Ascensor
No hay nada m¨¢s importante que el tiempo, y sin embargo nada m¨¢s despreciado que la paciencia
Al llegar al portal me encuentro balance¨¢ndose a una anciana frente al ascensor que resulta ser una vecina agradable. Vuelvo de un partido de f¨²tbol y sin cambiarme, pues no me ducho con el equipo desde que descubr¨ª hace a?os en el vestuario que all¨ª todo el mundo se estaba depilando desde hac¨ªa a?os y nadie me hab¨ªa dicho nada. Me pregunta a qu¨¦ piso voy y estoy a punto de decirle que a mi casa, caballero, que es lo que se le viene diciendo aqu¨ª al taxista. La mujer est¨¢ alucinada y me mira de arriba abajo. Parece desconocer mi bautismo de sangre. ¡°Qu¨¦ hombre m¨¢s grande¡±, exclama mirando para arriba. Pienso que lo que pasa es que realmente ella es muy peque?a, pero en realidad es el ascensor, que es una cajita: siempre es el paisaje el que nos define. Mientras subimos se destapa amablemente pregunt¨¢ndome sobre esto y lo otro, y cuando llegamos a su piso me pregunta si estoy ¡°de paso¡±. ¡°Espero que s¨ª¡±, bromeo, ¡°porque quiero bajar en el quinto¡±. Sonr¨ªo extra?amente, como llegado del extranjero, all¨ª vestido de aquella manera tan rid¨ªcula, con el uniforme abutanado del equipo sali¨¦ndose del ch¨¢ndal, y ella pregunta al enterarse de que soy de fuera si estoy bien en Madrid: ¡°Como todos¡±, digo. ¡°No como todos, no como todos¡±, dice ella riendo mientras sale del ascensor. Me quedo pensando en una frase de Xacobe Casas: ¡°El mar parece inofensivo porque no tiene capit¨¢n. Por capricho, le nombran a alguno y se lo come¡±. As¨ª Madrid, que devora sin pesta?ear a quien se propone llegar y mandar. Especialmente vistoso en pol¨ªtica cuando llega gente de fuera a asaltar tronos impensables con otros c¨®digos y de repente los focos le deslumbran como a las liebres en la carretera, tal y como dijo Julio Iglesias que le pas¨® con la vida. Ese agujero negro que absorbe a quien desea poder e influencia antes de empezar el camino, pretendiendo llegar y extender el mapa como un general y que mueran otros. No hay nada m¨¢s importante que el tiempo, y sin embargo nada m¨¢s despreciado que la paciencia.
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