En Navidad, volver a Sch¨¹tz
La m¨²sica del m¨¢s grande compositor alem¨¢n del XVII es la que mejor refleja lo que celebramos en verdad en estas fechas
Musicalmente, asociamos la Navidad a los villancicos, en su origen cancioncillas que buscaban aleccionar a los iletrados aldeanos o villanos, palabra que explica su etimolog¨ªa y que dio lugar tambi¨¦n a otros sin¨®nimos ya en desuso como villancete o villancejo. A veces un mismo texto se cantaba, con m¨ªnimas variantes, tanto ¡°a lo divino¡± como ¡°a lo humano¡±, y algunos versos, de tan populares como devinieron, acabaron por instalarse en el acervo del habla cotidiana. Encontramos un buen ejemplo en la primera parte del Quijote, cuando Sancho Panza ¡ªun villano de libro¡ª dice: ¡°Y a Dios prazg...
Musicalmente, asociamos la Navidad a los villancicos, en su origen cancioncillas que buscaban aleccionar a los iletrados aldeanos o villanos, palabra que explica su etimolog¨ªa y que dio lugar tambi¨¦n a otros sin¨®nimos ya en desuso como villancete o villancejo. A veces un mismo texto se cantaba, con m¨ªnimas variantes, tanto ¡°a lo divino¡± como ¡°a lo humano¡±, y algunos versos, de tan populares como devinieron, acabaron por instalarse en el acervo del habla cotidiana. Encontramos un buen ejemplo en la primera parte del Quijote, cuando Sancho Panza ¡ªun villano de libro¡ª dice: ¡°Y a Dios prazga que nos suceda bien y que se llegue ya el tiempo de ganar esta ¨ªnsula que tan cara me cuesta, y mu¨¦rame yo luego¡±. Esta ¨²ltima frase cita en realidad el segundo verso de un villancico (¡°V¨¦ante mis ojos, / y mu¨¦rame yo luego, / dulce amor m¨ªo / y lo que yo m¨¢s quiero¡±) que en su versi¨®n religiosa muestra sin ambages la conexi¨®n navide?a: ¡°Veente mis ojos, / dios y honbre en el suelo, / dul?e amor mio / y todo mi consuelo¡±.
Esta frontera tan porosa entre lo profano y lo religioso ha ido ampliando el primer espacio y arrinconando al segundo, por lo que, al igual que en muchos otros ¨¢mbitos, la m¨²sica navide?a se ha convertido en un reclamo comercial m¨¢s, casi siempre vulgarizado y desligado por completo de aquellos or¨ªgenes piadosos, instructivos o moralizantes. De Frank Sinatra o Barbra Streisand a Jonas Kaufmann o Benjamin Appl ¡ªel ¨²ltimo cantante cl¨¢sico en apuntarse al carro de los villanciqueros¡ª, en estas fechas proliferan desde hace a?os grabaciones que contienen, con distintos collares, las mismas musiquillas de siempre al calor del despilfarro generalizado.
Otro locus classicus de estos d¨ªas es programar y cantar ¡ªp¨²blico incluido¡ª el Mes¨ªas de Handel, aunque, en su origen, nada tuvo que ver con la Navidad y cuyo texto solo se refiere epis¨®dicamente al nacimiento de Cristo en la primera de sus tres partes. Menos frecuente es escuchar el llamado Oratorio de Navidad de Bach, en puridad un conjunto de seis cantatas independientes destinadas a las fiestas navide?as prescritas en el calendario lit¨²rgico lipsiense: 25, 26 y 27 de diciembre, el primer domingo posterior, A?o Nuevo, el domingo siguiente y Epifan¨ªa. En 1734, cuando Bach empez¨® a interpretar estas seis obras, refundiciones de cantatas profanas suyas preexistentes para esta sucesi¨®n de Feria(e) Nativitatis Xsti (como se lee en el manuscrito), el 25 de diciembre cay¨® en viernes, de ah¨ª que no fuera necesaria una s¨¦ptima cantata. En esta obra omninavide?a se produjo, pues, otra suerte de ¨®smosis entre lo secular y lo sagrado, si bien de un cariz muy diferente, y en el sentido inverso.
Exactamente un siglo antes que Bach (y Handel y Domenico Scarlatti) naci¨® Heinrich Sch¨¹tz, el m¨¢s grande compositor alem¨¢n del siglo XVII. En 1664, se imprimi¨® en Dresde una obra en cuya cubierta puede leerse: ¡°Historia del Dichoso y Bendito Nacimiento del Hijo de Dios y de Mar¨ªa, Jesucristo, nuestro ¨²nico Mediador, Redentor y Salvador¡±, a la que puso m¨²sica ¡°vocal e instrumentalmente¡± este maestro de capilla al eterno servicio de la corte real de Sajonia. Parad¨®jicamente, la obra que mejor cuenta aquello que celebramos y recordamos en verdad en estas fechas, desechados todo tipo de aderezos y excrecencias, se interpreta muy raras veces, ni siquiera en Alemania. Sin embargo, al escucharla, es f¨¢cil sentir que es aqu¨ª donde podemos comprenderlo todo. Y emocionarnos como ni?os.
Los tres a?os que pas¨® en Venecia en su juventud como disc¨ªpulo de Giovanni Gabrieli dejaron en Sch¨¹tz una huella tan indeleble como la de las ense?anzas que cambiar¨ªan para siempre el estilo de Handel de resultas de su propio periplo italiano, iniciado justo un siglo despu¨¦s. En 1611, el mismo impresor que hab¨ªa publicado los dos primeros libros de madrigales de Claudio Monteverdi dio a conocer tambi¨¦n en Venecia el opus 1 de Sch¨¹tz, su Primo Libro di Madrigali, que firma en la cubierta con la traducci¨®n italiana de su nombre y apellido, Henrico Sagittario, al tiempo que deja constancia expresa de su procedencia (¡°Allemanno¡±). Y no ser¨ªa hasta el final de su vida, cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de haber puesto m¨²sica a la ¡°Historia de la Alegre y Triunfal Resurrecci¨®n de nuestro Salvador y Redentor Jesucristo¡±, coronada por los reiterados gritos de ¡°?Victoria!¡± (en lat¨ªn) del Evangelista en el coro conclusivo, cuando decidi¨® afrontar la de su nacimiento. Los hechos se conf¨ªan de nuevo a un Evangelista, que canta en un estilo recitativo compuesto de una ¡°manera novedosa¡± y que, hasta donde confiesa saber el propio autor, ¡°jam¨¢s se ha visto impreso en Alemania antes de ahora¡±. Este relato, plagado de inflexiones expresivas, va altern¨¢ndose con 10 conciertos para instrumentos y uno (?ngel, Herodes) o varios solistas vocales (¨¢ngeles, pastores, sumo sacerdote y escribas, Reyes Magos). La deuda italiana sigue presente, pero este Sch¨¹tz casi octogenario es ya un hombre sabio y domina todos los intr¨ªngulis de la fusi¨®n significante de m¨²sica y texto.
Refugiarse en la ¨ªnsula de la Historia de la Natividad, ajena a ruidos y furias, nos ayuda a recuperar la pureza y la inocencia perdidas, a regresar a ese tiempo m¨ªtico, prelapsario, como le gustaba recordar a W. H. Auden, en el que los seres humanos eran genuina, no artificiosamente, felices. Volver a Sch¨¹tz: ese es el camino.