Francia y Alemania: un vac¨ªo preocupante en el tim¨®n de Europa
Las crisis pol¨ªticas simult¨¢neas en los dos pa¨ªses dejan a la UE sin un liderazgo claro ante la presi¨®n de Putin y la llegada de Trump
No puede haber una Europa fuerte sin una Alemania y una Francia fuertes. Por eso debe preocuparnos que en el peor momento posible, con el nacionalismo norteamericano de Donald Trump a punto de volver a la Casa Blanca y en medio de crecientes dudas sobre el apoyo a Ucrania ante la agresi¨®n rusa, haya un vac¨ªo de poder simult¨¢neo en ambos pa¨ªses. La crisis pol¨ªtica en los motores hist¨®ricos de la integraci¨®n de continente merma su influencia en el club y en el mundo. Y m¨¢s grave, lastra la capacidad de los europeos para responder a un doble desaf¨ªo que se plantear¨¢ en los pr¨®ximos meses. De un lado, con el inicio en enero de la segunda presidencia de Trump en Estados Unidos. Del otro, la entrada en la fase decisiva de la guerra ruso-ucrania, que podr¨ªa desembocar en negociaciones y sellar el futuro de Ucrania como Estado soberano, europeo y anclado en Occidente, o como un pa¨ªs bajo la influencia de la Rusia de Vlad¨ªmir Putin.
Una moci¨®n de censura votada por la izquierda y la extrema derecha puso fin el mi¨¦rcoles al breve mandato del primer ministro franc¨¦s Michel Barnier, presentado por Macron hace solo tres meses como la soluci¨®n tras unas elecciones legislativas adelantadas que dejaron la Asamblea Nacional partida en tres bloques y sin una mayor¨ªa s¨®lida. La extrema derecha de Marine Le Pen lo hizo caer al apoyar una moci¨®n de censura de la izquierda provocada por los presupuestos. En medio de toda esta secuencia, otra disputa presupuestaria romp¨ªa la coalici¨®n de socialdem¨®cratas, ecologistas y liberales en Alemania. El canciller socialdem¨®crata, Olaf Scholz, destituy¨® el 6 de noviembre al ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, y convoc¨® elecciones para el 23 de febrero. De nuevo, cuesti¨®n de prioridades econ¨®micas: socialdem¨®cratas y ecologistas defend¨ªan m¨¢s inversiones. Los liberales abogaban por la austeridad. Era una ecuaci¨®n irresoluble.
El resultado es un presidente franc¨¦s al que le quedan dos a?os y medio de mandato pero sin mayor¨ªa parlamentaria y sin la posibilidad de volver a convocar elecciones legislativas hasta junio. Y un canciller alem¨¢n tambi¨¦n en minor¨ªa y a la espera del veredicto de las urnas en unas elecciones en las que, seg¨²n los sondeos, parte en desventaja ante el democristiano Friedrich Merz. El riesgo de ingobernabilidad, por la falta de mayor¨ªas parlamentarias en Francia y por las divisiones en la coalici¨®n en Alemania, agrava la situaci¨®n. En ambos casos, el de Macron al disolver la Asamblea en julio y el de Scholz al adelantar las elecciones, el objetivo era la ¡°clarificaci¨®n¡± de la situaci¨®n pol¨ªtica. El resultado puede acabar siendo mayor incertidumbre cuando la estabilidad es un valor en s¨ª misma.
Los alemanes elegir¨¢n un nuevo Bundestag en febrero y es probable que la extrema derecha aumente su presencia parlamentaria, pero se da por hecho que el pr¨®ximo Gobierno ser¨¢ una coalici¨®n entre partidos del centro moderado. El problema de Alemania es la recesi¨®n, el fin del modelo industrial del siglo XX y la falta de inversiones p¨²blicas, constre?idas por el l¨ªmite constitucional a la deuda.
Los franceses, al no poder elegir otra Asamblea hasta el verano, est¨¢n condenados a pasar los pr¨®ximos seis meses con un Gobierno provisional y en Francia, donde la extrema derecha y la izquierda radical suman la mitad o m¨¢s de votos, los de Le Pen tienen opciones claras para llegar al poder, tarde o temprano. La falta de cultura de coalici¨®n convierte en un rompecabezas de dif¨ªcil soluci¨®n la actual divisi¨®n parlamentaria y adem¨¢s, cualquiera que sea el gobierno que se configure tendr¨¢ que afrontar recortes impopulares.
La crisis alemana es econ¨®mica e industrial; la francesa, pese al d¨¦ficit y la deuda descontrolados y los temores, por ahora lejanos, de una crisis a la griega, es una crisis fundamentalmente pol¨ªtica. Su ausencia en Europa ha hecho que, por ejemplo, se aprobara el acuerdo con Mercosur sin contar con Macron, que se opone.
Hay un vac¨ªo de direcci¨®n pol¨ªtica en el centro de Europa. Podr¨ªa llenarlo parcialmente la Polonia del primer ministro liberal y europe¨ªsta Donald Tusk, y tambi¨¦n figuras como la presidenta de la Comisi¨®n Europa, Ursula von der Leyen. Pero ser¨¢ insuficiente. Alemania necesita un Gobierno s¨®lido, europe¨ªsta y atlantista, y con capacidad de volver a ser reconocido como l¨ªder de la UE y afrontar las inversiones y reformas necesarias para enderezar la econom¨ªa. Tanto Scholz, si saliese reelegido, como Merz lo garantizar¨ªan, pero necesitar¨¢n flexibilidad de la UE para enderezar la situaci¨®n. Y en Francia Macron deber¨ªa aceptar la mano tendida de los socialistas, dispuestos a pactar con el centro y con la derecha que asuma que no puede imitar a los ultras, e impulsar una coalici¨®n transversal y sin los extremos que d¨¦ estabilidad al pa¨ªs y permita reconstruir un frente democr¨¢tico en condiciones de impedir la llegada al poder de la extrema derecha. Europa, en v¨ªsperas del regreso de Trump y con una Rusia amenazante en sus fronteras, no puede permitirse perder m¨¢s tiempo con sus pa¨ªses m¨¢s grandes atrapados en la fragmentaci¨®n interna.
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