Europa quiere dejar de ser un pigmeo en un mundo de gigantes: c¨®mo crear superempresas para competir con EE UU y China
La UE solo tiene una compa?¨ªa entre las 20 m¨¢s grandes del mundo por valor en Bolsa. Para desarrollar conglomerados no basta con facilitar las fusiones: hay que construir un mercado ¨²nico que funcione
El dominio de Estados Unidos apabulla. En la lista de mayores empresas del mundo por capitalizaci¨®n burs¨¢til no hay ni rastro de la Uni¨®n Europea. Ni una sola entre las 10 primeras y apenas una entre las 20 de cabeza, la danesa Novo Nordisk, la compa?¨ªa que ha encontrado una mina de oro con Ozempic, el f¨¢rmaco contra la obesidad. No hay mucha diferencia cuando se observan otros rankings: tampoco hay empresas europeas entre las de mayor facturaci¨®n o con m¨¢s beneficios. La situaci¨®n se agrava cuando se pone el foco sobre las empresas tecnol¨®gicas. Basta un ejemplo. Hace poco m¨¢s de un a?o que entr¨® en vigor el reglamento de mercados digitales de la UE, que impone obligaciones adicionales a las grandes compa?¨ªas tecnol¨®gicas para no ahogar la competencia. Ni una sola de las empresas condicionadas por esa ley de los Veintisiete es europea.
Estas ausencias estuvieron presentes, de alguna forma, en el informe que ha elaborado el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi para que la econom¨ªa de la Uni¨®n Europea recupere competitividad. ?l mismo utiliz¨® alguna de ellas como ejemplo en su presentaci¨®n a comienzos de septiembre: ¡°Solo cuatro de las 50 mayores empresas tecnol¨®gicas del mundo son europeas¡±. En ese documento, como en el que meses antes lanz¨® otro ex primer ministro italiano, Enrico Letta, se pide flexibilizar la pol¨ªtica de Competencia de la Uni¨®n para facilitar que las compa?¨ªas europeas ganen tama?o. El viejo debate sobre c¨®mo crear gigantes corporativos europeos con tama?o suficiente para competir en la arena mundial, tener mucho m¨²sculo financiero para invertir e innovar, y si esto requiere ser m¨¢s laxos con las normas del mercado, vuelve al inicio de una nueva legislatura en la Uni¨®n. Un debate que suele envenenarse debido a que muchos pa¨ªses miran de reojo a Alemania y Francia, defensores de esa ret¨®rica, porque creen que, en realidad, Berl¨ªn y Par¨ªs hablan de campeones alemanes o franceses, recelos que alimenta la reciente reacci¨®n del Gobierno de Olaf Scholz al intento de compra de Commerzbank por Unicredit.
Tambi¨¦n hay contraindicaciones: ¡°No debemos olvidar que necesitamos supervisar a las compa?¨ªas grandes una vez que alcanzan poder de mercado. Las empresas poderosas a menudo ejercen su poder ahogando la competencia y perjudicando la innovaci¨®n que har¨ªa avanzar a la sociedad (en lugar de los propios objetivos de la empresa)¡±, avisa Viktoria Robertson, profesora de Derecho de la Competencia en la Universidad Econ¨®mica de Viena.
Pero el debate ha vuelto. Y la propia presidenta, Ursula von der Leyen, ha recogido el guante. ¡°Tu trabajo para modernizar la pol¨ªtica de Competencia incluir¨¢ la revisi¨®n de los criterios de control horizontal de fusiones. En ella deber¨¢n tenerse debidamente en cuenta las necesidades m¨¢s acuciantes de la econom¨ªa europea en materia de resistencia, eficiencia e innovaci¨®n, los horizontes temporales y la intensidad inversora de la competencia en determinados sectores estrat¨¦gicos, as¨ª como el nuevo entorno de defensa y seguridad¡±, expone la presidenta de la Comisi¨®n en la carta de las l¨ªneas b¨¢sicas que le encarga a la pr¨®xima responsable del departamento de Competencia, la espa?ola Teresa Ribera. Esta le ha tomado la palabra en una entrevista en este diario: ¡°S¨ª, vamos a reformarlas [las reglas de fusiones]. Para ganar agilidad y para concentrar los esfuerzos en dar a la industria una dimensi¨®n europea estrat¨¦gica. Pero la competitividad de Europa no se resuelve con tres o cuatro campeones nacionales. Necesitamos dimensi¨®n para competir en los mercados internacionales, pero tambi¨¦n que funcione el mercado interior, con un ecosistema empresarial en el que las cosas est¨¦n razonablemente equilibradas¡±.
Una cartera caliente
En la apertura del debate sobre reformas en competencia, principalmente en fusiones y ayudas de Estado, ha comparecido la titular actual, la danesa Margrethe Vestager, y su predecesor, el espa?ol Joaqu¨ªn Almunia. Ambos han deslizado advertencias. La primera a?ade que ¡°no hay pruebas de que las empresas con cuotas de mercado grandes est¨¦n dispuestas a invertir m¨¢s¡±. Por su parte, el socialista ha dejado escrito en un art¨ªculo reciente en EL PA?S que ¡°la pol¨ªtica de Competencia europea, con todos sus instrumentos, ha sido siempre una herramienta eficaz para incentivar inversiones y elevar la productividad¡±.
Ambos defienden su gesti¨®n ¡ª15 a?os suman entre los dos (de 2009 a 2024)¡ª al frente del departamento que estudia las operaciones corporativas m¨¢s grandes de la UE, da luz verde a ayudas de Estado o pone sanciones multimillonarias por abusos de mercado. Este departamento se ha enfrentado a cr¨ªticas muy duras de las capitales en momentos en que Bruselas ha vetado fusiones. Probablemente, el momento de mayor tensi¨®n fue cuando en 2019 fren¨® la uni¨®n de Siemens y Alstom. La reacci¨®n de Berl¨ªn y Par¨ªs fue furibunda. Firmaron un manifiesto conjunto en el que abogaban por una nueva pol¨ªtica industrial en la UE y ped¨ªan revisar los criterios para autorizar fusiones. La respuesta de Bruselas suele ser que la mayor parte de las operaciones se autorizan. Dan datos: en 2023 le llegaron 333 movimientos corporativos y solo intervino en 11, y eso no se traduce necesariamente en un fracaso de la operaci¨®n, aunque hay ocasiones en que s¨ª. Un caso reciente en Espa?a es el de Iberia y Air Europa.
Los n¨²meros de la Comisi¨®n, como buena parte de los argumentos que usan Vestager y Almunia, aparecen en el ¨²ltimo informe anual del departamento de Competencia. Aunque tambi¨¦n ese documento habla, como una tendencia futura a controlar, del aumento de la inversi¨®n en investigaci¨®n y desarrollo y nuevas tecnolog¨ªas como uno de los catalizadores de concentraciones empresariales.
Ante eso y para no perder pie, Draghi plantea en su informe que ¡°la econom¨ªa se ha orientado hacia sectores intensivos en innovaci¨®n (¡), en los que tanto la escala como la innovaci¨®n son fundamentales para competir, m¨¢s que los precios bajos¡±. No se trata de que las empresas ganen tama?o por ganarlo. ¡°No hablo de crear 27 monopolios nacionales¡±, aclaraba esta semana. Pero su informe apunta que en muchos sectores, como la tecnolog¨ªa, la dimensi¨®n ser¨¢ importante: ¡°La innovaci¨®n en este sector es r¨¢pida, las evaluaciones de las fusiones en ¨¦l deben valorar c¨®mo afectar¨¢ la concentraci¨®n propuesta al futuro potencial de innovaci¨®n, a pesar de su incertidumbre. Esto es m¨¢s complejo que la simple evaluaci¨®n del efecto sobre los precios¡±.
Aquel manifiesto que firmaron hace cinco a?os Alemania y Francia dec¨ªa algo parecido cuando ped¨ªa ¡°actualizar las actuales directrices sobre fusiones para tener m¨¢s en cuenta la competencia en el ¨¢mbito mundial, la posible competencia futura y el marco temporal a la hora de la evoluci¨®n de la competencia para dar a la Comisi¨®n Europea m¨¢s flexibilidad al evaluar los mercados de referencia¡±. Traducci¨®n: har¨¢n falta empresas europeas con muchos recursos para mantener el ritmo de grandes gigantes como Apple, Alibaba, Google o Nvidia en los albores de tecnolog¨ªas a las que se les supone disruptivas, como la inteligencia artificial o la computaci¨®n cu¨¢ntica, y analizar movimientos con criterios cl¨¢sicos (precios o cuotas de mercado) puede no ser suficiente.
El ejemplo del autom¨®vil
No obstante, desde el ¨¢mbito acad¨¦mico recuerdan que no todo pasa por el tama?o. Martin Peitz, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Mannheim (Alemania), admite que para ciertas actividades la escala empresarial es necesaria. Pero tambi¨¦n advierte de que no es la piedra filosofal: ¡°Los problemas de empresas como Volkswagen no llegan por su tama?o, sino porque carecen de competitividad a pesar de su gran tama?o¡±, explica en referencia a c¨®mo la industria europea del autom¨®vil est¨¢ perdiendo la carrera frente a los coches el¨¦ctricos chinos.
Los acad¨¦micos se?alan algunas precauciones sobre la flexibilizaci¨®n de la pol¨ªtica de Competencia y hacen hincapi¨¦ en otro de esos debates casi eternos en Bruselas: m¨¢s mercado ¨²nico. En realidad, est¨¢n tan ligados el uno al otro que casi son el mismo. ¡°Se pueden hacer ajustes, sobre todo, para agilizar tr¨¢mites de fusiones e implementar de manera m¨¢s sistem¨¢tica consideraciones sobre innovaci¨®n y simplificar regulaciones, como indica Draghi¡±, concede Xavier Vives, profesor de Econom¨ªa y Finanzas en IESE Business School, para a?adir a continuaci¨®n: ¡°La raz¨®n principal de que tengamos pocos campeones europeos, y muy pocos y peque?os relativamente en temas digitales, es la fragmentaci¨®n del mercado ¨²nico. La tarea n¨²mero uno es integrar el mercado de servicios y digital (y de datos), aparte del bancario y de capitales, telecomunicaciones y de la energ¨ªa, como destacan los informes de [Enrico] Letta y de [Mario] Draghi¡±.
Con menos palabras, apunta en la misma direcci¨®n Fiona ?Scott Morton, profesora de la Universidad de Yale: ¡°[La falta de empresas grandes] no se resuelve con cambios en la aplicaci¨®n de las normas de Competencia. Puede ayudarse con la profundizaci¨®n del mercado ¨²nico, de modo que no existan los enormes obst¨¢culos al crecimiento que muchas empresas europeas experimentan hoy en d¨ªa¡±, apunta por correo electr¨®nico esta prestigiosa economista estadounidense, quien estuvo a punto de ser economista jefe del departamento de Competencia de la Comisi¨®n hace un a?o, pero acab¨® renunciando por el rechazo de Francia y varios miembros del Parlamento Europeo.
El consenso es grande cuando se pregunta a expertos y tambi¨¦n en los informes recientes de los dos ex primeros ministros italianos: la base del problema est¨¢ en el mercado ¨²nico imperfecto que hay en Europa. El propio Draghi lo recordaba este lunes en Bruselas: ¡°Si la productividad es el objetivo, la escala en muchos de los sectores que analizamos se ha convertido, en cierto sentido, en un ingrediente esencial. Y la escala solo se consigue si integramos [m¨¢s] el mercado ¨²nico¡±. La joya de la corona de la Uni¨®n tiene carencias grandes que lastran su econom¨ªa y sus empresas. Falta integraci¨®n en segmentos clave: telecomunicaciones, defensa, sanidad o banca y capitales, lo que acaba por perjudicar la necesaria financiaci¨®n. Ah¨ª apunta Scott Morton: ¡°La uni¨®n del mercado de capitales ayudar¨ªa mucho a financiar la innovaci¨®n. Cuando los posibles beneficios son elevados, como lo ser¨ªan con toda la UE como mercado preparado, se estimula la innovaci¨®n¡±.
Avanzar en esa v¨ªa es acabar con ¡°el coste de la no Europa¡±, se?ala Cecilio Madero, ex alto cargo en la direcci¨®n general de Competencia y actual consultora de Apco, haciendo suya una de las frases que suelen o¨ªrse en Bruselas cuando se pone este tema sobre la mesa. Ese coste, el documento que prepar¨® Enrico Letta en abril, lo cuantificaba en un 10% del PIB de la UE.
Rebajar ese precio, por ejemplo, en el mercado de capitales pasa por autoridades reguladoras nacionales mucho m¨¢s coordinadas y con un ¨®rgano central m¨¢s fuerte ¡ªDraghi pide hacer con la ESMA, el supervisor burs¨¢til, lo mismo que se ha hecho con el BCE¡ª, armonizar leyes de quiebra o crear productos de ahorro comunes en toda la Uni¨®n (el proyecto de lanzar fondos de pensiones no acaba de arrancar y lo que hay no concita mucho inter¨¦s). Y esto no ser¨¢ tarea de Ribera, sino de la portuguesa Maria Lu¨ªs Albuquerque, a la que Von der Leyen le ha confiado la cartera de servicios financieros. Su objetivo ser¨¢ que las empresas en la UE, que ahora apenas logran un poco m¨¢s del 10% de financiaci¨®n en los mercados de capitales extrabancarios, se acerquen a las tasas de Estados Unidos o el Reino Unido (m¨¢s del 25%), mercados en los que es m¨¢s f¨¢cil captar el dinero para proyectos empresariales con bastante m¨¢s riesgo del que, en ocasiones, est¨¢n dispuestos a asumir los bancos, algo importante en la innovaci¨®n, que tanto dinero va a requerir.
Porque nadie niega que Europa necesita cantidades ingentes de inversi¨®n ¡ªla propia Comisi¨®n Europea habla de 800.000 millones al a?o, y la mayor parte debe llegar del sector privado¡ª si no se quiere quedar atr¨¢s respecto a ¨¢reas como China y Estados Unidos. Y no solo por razones econ¨®micas, desde que Rusia invadi¨® Ucrania, detr¨¢s de casi todo hay explicaciones geopol¨ªticas: empresas europeas m¨¢s innovadoras, competitivas y resilientes redundan en beneficio de una econom¨ªa que no deja de apoyar al pa¨ªs invadido (algunos hablan de econom¨ªa de guerra) y pretende hacer frente al tir¨®n del gigante emergente asi¨¢tico y la primera potencia mundial.
Ayudas de Estado
Y por esta v¨ªa cogen fuerza otros elementos fundamentales: ayudas de Estado y sectores sobre los que prestar m¨¢s cuidado e, incluso, eximir de obligaciones y controles. Vives, del IESE, matiza esto con flexibilidad: ¡°Los principios han de ser los mismos para todos los sectores y esto mismo ya diferencia su implementaci¨®n en realidades diferentes. Por ejemplo, no es lo mismo una ayuda de Estado en un sector con barreras a la entrada altas que uno con barreras bajas, uno sujeto a fuerte competencia internacional u otro protegido. Hay sectores estrat¨¦gicos desde el punto de vista de la seguridad y resiliencia y entonces hay que ver qu¨¦ tensi¨®n puede haber entre una ayuda de Estado y mantener un mercado competitivo¡±.
Sobre los precios, el gran temor que hay siempre a que crezcan en paralelo al tama?o de las empresas, este experto catal¨¢n se?ala: ¡°Lo que importa es el bienestar de los ciudadanos europeos y este depende no solo de los precios que pagan por los productos y servicios, sino tambi¨¦n de su calidad y variedad (que depende a su vez del nivel de innovaci¨®n)¡±.
Aunque los discursos que abogan por una mayor flexibilidad en la pol¨ªtica de Competencia y dar paso a las fusiones entre empresas de varios pa¨ªses o la profundizaci¨®n en el mercado ¨²nico, parecen sonar en el desierto cuando aparecen resistencias nacionales ante cap¨ªtulos como el del intento de compra de Commerzbank por la entidad italiana Unicredit. En Berl¨ªn, donde tanto enoj¨® el veto a la fusi¨®n de Siemens y Alstom, ponen ahora el grito en el cielo cuando ven que el segundo banco alem¨¢n puede estar dirigido desde Mil¨¢n. La reacci¨®n, para muchos expertos, se explica, m¨¢s bien, desde el nacionalismo econ¨®mico. Martin Peitz lo resume de forma te¨®rica: ¡°Las normativas nacionales y el proteccionismo nacional (por ejemplo, actuando contra las fusiones transfronterizas dentro de la UE que no plantean problemas de competencia) son perjudiciales para el mercado ¨²nico: provocan precios m¨¢s altos y dificultan la competitividad de las empresas europeas a escala mundial¡±.
El dilema de regular el mercado digital
Una de las consecuencias nocivas que pueden acarrear los gigantes empresariales es que acaben por ahogar la competencia y que abusen de su posici¨®n dominante en el mercado, perjudicando a los consumidores y rivales. En pocos sectores como en los mercados digitales se ha visto esto en las ¨²ltimas d¨¦cadas. La cantidad de expedientes que ha abierto la Comisi¨®n Europea y la cuant¨ªa de las multas impuestas lo atestiguan. Solo Google acumula multas por m¨¢s de 8.000 millones, a falta de las resoluciones definitivas de la justicia comunitaria.
El problema de todas esas sanciones y expedientes siempre ha sido el largu¨ªsimo procedimiento que se sigue desde que se pone en marcha hasta que acaba, tanto que muchas veces, cuando acaba, todo el mercado ha cambiado completamente y la sanci¨®n o el remedio impuesto ya no tiene mucho efecto. Para resolver esto, la Uni¨®n Europea ha dado un paso muy significativo con el reglamento de los mercados digitales, una norma que aprob¨® en 2022 pero que ha ido despleg¨¢ndose progresivamente a lo largo de 2023 y 2024. El concepto de esta ley consiste, revirtiendo la carga de la prueba, en imponer a estos grandes actores del sector obligaciones adicionales.
Pero la implantaci¨®n de esas exigencias, como destaca la profesora de la Universidad de Yale, Fionna Scott-Morton depende de su cumplimiento real. ¡°La DMA [reglamento de mercados digitales, por sus siglas inglesas] ya est¨¢ plenamente en vigor, pero no todas las plataformas parecen cumplirla¡±, ha apuntado en un art¨ªculo reciente en el centro de estudios Bruegel. Y, a¨²n a?ade m¨¢s: ¡°Europa no puede ser el regulador del mundo, si su normativa no cambia el comportamiento real en un plazo [de tiempo] razonable¡±.
Para forzar al cumplimiento del reglamento, Bruselas abri¨® en marzo de este a?o varios procedimientos contra varios de estos gatekeepers (nombre en ingl¨¦s con el que se llama a esas grandes plataformas digitales con obligaciones adicionales). Todos son sobre empresas estadounidenses: Alphabet, Apple, Amazon y Meta. Despu¨¦s han ido llegando otros.
Hace apenas un par de semanas dio un paso m¨¢s en la batalla con Apple, la firma que m¨¢s se est¨¢ resistiendo, seg¨²n apuntan varias fuentes del sector y comunitarias. Puso en marca dos procesos para decirle al gigante tecnol¨®gico qu¨¦ medidas tiene que aplicar para que iOS y iPadOS puedan ser interoperables por otras compa?¨ªas. Lo hizo de oficio y es la primera vez que daba este paso. Dentro de seis meses, deber¨¢ haberse resuelto.
De c¨®mo evolucionen estos procesos, depender¨¢ la ¡°legitimidad de la ley ante la sociedad¡±, se?ala Scott-Morton. Seg¨²n ella, si acaba por no aplicarse plenamente, ¡°los gatekeepers la consideraran opcional y no obligatoria¡±.
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