en pensiones y partidas presupuestarias de dudosa rentabilidad social. El peso del sector p¨²blico sobre la econom¨ªa, y el escaso escrutinio sobre su impacto real, ha llegado a l¨ªmites insostenibles en Francia o Italia. Y Espa?a se les acerca.
En Bruselas y Madrid, los legisladores necesitan trazar l¨ªneas delgadas. La primera, entre fomentar la competencia y, al tiempo, permitir que surjan campeones europeos. Construir un aut¨¦ntico mercado ¨²nico, pero que no derive en un bazar continental. La segunda, entre agilizar los procedimientos administrativos y, a la vez, no favorecer las corruptelas. Y, la tercera, entre ampliar derechos sociales y, a la misma hora, recortar privilegios a grupos concretos. El problema es que cuando m¨¢s urge afilar el l¨¢piz legislativo es justo cuando los principales actores pol¨ªticos m¨¢s quieren usar el rotulador grueso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.