La se?al de alarma y el ruido habitual
Deber¨ªamos exigir que nos alarmen mejor, como a adultos capaces de entender que la normalidad lo es porque a veces se rompe
De entre las frases que no auguran nada bueno, ¡°por no molestar¡± es de las peores. Hablo a veces de ella con una amiga. Por ejemplo, cuando su padre, ya mayor, decidi¨® mantener en secreto que hab¨ªa sufrido una ca¨ªda. El muy humano deseo de no importunar a m¨¦dicos y familia acab¨® transform¨¢ndose d¨ªas despu¨¦s en una seria operaci¨®n quir¨²rgica en plenas Navidades. A partir de cierta edad, y sobre todo si vives lejos de los tuyos, aprendes a tenerle p¨¢nico al ¡°por no molestar¡±. Hemos averiguado que la frase es hereditaria: a ambas nos saca de quicio, y a la vez, la usamos m¨¢s de lo debido. Cada vez que leo uno de esos hilos de X donde m¨¦dicos de urgencias se r¨ªen de ciudadanos que buscan ayuda por cuestiones que resultan ser banales, o cuando se hacen llamamientos generales a no sobrecargar la sanidad p¨²blica, pienso en lo da?inos que pueden ser estos mensajes, porque quienes los escuchan son justo las personas capaces de irse a la tumba con tal de no llamar a deshoras.
La versi¨®n social del ¡°por no molestar¡± se llama ¡°no generar alarma¡±, y aunque su intenci¨®n es t¨¦cnicamente impecable ¡ªc¨®mo no estar en contra del alarmismo¡ª olvida, como el padre de mi amiga, que lo improbable a veces tambi¨¦n ocurre. Durante las primeras semanas de la covid, medios y autoridades lanzaron mensajes de calma a una poblaci¨®n bastante despreocupada, despreciando entre todos la posibilidad de una pandemia solo porque no se recordaba otra. La confianza en que el futuro ser¨¢ tan previsible como el pasado se llama sesgo de normalidad, y los expertos en emergencias advierten de su peligro en caso de cat¨¢strofe. Tampoco ayudan nuestros instintos profundos: seg¨²n un estudio de 2004 de varios desastres a¨¦reos y mar¨ªtimos, entre el 10% y el 15% de las personas act¨²an de forma r¨¢pida y eficaz, otro 10% o 15% pierde los nervios y la mayor¨ªa, alrededor de un 75%, queda aturdida y desconcertada, a la espera de ver qu¨¦ hace el resto.
A veces la alarma salva y la prudencia mata. El conocimiento es capaz de romper patrones: por eso se repiten en cada vuelo las instrucciones de evacuaci¨®n. Pero resulta que nuestro sistema informativo est¨¢ muy enfermo. Sabemos m¨¢s de los huracanes de Florida que del comportamiento de la gota fr¨ªa que ha hecho estragos en Valencia; la informaci¨®n clim¨¢tica est¨¢ ideologizada y sujeta a desinformaci¨®n; en el eterno presente de las redes sociales, olvidamos experiencias de generaciones anteriores; entre la sobreabundancia de noticias y el estr¨¦s informativo, no ponderamos bien la importancia de un aviso oficial. Y a la vez est¨¢ tambi¨¦n todo lo bueno: la poblaci¨®n accede a informaci¨®n en tiempo real; documenta y difunde los hechos en v¨ªdeo y en directo; organiza ayuda para quienes, aterrados, quedan atrapados por el agua sin poder contactar a los servicios de rescate.
Espa?a a¨²n se est¨¢ familiarizando con el sistema de alertas para emergencias ES-Alert, que env¨ªa a todos los m¨®viles de una zona un mensaje de texto y un fuerte zumbido. Recibi¨® ciertas cr¨ªticas en sus primeras pruebas ¡ª¡±pitido orwelliano¡±, dijo alguien en internet¡ª cuando es una herramienta de ensue?o para la protecci¨®n civil. A¨²n no sabemos bien por qu¨¦, pero la Generalitat lo envi¨® demasiado tarde. Tampoco conocemos cu¨¢ntas vidas salv¨® a pesar de ello. Deber¨ªamos exigir que nos alarmen mejor, como a adultos capaces de entender que la normalidad lo es porque a veces se rompe. Y a la vez, comportarnos como tales, y aprender a distinguir entre la se?al de alarma y el ruido habitual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.