Errej¨®n como herramienta pol¨ªtica
Los medios conservadores usan la ca¨ªda del pol¨ªtico como arma contra el feminismo y la izquierda. Su suerte les importa un pimiento
Libre de Estilo estuvo en Madrid la semana pasada hablando con gentes que escriben en La Vanguardia, en EL PA?S, en P¨²blico, o que tertulian en Onda Cero. Dio tiempo a saludar en Barajas al honoris causa Vicente Vall¨¦s, recuperar a Marta Carazo y a Carlos Franganillo y hasta encontrarse con un exministro en un pasillo desangelado donde se encendi¨® una luz que llevaba m¨¢s de tres a?os apagada. Todos hablaban de ??igo Errej¨®n, claro. Algunos adelantaban nombres. De pol¨ªticos y de periodistas. Debe de haber miedo. El viaje dio incluso para comer papas con mojo (el mejor mojo, el de Madrid) y beber vino dulce de madrugada escuchando opiniones sobre el monotema. A la vuelta a la capital de los Estados Unidos de Europa, repasar la prensa conservadora o reaccionaria de la colonia hispana produce entre asco y n¨¢usea.
Los medios de derechas tuvieron que tomar una decisi¨®n editorial dif¨ªcil: ponerse del lado del feminismo y cargar contra Errej¨®n o defender al dirigente de M¨¢s Madrid y fundador de Podemos y atacar al mismo feminismo al que vienen atacando desde que Unidas Podemos y despu¨¦s Sumar entraron en el Gobierno. Ignacio Vidal-Folch lo tuvo claro, con dos titulares en pocos d¨ªas. El primero dec¨ªa: Errej¨®n: verdugo y v¨ªctima de un feminismo demente. El segundo: Cuanto m¨¢s lo lapid¨¢is, mejor me cae Errej¨®n. Whisky de garraf¨®n. Testosterona de viagra.
Errej¨®n es s¨®lo una herramienta, un martillo, porque su suerte les importa un pimiento. No van contra Errej¨®n, un machista que para ellos es una v¨ªctima de ¡°dos amantes decepcionadas¡±, culpable de nada, inocente ca¨ªdo en una trampa, alegan. Errej¨®n es la pistola que usan para amenazar al feminismo y a la izquierda, sobre todo la representada por mujeres. Odian los avances que el feminismo ha conseguido estos a?os con el empuje de f¨¦minas metidas en pol¨ªtica precisamente para lograr esos avances.
Odian que su pa¨ªs en 2024 no sea como era hace d¨¦cadas, cuando ellos eran j¨®venes e ir por ah¨ª metiendo la mano donde no les hab¨ªan invitado no era respondido por el ¡°feminismo demente¡± con un guantazo o una denuncia que acabara con sus carreras. Por eso ahora defienden a Errej¨®n, mostrando que no han entendido nada los ¨²ltimos d¨ªas, que creen que esto acabar¨¢ con el feminismo pol¨ªtico, cuando es su alimento, cuando ser¨¢ la base de cualquier propuesta social que no quiera aparecer como salida de un casino de capital de provincias del siglo XIX o de la cabeza chamuscada de un columnista reaccionario cercano al partido neonazi Hogar Social.
No todos son mayores. Por eso, Juan Manuel de Prada escribe que ¡°mucho m¨¢s grave que la conducta sexual del archivillano Errej¨®n nos parece dar p¨¢bulo a historietas guarras de se?oritas despechadas¡±. Por eso, Rebeca Argudo, la de los comentarios tr¨¢nsfobos contra Elizabeth Duval, explica a las v¨ªctimas que no son v¨ªctimas porque la violencia de Errej¨®n no fue un crimen ni violencia, sino ¡°circunstancias inc¨®modas, repugnantes, frustrantes, indeseables y fastidiosas¡±. Por eso, Maite Rico cree que Errej¨®n ha sido linchado por ese peligroso feminismo que ella no traga.
Pero si sales del columnismo que usa a Errej¨®n para atizar a sus fobias, encuentras en Ctxt una columna luminosa de Carolina Bescansa que indaga en c¨®mo ¡°en un ejercicio p¨²blico de clamorosa miseria comenzaron las insinuaciones en los plat¨®s y los susurros en los o¨ªdos de las periodistas¡±.
Tambi¨¦n estos d¨ªas ves dar lecciones desde la izquierda (porque la progres¨ªa tambi¨¦n recicla) a profesores como Pablo Iglesias, que jugaron a ser pol¨ªticos y ahora juegan a ser periodistas. Cuentan que ¡°se hablaba¡±, se dec¨ªa, se sab¨ªa lo que hac¨ªa Errej¨®n. Pero ellos, que estuvieron con ¨¦l desde que nacieron los movimientos a la izquierda del PSOE en el 15-M, que crecieron con ¨¦l, que salieron de copas con ¨¦l, que viajaron con ¨¦l, en lugar de hacer periodismo (si periodistas son) se dedican estos d¨ªas al chismorreo, como aquellas viejas de mi pueblo que vigilaban, tras los visillos, qui¨¦n ¡°hablaba¡± con qui¨¦n, cuando ¡°hablar¡± era un verbo tan amplio que algunas veces, de tanto hablar, acababas en la cama en pelotas.
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