Diseccionando la generaci¨®n de cristal: ?los adolescentes de ahora son m¨¢s fr¨¢giles que sus padres y abuelos a su edad?
Muchos describen a estos chicos y chicas como vulnerables e incomprendidos, debido a la supuesta sobreprotecci¨®n ejercida por sus progenitores. Expertos y j¨®venes se preguntan si son justas estas etiquetas
Pasan las ¨¦pocas, los usos y las costumbres. El mundo evoluciona y, sin embargo, por encima de cualquier tipo de circunstancia, existe algo que se resiste a caer sepultado bajo los escombros que el transcurso de los a?os va dejando atr¨¢s: la tendencia inevitable a poner apelativos a las generaciones de j¨®venes a lo largo de la historia m¨¢s contempor¨¢nea. Los que nacieron entre 1946 y 1964 pertenecen a la numerosa colectividad del baby boom. Luego lleg¨® la magn¨¦tica generaci¨®n X, desencantada e individualista, y a ella le sigui¨® la de los llamados mileniales, tan sociables, tan creativos, tan multitarea¡ que dieron paso a los centenials, la tambi¨¦n llamada generaci¨®n Z, inmediatos, emprendedores y nacidos con un dispositivo digital bajo el brazo.
Pareciera que fuese necesario etiquetar a las diferentes generaciones de j¨®venes, independientemente del tiempo que les haya tocado vivir, con adjetivos que casi siempre suelen tener en com¨²n aspectos relacionados con la incertidumbre, el descontento o la incomprensi¨®n de sus mayores.
Y en esas est¨¢bamos cuando apareci¨® la ¨²ltima de las definiciones (hasta el momento): la generaci¨®n de cristal: mujeres y hombres entre los 15 y los 29 a?os que, a juicio de la fil¨®sofa Montserrat Nebrera, autora del concepto, representan un arquetipo de debilidad emocional achacado, en gran medida, a la sobreprotecci¨®n parental. ¡°Son de cristal por su fragilidad emocional, por su vulnerabilidad existencial, fruto de la ultraprotecci¨®n de sus padres. No en vano, su primera causa de muerte no natural es el suicidio¡±, afirma la propia Nebrera. ¡°Pero tambi¨¦n son de cristal por su transparencia, que les otorga una capacidad impresionante para recibir todo tipo de est¨ªmulos y procesarlos¡±, a?ade.
En este sentido, el psic¨®logo bilba¨ªno Luis de la Herr¨¢n, especialista en la atenci¨®n a adolescentes desde hace m¨¢s de 25 a?os, lo tiene claro: ¡°Yo no hablar¨ªa de generaci¨®n de cristal. M¨¢s bien dir¨ªa que las personas adultas que cuidan de ellos son y somos una generaci¨®n de manos de algod¨®n, porque intentan evitar, en la mayor medida posible, sentimientos de frustraci¨®n y aburrimiento, y eso es un gran error¡±, afirma Herr¨¢n. ¡°Si acostumbramos a nuestros adolescentes a cierta frustraci¨®n y a cierto aburrimiento, estaremos haci¨¦ndolos m¨¢s fuertes¡±.
?Por qu¨¦ son de cristal? ?Por qu¨¦ se rompen tan r¨¢pido?
Ana Howe tiene 26 a?os y se acaba de estrenar como profesora de M¨²sica en educaci¨®n secundaria. Junto con otros j¨®venes de distintas edades ha participado en el consejo asesor del estudio Generaci¨®n de Cristal. M¨¢s All¨¢ de las Etiquetas, que la Fundaci¨®n SM ha realizado con el objetivo de dilucidar hasta qu¨¦ punto la denominaci¨®n se corresponde con la realidad. ¡°Por mis circunstancias familiares, yo he pasado parte de mi adolescencia sola; me he acostumbrado a valerme por m¨ª misma en muchos momentos, as¨ª que yo no me siento sobreprotegida ni mucho menos d¨¦bil¡±, dice Howe.
Su opini¨®n coincide con algunas de las conclusiones del citado sondeo, en el que han participado no solo j¨®venes espa?oles, sino tambi¨¦n mexicanos, brasile?os o chilenos, y del que se extrae, por ejemplo, que un 66% de los y las adolescentes y postadolescentes encuestados creen que el t¨¦rmino generaci¨®n de cristal se utiliza injustamente para criticarlos. ¡°Es claramente una etiqueta peyorativa, pero a m¨ª me gustar¨ªa devolver la pregunta: ?por qu¨¦ somos de cristal? ?Por qu¨¦ se nos considera d¨¦biles? ?Por qu¨¦ nos rompemos tan r¨¢pido? Si la definici¨®n se utiliza solo para criticar las consecuencias y no para analizar las causas, ¨²nicamente servir¨¢ para generar pol¨¦mica¡±, sostiene Bego?a Gonz¨¢lez, estudiante de Psicolog¨ªa, de 21 a?os, y compa?era de Howe en el comit¨¦ asesor.
El estudio de la Fundaci¨®n SM tambi¨¦n arroja otro tipo de resultados, por ejemplo, que un 74% de los y las j¨®venes considera que las personas adultas los acusan de falta de esfuerzo en los estudios, en el trabajo o en la vida en general; o que un 62% opina que las generaciones anteriores lo tuvieron m¨¢s f¨¢cil para progresar que los j¨®venes actuales. ¡°Es cierto que existe un punto evolutivo en la adolescencia en el que confluyen rasgos de incertidumbre ante el futuro e incomprensi¨®n por parte de los adultos¡±, reconoce Gonz¨¢lez. Y es en este punto en el que surge la pregunta: ?realmente difiere tanto la generaci¨®n de cristal de las generaciones anteriores?
Fragilidad orientada a la empat¨ªa
El 29 de octubre de 1965, la banda brit¨¢nica The Who publicaba uno de sus temas m¨¢s emblem¨¢ticos, My Generation, cuya letra traducida ven¨ªa a decir algo as¨ª como: ¡°La gente intenta derribarnos / Solo porque estamos en movimiento / Todo lo que hacen es horriblemente fr¨ªo / Espero morir antes de hacerme viejo / Estoy hablando de mi generaci¨®n¡±. Solamente en esta primera estrofa, escrita hace la friolera de 57 a?os, se cumplen varios de los preceptos que hoy identifican a la generaci¨®n de cristal: negaci¨®n del esfuerzo y distancia frente a los adultos, cr¨ªticas a su forma de pensar¡
¡°Todas las generaciones han impugnado los modelos establecidos en su momento¡±, asegura Ariana P¨¦rez Coutado (34 a?os), investigadora especializada en juventud y directora del estudio de Fundaci¨®n SM. ¡°Este grupo de nacidas y nacidos despu¨¦s del a?o 2000 se resiste, por ejemplo, a escuchar que las condiciones laborales de sus mayores tambi¨¦n fueron precarias cuando comenzaron a trabajar y ponen en cuesti¨®n si esa es la forma ideal de enfrentarse al mercado laboral por primera vez¡±, concluye. Y es aqu¨ª donde el relato de la fragilidad empieza a cobrar significado, siempre orientado hacia la reivindicaci¨®n.
¡°A principios de siglo, la poblaci¨®n joven era mucho m¨¢s conformista, pero despu¨¦s de 2008, momento en el que todo vuela por los aires, la cosa empieza a cambiar¡±, contin¨²a P¨¦rez Coutado. ¡°En la actualidad, por poner un ejemplo, un 46% de los j¨®venes pertenecen a una organizaci¨®n medioambiental y un 28%, a m¨¢s de una. Es una cuesti¨®n existencial; en el caso concreto del clima, son conscientes de que los estragos les van a tocar seguro, pero ocurre lo mismo si hablamos de LGTBI, temas sociales o de salud mental, por ejemplo. Quiz¨¢s la diferencia radique en que ahora tenemos vocabulario para poder ponerle nombre a las cosas que nos pasan. En ese sentido, s¨ª nos reconocemos fr¨¢giles, pero dentro de una fragilidad orientada a la empat¨ªa¡±.
Ana Howe va incluso m¨¢s all¨¢: ¡°Se nos ha educado en la inteligencia emocional, en que no pasa nada por mostrar fragilidad, y luego lo que se nos devuelve cuando lo hacemos es que somos unos ¡®blanditos¡¯. Los j¨®venes no somos m¨¢s que un reflejo de ciertas decisiones que ha ido tomando la sociedad¡±. A esta ecuaci¨®n, en la que una de las variables es la educaci¨®n en lo emocional que menciona Howe, hay que a?adirle, sin duda, todo aquello que est¨¢ relacionado con lo digital y la pandemia, verdaderos elementos diferenciadores de esta generaci¨®n respecto a sus predecesores.
¡°A m¨ª, el confinamiento me pill¨® en primero de carrera. Justo cuando se cumpl¨ªa un a?o, en el segundo cuatrimestre de 2021, la sensaci¨®n que compart¨ªamos la mayor¨ªa de la clase era de un enorme desgaste f¨ªsico y emocional, y nadie sab¨ªa de d¨®nde ven¨ªa¡±, recuerda Gonz¨¢lez. ¡°La mitad de mi vida universitaria, que se supon¨ªa que iban a ser a?os locos, ha estado restringida. Y eso, obligatoriamente, pasa factura¡±. Irene Hernans¨¢iz, profesora de Educaci¨®n Secundaria y Bachillerato, lo ratifica: ¡°Han hecho un esfuerzo enorme; se les ha pedido que se quedasen en casa, han dejado de vivir experiencias que son cruciales en el desarrollo¡ Es profundamente injusto meter a todo este rango de la juventud en el mismo saco¡±.
Sin embargo, a juicio de Montserrat Nebrera ¡°han salido de la pandemia con un mayor aislamiento, conectados solo de manera digital, con desconcierto de identidad y un cierto desespero de fondo, porque saben que les corresponde vivir una ¨¦poca que, como la de sus abuelos, es claudicante¡±. Y remata con un augurio, cuanto menos, alentador: ¡°De su dolor, por las roturas que necesariamente sufrir¨¢n, emerger¨¢ genialidad, m¨¢s brillante, cuanta m¨¢s luz les atraviese¡±.
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