La ¡°generaci¨®n de cristal¡± solidaria
Los lectores escriben sobre la ayuda prestada por gente joven a los afectados de la dana en Valencia, el caso Errej¨®n, la necesaria dimisi¨®n de Carlos Maz¨®n, y las consecuencias del uso de la tecnolog¨ªa en la infancia
A nuestra generaci¨®n se la ha tachado de fr¨¢gil, ¡°comodona¡± y exagerada en cuanto al cambio clim¨¢tico sobre el que intentamos concienciar a la sociedad, pero una vez m¨¢s ha demostrado estar a la altura ante un desastre natural y las necesidades de la gente. Los componentes de la mal llamada generaci¨®n de cristal han sido los primeros en bajar al bazar de su casa y en andar una hora para ponerse a achicar agua, o m¨¢s bien barro, de casas cuyos propietarios ni conocen, y eso, queridos pol¨ªticos, es lo que se conoce en Valencia como germanor. No nos equivoquemos, no somos una generaci¨®n de cristal, somos una generaci¨®n consciente de los problemas actuales de nuestra sociedad: la salud mental, que tan perjudicada se va a ver ahora; y el cambio clim¨¢tico, que ya nos ha demostrado que no es una fake news, sino que viene arrasando con todo lo que pilla por delante.
Mar¨ªa Costa Barreda Medina. Torrent (Valencia)
Dimisi¨®n
La irresponsabilidad manifiesta en la gesti¨®n de la cosa p¨²blica deber¨ªa saldarse con la dimisi¨®n de los responsables, m¨¢xime si se han producido v¨ªctimas. Hasta aqu¨ª la l¨®gica. Pues no. Cada vez resulta m¨¢s com¨²n que dirigentes culpen al de al lado a cada suceso que ocurre, acusaci¨®n absurda en nuestro Estado auton¨®mico, en el que las competencias se encuentran netamente separadas. La gesti¨®n de las residencias, la pol¨ªtica de vivienda, la activaci¨®n de los planes de emergencia, entre otras, son competencia indiscutible de la administraci¨®n auton¨®mica. Las comunidades aut¨®nomas no se dise?aron para hacer oposici¨®n al Gobierno central, y mucho menos como trampol¨ªn partidista de sus dirigentes. Que no lo olviden.
Gonzalo de Miguel Renedo. Logro?o
El flautista de Hamel¨ªn
??igo Errej¨®n era para muchos la hermosa narraci¨®n de una izquierda idealista que se sustentaba sobre lo pragm¨¢tico. Consegu¨ªa conectar la abstracci¨®n de su pensamiento con el sentimiento de nuestros corazones. Errej¨®n hablaba y la bella melod¨ªa de un mundo mejor nos conmov¨ªa y nos reclutaba en su marcha. Con su comportamiento ha molestado y agredido a muchas mujeres, se ha traicionado a s¨ª mismo, a sus compa?eros de partido y a sus votantes. Ha destruido el sue?o que nos hab¨ªa inoculado. S¨®lo quedan v¨ªctimas. La perplejidad, la angustia y la devastaci¨®n que deja su enga?o son indelebles. La flauta dej¨® de sonar y descubrimos at¨®nitos que ya no quedaban ni?os en el pueblo.
Pedro Blanco Rodr¨ªguez. Alcobendas (Madrid)
Tecnolog¨ªa en la infancia
Como miembro de la generaci¨®n Z, me siento asustada y preocupada al constatar que la tecnolog¨ªa se ha convertido en algo normal y esencial en nuestras vidas, simplemente por el hecho de haber crecido junto a ella. Es triste ver como los ni?os han pasado de querer ir al parque a pasar la tarde mirando pantallas. A veces me paro a pensar qu¨¦ recuerdo guardar¨¢n esos ni?os de su infancia. Deber¨ªamos separar a los m¨¢s peque?os de la tecnolog¨ªa para que aprovechen y disfruten de su ni?ez, para que un d¨ªa puedan recordarla como algo m¨¢s que una simple pantalla.
Paula Garc¨ªa Garrido. Madrid