Emociona
Qui¨¦n no se conmueve cuando alguien ayuda sin esperar nada a cambio, cuando alguien se llena de lodo porque otro lo necesita
Emociona pensar pisando las calles embarradas del barrio de La Torre de Valencia, las inundaciones de los locales de Benetusser, las viviendas perdidas de Alfafar, toda la impresionante solidaridad movilizada, la cantidad de voluntarios de Valencia y del resto de Espa?a que vaciaron los comercios de sus ciudades de guantes, botas, cubos y palas para sacar el barro del asfalto, los restos de enseres de las casas inutilizadas, los muebles que las lluvias desplazaron y los coches que aparecieron kil¨®metros m¨¢s all¨¢; emociona, en fin, la reacci¨®n de un pa¨ªs que se hace ayudando a los otros, a los que entiende que tambi¨¦n son suyos, y lo hace en su tiempo libre o lo reclama en su tiempo laboral (esos electricistas, carpinteros, cristaleros aut¨®nomos), y los alcaldes y concejales que duermen como tantos unas pocas horas al d¨ªa. Pienso en eso y en toda esa gente, todo ese movimiento, toda esa rabia canalizada en el esfuerzo f¨ªsico (?qu¨¦ ser¨¢ de ella despu¨¦s?), emociona pero es normal, qui¨¦n no se emociona cuando alguien ayuda sin esperar nada a cambio, cuando alguien se llena de lodo porque otro lo necesita. ?Qu¨¦ emocionaba de verdad, entonces? ?Qu¨¦ era realmente lo admirable, lo que sin duda era digno de menci¨®n, por m¨¢s rutinario que parezca? Pues esos pocos espa?oles que no estaban ayudando en las calles ni pensaban hacerlo, pero dos gotas despu¨¦s de la primera lluvia se pusieron a maquinar en sus casas, con cuatro tel¨¦fonos m¨®viles, la manera de sacar r¨¦dito de la tragedia; esas gentes que cuando anuncian su disposici¨®n de ayudar no compran una pala, sino que descuelgan el tel¨¦fono y llaman al primo de un asesor del ministro: ¡°Oye, esto es una cat¨¢strofe, hay que arrimar el hombro¡±, y empiezan a idear comisiones y sobornos, y donde todos ven inundaciones de aguas ellos la ven de dinero, esforzados miserables, y comienza un baile siniestro de concursos no adjudicados o ama?ados, de comisiones disparatadas, de tr¨¢fico de influencias bien engrasadas que van a terminar con unos recogiendo mierda y otros fabric¨¢ndola; con unos perdiendo la casa en su pueblo y otros compr¨¢ndola en la playa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.