Unidad sin claridad
Es loable la concordia entre los gobiernos central y valenciano, pero los ciudadanos reclaman con raz¨®n m¨¢s eficacia
La dana no ha terminado, pero ya es uno de los peores desastres de la historia de Espa?a. M¨¢s de 200 muertos, miles de personas que no pueden vivir en sus hogares, miles de millones de euros en da?os materiales e infraestructuras que no podr¨¢n recuperarse en meses. Paiporta, Alfafar, Massanassa, Catarroja, Chiva, Utiel, Letur son lugares que ya est¨¢n en el negro libro de las cat¨¢strofes ocurridas en suelo espa?ol. Sin embargo, en medio del horror han aparecido cientos de vecinos cargando, barriendo y achicando agua. El impulso solidario de los ciudadanos lleg¨® a tal extremo que la Generalitat, aun reconociendo su buena fe, pidi¨® ayer que la masa de voluntarios que caminaba hacia los lugares afectados volviera a su casa o se dirigiera a centros de coordinaci¨®n para no colapsar las v¨ªas de acceso a los efectivos que trabajan sobre el terreno.
Por otro lado, desde el primer momento circulan los bulos que fomentan teor¨ªas conspirativas, insultan a la Agencia Estatal de Meteorolog¨ªa o buscan construir un relato de la tragedia que choca frontalmente con la realidad que han visto millones de espa?oles y padecido centenares de miles de valencianos: una dana de alto impacto reiteradamente anunciada por los cient¨ªficos de la agencia, una alerta tard¨ªa de la Generalitat a la poblaci¨®n y un desastre que est¨¢ costando mucho remediar. El ejemplo m¨¢s lamentable es la denuncia contra los responsables de Aemet por parte de Manos Limpias, el constante intoxicador de la vida p¨²blica espa?ola.
Parece evidente que existe un pacto de no agresi¨®n p¨²blica entre el Gobierno central y el de la Generalitat. Una decisi¨®n, la de ofrecer una imagen de unidad y colaboraci¨®n que aplaudimos desde el principio en este peri¨®dico porque es lo que la ciudadan¨ªa espera cuando est¨¢n en juego la vida y la muerte. Cualquier otra actitud habr¨ªa sido una irresponsabilidad. Pero pasan los d¨ªas y crece la desesperaci¨®n de quienes siguen sin saber nada de sus seres queridos, est¨¢n sin luz o sin agua, con sus calles colapsadas por un amasijo de coches o sin una casa en la que refugiarse. Y junto a la desesperaci¨®n se multiplican las cr¨ªticas ciudadanas y las preguntas sobre la cantidad de recursos disponibles para hacer frente al drama.
En medio a¨²n de una tragedia de esta magnitud, es incre¨ªble que haga falta recordar el reparto de competencias del ordenamiento espa?ol. La Generalitat valenciana tiene activado el nivel 2 de emergencia, que le permite conservar el mando, la competencia exclusiva sobre la gesti¨®n de la tragedia y solicitar la ayuda que crea necesaria al Gobierno central. Es decir, todos los efectivos que Defensa, Interior o cualquier otro ministerio env¨ªa estos d¨ªas a Valencia son los solicitados por el presidente Maz¨®n, que decide adem¨¢s en qu¨¦ lugar operan. El presidente valenciano puede solicitar el nivel 3 y que el Gobierno central se haga cargo de todo, pero no lo ha hecho. El Ejecutivo central puede decretar una ¡°emergencia de inter¨¦s nacional¡± y asumir la direcci¨®n de todo el dispositivo, una especie de 155 que despojar¨ªa a la Generalitat de sus competencias, pero tampoco lo ha hecho. Han optado por colaborar bajo el mando de la Generalitat, que es el representante legal del Estado en la comunidad. Es probablemente la soluci¨®n perfecta, pero ambos tienen que explicar con claridad por qu¨¦ cuatro d¨ªas despu¨¦s no se llega a todos los lugares que lo necesitan.
Un monstruo meteorol¨®gico ha tra¨ªdo dolor y desgracia. Su dimensi¨®n explica muchas cosas, pero no todas en pleno siglo XXI. La realidad del cambio clim¨¢tico hace temer nuevos episodios parecidos. La claridad y la pedagog¨ªa que ahora se haga no son solo un derecho de los afectados hoy, sino un aprendizaje para el futuro inmediato.
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