Salvador Illa y su ¡®pujolismo 2.0¡¯
El tablero catal¨¢n no puede leerse hoy en clave independentista, sino en clave de catarsis social
¡°Salvador Illa gobernar¨¢ mucho tiempo en Catalu?a, si no la l¨ªa demasiado¡±; ese es el clima de opini¨®n que se ha empezado a extender en una parte del independentismo. Y es que Illa ha pillado a la derecha espa?ola, a Junts y a ERC con el pie cambiado. Los d¨ªas pares, acude al Congreso por el D¨ªa de la Constituci¨®n, mientas que los impares, rehabilita el legado del m¨¢ximo exponente del catalanismo, que fue Jordi Pujol. Y, sin embargo, el pujolismo 2.0 del PSC pinchar¨¢ a largo plazo en su af¨¢n reformista si Pedro S¨¢nchez no logra darle salida.
A fin de cuentas, la idea de ¡°modernizar Espa?a¡± que presenta Illa se basa en que siga este Gobierno al otro lado: promover una financiaci¨®n auton¨®mica singular para Catalu?a, actuando como motor para otras transformaciones en el resto del pa¨ªs. El nuevo president se dispone incluso a recorrer distintas autonom¨ªas gobernadas por el PSOE y el Partido Popular para tratar de explicar su proyecto. Y hasta la fecha, Illa no despierta demasiados recelos en los foros pol¨ªticos o empresariales de Madrid, donde le observan con una mezcla de sorpresa e inter¨¦s: exige mejoras para sus ciudadanos, pero no suena a independentista, porque pone la bandera rojigualda en el Palau de la Generalitat. Quiz¨¢s por eso, tampoco tiembla el suelo bajo sus pies cuando dice que defender¨¢ el catal¨¢n. Parece que una vez enterrado el proc¨¦s, una parte de la sociedad espa?ola acepta el regreso de una suerte de pujolismo al estilo de los a?os noventa: lengua, financiaci¨®n y autogobierno, si el precio es que haya calma territorial. Y otra parte, que es mayoritaria, se ve obligada a rebajar la tensi¨®n por el momento: resulta dif¨ªcil acusar a Illa de ¡°querer romper Espa?a¡±, pese a oponerse a ese programa pol¨ªtico, si en su haber lleva haber echado a ERC del poder.
La pregunta es si S¨¢nchez puede satisfacer las demandas del PSC. Catalu?a es el basti¨®n que le mantiene en la Moncloa ¡ªcomo se vio en 2023¡ª pero empujar la agenda catalana en esta legislatura dejar¨ªa al resto de sus barones noqueados en las elecciones auton¨®micas de 2027. Y no es casual ah¨ª que Carles Puigdemont haya empezado a acercarse al PP. Junts juega con la hip¨®tesis de que el reformismo de Illa y los republicanos fracasar¨¢ a largo plazo: de un lado, porque otros socios se opongan a la singularidad catalana en el Congreso, del otro, porque el PSC y ERC no tengan forma de obligar al PSOE a cumplir. Por eso, Puigdemont ha empezado a articular un nuevo eje: ellos no est¨¢n por reformar o convencer, sino por sacar tajada del mejor postor, el que les ofrezca mayor cuota de competencias, ya sea S¨¢nchez quien gobierne por ahora, o quiz¨¢s en una pr¨®xima legislatura, el PP de Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Es decir, que los exconvergentes han comenzado a introducir sutilmente la ret¨®rica de que ellos obtendr¨ªan m¨¢s del Estado central, en caso de regresar al poder.
En consecuencia, el tablero catal¨¢n no puede leerse hoy en clave independentista, sino en clave de catarsis social: de qu¨¦ forma volver a un autonomismo efectivo para los intereses de la comunidad aut¨®noma de Catalu?a, es decir, al pasado previo al proc¨¦s. Las diferencias son de m¨¦todo, como demuestra Puigdemont: este intenta ahora subir su precio negociador frente a S¨¢nchez, aparentando que se pone duro o vota junto al PP, pese a que la amnist¨ªa sigue siendo el motivo que le mantiene atado al PSOE. Y todo ello, quiz¨¢s sea en vistas a negociar los Presupuestos del Estado, o tal vez para lograr m¨¢s cesiones en tema migratorio.
Con todo, la mayor aportaci¨®n de Illa es haber detectado la nostalgia del pujolismo en la sociedad catalana, incluso, entre muchos independentistas. La promoci¨®n de la lengua, la financiaci¨®n o el autogobierno son elementos que los partidos de la ruptura fueron dejando de lado durante 10 a?os, o que supeditaron a la ¨²nica obsesi¨®n por el refer¨¦ndum y el Estado propio. Tanto es as¨ª, que recogiendo ese legado catalanista, el PSC ha logrado no resultar inc¨®modo para muchos votantes de ERC y Junts. Es m¨¢s, los republicanos han encontrado un nuevo papel en el Parlament, tras aparcar la independencia, vendi¨¦ndose como los garantes de que los socialistas catalanes no se pongan ¡°espa?olistas¡±, por ejemplo, exigiendo a Illa que la Polic¨ªa y la Guardia Civil no se integren en el 112.
A la postre, que el PSC no lograra dar salida a sus demandas autonomistas en Espa?a no implica que estuviera m¨¢s cerca de perder el Govern. Y es que la llegada de Illa al poder fue por una voluntad de pasar p¨¢gina, y eso se alargar¨¢ todo el tiempo que el pujolismo necesite para arraigar definitivamente entre los votantes de Junts y ERC. La base independentista sigue hoy demasiado desmovilizada o en shock, como para reilusionarse de inmediato con el marco auton¨®mico que sus partidos practican. Pero en definitiva, si S¨¢nchez le est¨¢ haciendo el favor a Feij¨®o con la ley de amnist¨ªa porque rehabilita a Carles Puigdemont para pactar con el PP, Illa le est¨¢ haciendo el favor a los partidos independentistas para regresar a un pujolismo 2.0. Es decir, ese que todos abrazan ya, pero que los republicanos o Puigdemont todav¨ªa no se atreven a confesar ante su base social.
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