?Debemos mantener a los ni?os alejados de las pantallas durante el verano?
El per¨ªodo de mayor tiempo libre del a?o aumenta la preocupaci¨®n por los efectos del uso del m¨®vil en la salud mental infantil y adolescente. Los expertos apuntan a los adultos, para que revisen sus propias formas y tiempos de uso
La preocupaci¨®n por los efectos del uso del m¨®vil en la salud mental, especialmente en ni?os, ni?as y adolescentes, no es nueva. Seg¨²n un reciente informe de la organizaci¨®n Save the Children, el 58% utiliza internet de manera habitual desde los 11 a?os, y casi uno de cada tres la emplea frecuentemente desde antes de cumplir los 10. A medida que crecen, pasan m¨¢s horas conectados: hasta cuatro horas al d¨ªa, sin contar con el tiempo de conexi¨®n que dedican a deberes o tareas escolares.
Los ni?os comienzan cada vez antes a relacionarse con la red, llegando a los 7 a?os de edad. Y no solo eso, sino que llegan a tener un tel¨¦fono inteligente en propiedad demasiado pronto. As¨ª lo se?ala una investigaci¨®n recientemente publicada en la revista Journal of Youth and Adolescence. Una de sus autoras, Mercedes Mart¨ªnez, investigadora de la facultad de Psicolog¨ªa de la UNED y secretaria ejecutiva de la asociaci¨®n Infancia y Comunicaci¨®n, explica que han encontrado que la edad no determina una mayor vulnerabilidad en el consumo de contenido online. Sin embargo, s¨ª parece influir la propiedad del tel¨¦fono: tanto en los niveles de malestar de los menores de edad, que son m¨¢s elevados, como en las estrategias de educaci¨®n de los padres, cuya eficacia se reduce.
Esta investigadora admite, como madre de dos hijos de 12 y 14 a?os, que puede ser complicado retrasar la edad de cesi¨®n de esa propiedad: ¡°Para ellos es una cuesti¨®n de ser mayores, algo as¨ª como la graduaci¨®n, y desde luego es una cuesti¨®n determinante frente a sus iguales¡±. Tambi¨¦n reconoce que si no acceden a esos canales de comunicaci¨®n compartidos, probablemente estar¨¢n o se encontrar¨¢n m¨¢s aislados. Pero, con los datos en la mano, considera que ¡°cada d¨ªa que pasan sin pantallas es un regalo para ellos, algo as¨ª como darles de comer verduras buenas y no solo chuches. En nuestra investigaci¨®n, su malestar estaba relacionado con sentirse peor consigo mismos, admitir tener problemas de consumo e imitar comportamientos peligrosos de los influencers que segu¨ªan¡±.
La idea del desplazamiento
El verano trae consigo m¨¢s tiempo libre, pero ese tiempo extra ha sido colonizado por lo digital, desplazando otras actividades fuera de la pantalla y afectando h¨¢bitos saludables, como el sue?o o la alimentaci¨®n. Algunos estudios apuntan que, quiz¨¢s, el aumento de problemas y patolog¨ªas de salud mental en la infancia y adolescencia podr¨ªa no ser solo consecuencia del uso de pantallas, sino de falta de calle, de juego f¨ªsico, de contacto con iguales.
¡°Si hago una cosa, no puedo hacer otra. Si paso todo el tiempo mirando el m¨®vil, no salto, no corro, no juego, no hablo, no conozco amigos nuevos¡±, se?ala Mart¨ªnez. Esto, para la investigadora, no ocurre solo en la infancia e invita a los adultos a preguntarse qu¨¦ actividades han sido desplazadas: ¡°Habr¨ªa que ver cu¨¢ntos de nosotros admitimos que pasamos m¨¢s tiempo del que deber¨ªamos mirando las pantallas y cu¨¢nto de ese tiempo no estar¨ªa mejor invertido en hablar, jugar, correr y compartir el tiempo con nuestros hijos. Ellos aprenden por modelado, no por lo que decimos, sino, sencillamente, por lo que nos ven hacer¡±.
Clara Burriel, especialista de Save the Children en protecci¨®n de la infancia frente a la violencia, tambi¨¦n cree que las personas adultas tenemos un papel clave en el ejemplo que damos a ni?os, ni?as y adolescentes en relaci¨®n con el uso de estos medios: ¡°Las tecnolog¨ªas y el entorno digital se han convertido en una parte m¨¢s de nuestras vidas y, poco a poco, la l¨ªnea que separa el mundo f¨ªsico del virtual ha ido desapareciendo: el mundo digital est¨¢ intr¨ªnsecamente ligado a nuestra cotidianeidad, a nuestras rutinas y a casi todas las facetas de nuestra vida¡±.
Sobre esto, Kepa Paul Larra?aga, soci¨®logo de la infancia y vicepresidente de la asociaci¨®n Grupo de Sociolog¨ªa de la Infancia y la Adolescencia (GSIA), arroja una cr¨ªtica a ¡°la visi¨®n simplista que en muchas ocasiones se da a este asunto¡± y considera que proponer medidas restrictivas, como prohibir el uso de m¨®viles hasta los 16 a?os, sin considerar la complejidad social y la necesidad de estos dispositivos por parte de ni?os de familias con pocos recursos, es un error. ¡°Hay una falta de enfoque en los derechos de los ni?os en el debate social y en las medidas legislativas, adem¨¢s de una tendencia a patologizar y a estigmatizar a la infancia y adolescencia en lugar de centrarse en su bienestar¡±, opina.
Normas consensuadas y alternativas saludables
El verano tambi¨¦n puede ser una oportunidad para restablecer las reglas familiares sobre el tiempo de uso del m¨®vil y aprovechar para intentar que el desplazamiento de lo offline por lo online sea menor. Burriel anima a los padres a aprovechar este periodo para revisar junto a los hijos las normas de uso de dispositivos por parte de todos los miembros de la familia; o para crear esas normas, si no se hab¨ªa hecho a¨²n. ¡°Es interesante fomentar un di¨¢logo intergeneracional para encontrar soluciones consensuadas y sostenibles. Por supuesto, sin olvidar la necesidad de pensar en alternativas saludables al ocio digital que nos permitan disfrutar del tiempo libre sin depender exclusivamente de la tecnolog¨ªa¡±, se?ala esta especialista.
Adoraci¨®n D¨ªaz, profesora e investigadora del grupo de ciberpsicolog¨ªa de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), a?ade que, adem¨¢s de fomentar en el hogar h¨¢bitos de ocio saludables, tales como la lectura o los juegos de mesa, los progenitores deben actuar como modelos. ¡°Los ni?os copian lo que sus padres y madres hacen. El verano es una ¨¦poca para descansar, expandirse y disfrutar del tiempo libre. En este sentido, no parece una opci¨®n realista privarnos del uso de los dispositivos; sin embargo, debemos estar atentos para no consumir los meses de julio y agosto entre reels y TikToks¡±, apunta.
Desde la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa animan a la elaboraci¨®n de un plan digital familiar, a trav¨¦s del cual las familias pueden establecer unas normas de uso y disfrute para toda la familia. Para ello, ofrecen informaci¨®n, herramientas y una plantilla desde la que poder trabajar con ideas como aumentar el ejercicio f¨ªsico en familia, evitar tiempos prolongados de pantallas, establecer zonas libres de pantallas o l¨ªmites de tiempo, entre otros. Y advierten de que el primer paso, por supuesto, es la revisi¨®n de los adultos de sus propias formas y tiempos de uso.
El m¨®vil, fuera de la mesa y de la cama
Adoraci¨®n D¨ªaz recuerda que es importante saber que hay dos barreras que no deber¨ªan pasarse: el descanso y las comidas en familia. ¡°No se recomienda el uso de dispositivos durante la noche, ya que pueden interferir en la calidad del descanso y se relacionan con problemas de insomnio¡±, dice esta investigadora. Tambi¨¦n se?ala que se desaconseja el uso de los dispositivos durante las comidas y sugiere ¡°aprovechar esos momentos para conversar y disfrutar en familia¡±.
Seg¨²n Mercedes Mart¨ªnez, los hallazgos de su estudio sobre la propiedad de los smartphones destacan la necesidad de que los padres, madres y educadores dialoguen abiertamente con los ni?os y ni?as sobre los riesgos y falsedades del contenido de influencers, y consideren cuidadosamente la decisi¨®n de proporcionar a los menores un tel¨¦fono inteligente. ¡°No se trata de juzgar, sino de advertir que es deseable retrasar todo lo posible la posesi¨®n del m¨®vil; adem¨¢s de un di¨¢logo constante sobre lo que es real y no en redes sociales¡±, afirma Mart¨ªnez.
El soci¨®logo Kepa Paul Larra?aga insiste en que se debe distinguir entre adicci¨®n y uso intensivo de actividades digitales, y recuerda que, si bien la Organizaci¨®n Mundial de la Salud clasific¨® la adicci¨®n a videojuegos como enfermedad en 2022, estos nacen en los a?os 70 del siglo pasado y, a partir de esa ¨¦poca, fue frecuente tenerlos en locales espec¨ªficos en muchos barrios de las ciudades espa?olas. ¡°Aquellos salones de m¨¢quinas recreativas eran lugares s¨®rdidos donde acud¨ªan, en mayor o menor medida, los actuales madres y padres. Los comentarios de la ¨¦poca tuvieron que ser negativos ante el vicio de los entonces adolescentes de jugar a los videojuegos, tanto en m¨¢quinas en establecimientos como a trav¨¦s de consolas¡±.
Larra?aga propone aprovechar para comparar el uso de pantallas entre adolescentes y adultos para una evaluaci¨®n justa, y repensar c¨®mo les estamos acompa?ando para un mejor uso. ¡°Tenemos una oportunidad de acompa?amiento de los hijos para que adquieran de manera progresiva su autonom¨ªa y emancipaci¨®n digital, que es lo que pide el Comit¨¦ de Derechos del Ni?o de Naciones Unidas, en su observaci¨®n general 25 sobre el entorno digital. Mejor preguntarles, escucharlos y, sobre todo, acompa?arlos sin el ejercicio de un paternalismo rampante¡±, afirma.
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