El dormitorio de la ni?a
Bajos comerciales que hasta ayer mismo eran una mina de oro, hoy no los quiere nadie y se reconvierten en oscuras viviendas
Los bancos vienen cerrando sucursales con el mismo entusiasmo con el que en otros tiempos las abr¨ªan. Ahora, crecer pasa por reducirse. Pierdes parcelas anal¨®gicas, pero ganas territorio virtual, del mismo modo que los ascetas y los m¨ªsticos, al negar las necesidades del cuerpo, engrandecen el alma. Hay, pues, una m¨ªstica en estos movimientos que obligan al anciano rural a recorrer veinte kil¨®metros para cobrar la n¨®mina. El viejo anal¨®gico ignora que con su esfuerzo est¨¢ colaborando al advenimiento del viejo virtual. Tambi¨¦n los empleados anal¨®gicos deber¨ªan saber que su sacrificio no es in¨²til: aceleran el cambio al irse a la calle.
Bajos comerciales que hasta ayer mismo eran una mina de oro, hoy no los quiere nadie y se reconvierten en oscuras viviendas en las que, donde antes estaban los urinarios de los trabajadores, ahora come una familia. Deambulan por las habitaciones fantasmas de clientes despistados que preguntan por la secci¨®n de cr¨¦ditos. Entre tanto, el padre de familia sue?a con alquilar parte de la pared de su piso para la instalaci¨®n de un cajero autom¨¢tico que ocupar¨ªa el armario empotrado del dormitorio de la hija. ?Gasta tan poca ropa! Pero no sabe a qui¨¦n venderle la idea. Entonces, se lo cuenta, entusiasmado, a su mujer.
¡ª Son las ventajas de vivir en un bajo ¡ª dice.
¡ª Pero dentro de poco ¡ªle opone ella, m¨¢s avanzada que ¨¦l¡ª no habr¨¢ cajeros porque no existir¨¢ el dinero f¨ªsico. Los billetes actuales se transformar¨¢n en materia mental.
El hombre percibe una contradicci¨®n entre los t¨¦rminos, pues percibe la mente como algo inmaterial. Est¨¢, como decimos, poco evolucionado. No se le alcanzan las incompatibilidades aparentes de la nueva revoluci¨®n cient¨ªfica. Piensa en las fusiones bancarias como en la suma de sujetos f¨ªsicos, no como la alianza de teor¨ªas filos¨®ficas.
¡ª Pero algo habr¨¢ que hacer con el armario empotrado del dormitorio de la ni?a ¡ªconcluye.
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