Reflexi¨®n sobre la dana: la tragedia y la respuesta del pueblo
El cambio clim¨¢tico no solo cobra vidas; tambi¨¦n lo hacen la ignorancia, la incompetencia y la falta de humildad frente a la ciencia y a la naturaleza
Seg¨²n sub¨ªan los decibelios de la disputa pol¨ªtica espa?ola, las lluvias torrenciales nos han recordado una vez m¨¢s la vulnerabilidad de nuestro pa¨ªs frente a la furia de la naturaleza, una vulnerabilidad que, aunque vivimos en una naci¨®n pr¨®spera, sigue dejando huella en la vida y en el trabajo de miles de personas. Esta ¨²ltima dana, alimentada por los efectos del cambio clim¨¢tico y agravada por la falta de previsi¨®n y de recursos p¨²blicos, se ha convertido en una cat¨¢strofe devastadora para las comunidades m¨¢s afectadas. Como se?ala la estrofa del cantautor valenciano Raimon: ¡°Basta que llueva mal para que nos alcance la cat¨¢strofe¡±. Es un lamento que refleja la fragilidad de un pa¨ªs donde el clima extremo se vuelve cada vez m¨¢s com¨²n y m¨¢s agresivo.
Queremos expresar nuestro m¨¢s profundo dolor por las vidas perdidas y nuestro apoyo a quienes han perdido su hogar, sus ilusiones y sus bienes. No obstante, el dolor y la solidaridad no son suficientes. Es urgente concluir los trabajos para encontrar a todas las personas fallecidas, enterrar en paz a los muertos y devolver la dignidad a los vivos, pero tambi¨¦n es fundamental cuestionarnos por qu¨¦ llegamos aqu¨ª y c¨®mo evitamos que vuelva a suceder. Las lecciones tras la dana deben ir mucho m¨¢s all¨¢ de la necesaria recuperaci¨®n.
No podemos hablar de esta tragedia sin reconocer la inmensa solidaridad que la ciudadan¨ªa est¨¢ demostrando en estos momentos tan dif¨ªciles. Los voluntarios, vecinos y personas trabajadoras de m¨²ltiples sectores, han sido los primeros en acudir, supliendo las carencias de medios y previsi¨®n de las instituciones competentes en las zonas anegadas. La ayuda ciudadana ha sido clave para dar esperanza, brindar refugio y consuelo a los afectados, y empezar a limpiar el lodo de las calles. Esta generosidad y compromiso colectivo resaltan lo mejor de nuestra sociedad, pero tambi¨¦n evidencian que hubo falta de preparaci¨®n, de previsi¨®n y de recursos para enfrentarse a una situaci¨®n de esta magnitud, a pesar de los avisos que se fueron generando antes de que se produjera esta inmensa desgracia. Es inaceptable que sean siempre las personas, con su valent¨ªa y sacrificio, quienes terminen intentando suplir los vac¨ªos dejados por una gesti¨®n tan ineficaz.
La realidad de un clima cambiante y extremado nos exige repensar c¨®mo gestionamos y financiamos los servicios p¨²blicos. La importancia de contar con servicios bien dotados y bien financiados es incuestionable para afrontar este tipo de fen¨®menos y, sin embargo, a menudo se infravalora su papel hasta que llega la cat¨¢strofe. Un pa¨ªs no puede ser verdaderamente resiliente si no apuesta por una buena pol¨ªtica fiscal que sostenga un sistema p¨²blico capaz de prever y actuar eficazmente. No solo para responder en los primeros momentos de las crisis, sino tambi¨¦n para poder dar soporte eficaz a las dificultades de subsistencia que irremediablemente terminan afectando a personas trabajadoras, aut¨®nomos y empresas. Esta es una responsabilidad de todos los actores pol¨ªticos y sociales: entender que, sin servicios p¨²blicos robustos, cada tormenta pone en riesgo vidas, trabajos y bienestar.
Es ineludible exigir responsabilidades que procedan por la deficiente gesti¨®n de esta crisis. Las respuestas que se han ofrecido no han sido adecuadas ni proporcionadas a la magnitud del desastre. La falta de planificaci¨®n y dotaci¨®n de recursos ha puesto en peligro a miles de ciudadanos y ciudadanas. La clase trabajadora y las comunidades afectadas no pueden seguir pagando el precio de resoluciones tard¨ªas, err¨®neas o negligentes. Exigimos una evaluaci¨®n de cada una de las decisiones tomadas, que se examinen las actuaciones y que se asuman las consecuencias de la inacci¨®n y la falta de previsi¨®n y coordinaci¨®n, implementando cambios inmediatos para que una tragedia as¨ª no vuelva a repetirse. El pueblo que sufre y es solidario necesita respuestas.
Adem¨¢s, no debemos subestimar el da?o de la desinformaci¨®n. En tiempos de crisis, los bulos y la manipulaci¨®n informativa agravan el sufrimiento y dificultan la respuesta. Los bulos tambi¨¦n matan, sembrando la confusi¨®n, la desconfianza y el miedo, debilitando la capacidad de reacci¨®n de las comunidades. Los bulos tambi¨¦n nos han da?ado en esta crisis. Es hora ya de dotarnos de una protecci¨®n firme contra la proliferaci¨®n de mentiras que en momentos de emergencia a?aden a¨²n m¨¢s peligros y obst¨¢culos.
El cambio clim¨¢tico no solo cobra vidas; tambi¨¦n lo hacen la ignorancia, la incompetencia y la falta de humildad frente a la ciencia y a la naturaleza. La emergencia clim¨¢tica est¨¢ aqu¨ª y no podemos responder con recortes de recursos p¨²blicos ni negacionismo. Nos corresponde a todos enfrentar esta realidad de forma directa y decidida.
Es evidente que esta dana es una advertencia de que estamos en la antesala de algo m¨¢s grande, una crisis clim¨¢tica que no distingue fronteras ni respeta el calendario. En este contexto, los sindicatos abordamos estos desaf¨ªos con determinaci¨®n y conciencia, comprometidos en defender a la clase trabajadora y a luchar por un futuro en el que nuestras infraestructuras, pol¨ªticas y valores est¨¦n a la altura de las amenazas clim¨¢ticas que enfrentamos. Abrazamos desde aqu¨ª a todos los que lo han perdido todo y reiteramos nuestra solidaridad con cada persona golpeada por esta cat¨¢strofe.
Es momento de actuar con unidad, responsabilidad y visi¨®n de futuro.
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