Trump 2.0: una relaci¨®n transaccional con Europa
Todos sabemos que los miembros de la UE empezar¨¢n un doble juego, tan natural como peligroso. Grandes y peque?os intentar¨¢n negociar sus prioridades con Washington
La contundente victoria de Donald Trump y del Partido Republicano en las elecciones norteamericanas no es una sorpresa imprevista. Ven¨ªa descrita como una de las posibilidades que han manejado en las ¨²ltimas semanas analistas pol¨ªticos y autoridades de todo el mundo.
La incertidumbre sobre el resultado permit¨ªa especular sobre el modelo de relaci¨®n entre la Uni¨®n Europea y Estados Unidos para los pr¨®ximos cuatro a?os. Esta inc¨®gnita se resolvi¨® el pasado martes. La Uni¨®n Europea y los Estados Unidos comienzan desde hoy una etapa que ya conocemos: la relaci¨®n transaccional.
Hace siete a?os empezamos en Europa un periodo de adaptaci¨®n a una nueva relaci¨®n transatl¨¢ntica, que tuvo tres fases. Un comienzo negacionista, como si la relaci¨®n transatl¨¢ntica no pudiera ser sustancialmente distinta a la que conoc¨ªamos. Una fase de aprendizaje, tras comprender que el cambio era real y en muchos aspectos permanente. Y, por ¨²ltimo, una titubeante puesta en marcha de los instrumentos necesarios, internos y externos, para ser consecuentes con esa nueva realidad.
El par¨¦ntesis de Joe Biden hizo creer a algunos que podr¨ªamos ahorrarnos parte del coste que supon¨ªa reducir las dependencias exteriores, en particular en el ¨¢mbito de la seguridad. Bajo el paraguas de la autonom¨ªa estrat¨¦gica hab¨ªa como mucho regulaci¨®n. Pero apenas dinero, nacional o europeo.
Los cambios internos necesarios para afrontar la soledad de la Uni¨®n Europea quedaron se?alados en la pasada legislatura europea y en los recientes informes de Enrico Letta y Mario Draghi, pero todos somos conscientes de la fragilidad de nuestro marco regulatorio y de nuestra arquitectura institucional. La mayor parte de nuestras dependencias siguen vigentes y la ausencia de voluntad pol¨ªtica para superarlas no ha cambiado.
Por tanto, el regreso de Trump confirma la direcci¨®n, pero no el camino. En su primera presidencia, el comienzo fue turbulento no solo por el cambio de paradigma, sino tambi¨¦n por la inconsistencia de la nueva Administraci¨®n norteamericana. Lo cierto es que con el tiempo ambas partes empezaron a entender lo que hab¨ªa que hacer para llegar a acuerdos. Es de esperar que en la segunda presidencia de Trump nos ahorremos esta fase tan est¨¦ril.
En el ¨¢mbito de las relaciones econ¨®micas pasaremos de ¡°la valla alta para el patio peque?o¡± de Biden a un modelo indeterminado de nuevo proteccionismo. Caso a caso en sus objetivos, sus m¨¦todos y sus v¨ªctimas. Un modelo en el que los acuerdos se negociar¨¢n de manera independiente para obtener resultados tangibles. Defensa a cambio de acceso a mercados, regulaci¨®n por aranceles, tecnolog¨ªa por privacidad¡ Un abanico muy amplio de trueques que afectar¨¢ a los m¨¢s diversos ¨¢mbitos de la relaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica.
Hay quien piensa en Bruselas que es incluso posible que encontremos una zona de aterrizaje com¨²n en Ucrania. Un reparto de tareas m¨¢s desequilibrado en el que Europa financia y Estados Unidos proporciona armamento. M¨¢s dif¨ªcil es imaginar si podremos estar juntos en Oriente Pr¨®ximo.
Lo que interesa destacar hoy es que esta nueva etapa exige liderazgo en la Uni¨®n Europea. Creo que hace siete a?os cont¨¢bamos en el Consejo con figuras capaces de ejercerlo. Muchos recordar¨¢n la imagen de la canciller Angela Merkel frente a Trump en la cumbre del G-7 de Canad¨¢ en 2018. Pero da la impresi¨®n de que en las condiciones actuales, ni Berl¨ªn, ni Par¨ªs pueden proporcionar el liderazgo que necesitamos.
La duda est¨¢ en si la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, podr¨¢ ejercerlo. En la legislatura pasada fue capaz de dirigir la Uni¨®n con firmeza y acierto en circunstancias extraordinarias, destacando la respuesta a la crisis sanitaria y la aprobaci¨®n de los fondos europeos Next Generation. Pero en esto, como en las otras crisis que hemos vivido estos a?os, contaba con un Consejo capaz de dar el apoyo pol¨ªtico que necesitaba la Comisi¨®n. ?Seguir¨¢ siendo el caso? ?Nos encontraremos con un Consejo dividido por la presi¨®n norteamericana?
Todos sabemos que los Estados miembros de la Uni¨®n Europea empezar¨¢n un doble juego, tan natural como peligroso. Grandes y peque?os intentar¨¢n negociar sus prioridades con Washington. La Comisi¨®n Europea utilizar¨¢ sus competencias, empezando por la exclusiva en pol¨ªtica comercial, para acotar esos di¨¢logos bilaterales. La lucha por limitar los da?os en la relaci¨®n econ¨®mica transatl¨¢ntica ser¨¢ dura y enfrentar¨¢ los intereses nacionales a los arbitrajes europeos.
El Gobierno de Espa?a debe estar preparado para participar en este proceso como le corresponde a un socio leal y responsable. Leal con los procesos europeos. Responsable ante sus ciudadanos y empresas a los que debe proteger.
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