Francia: nuevo Gobierno, mismos problemas
Ignorar a la izquierda moderada y ceder ante la ultraderecha fueron errores de Barnier que Bayrou har¨ªa bien en no cometer
El nuevo primer ministro franc¨¦s, Fran?ois Bayrou, anunci¨® esta semana a los integrantes de su Ejecutivo, que ya han tomado posesi¨®n de sus carteras. Se trata de un Gobierno que no logra ensanchar la base pol¨ªtica de su antecesor y que, por tanto, no ofrece las garant¨ªas de estabilidad necesarias en un momento en el que Francia afronta el desaf¨ªo de unas cuentas p¨²blicas en serio desorden, a la vez que la UE aborda el reto de las turbulencias asociadas al inminente regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
El equipo conformado por Bayrou sigue sosteni¨¦ndose fundamentalmente en representantes del ¨¢rea liberal macronista y del conservadurismo gaullista, que no disponen de una mayor¨ªa parlamentaria. En un t¨ªmido movimiento contar¨¢ con pol¨ªticos de pasado socialista ¡ªcomo Manuel Valls, Fran?ois Rebsamen o Juliette M¨¦adel¡ª pero alejados del actual PS, que no participa en el nuevo proyecto gubernamental. La falta de reconocimiento del peso de la coalici¨®n de izquierdas ¡ªganadora en las urnas en julio pasado¡ª es, de nuevo, una falla dif¨ªcilmente sorteable.
Pese a reproducir los defectos del fracasado Gobierno de Michel Barnier, el de Bayrou presenta, no obstante, algunas diferencias. En primer lugar, el mayor peso pol¨ªtico del equipo, que incluye a dos ex primeros ministros ¡ª??lisabeth Borne, adem¨¢s de Valls¡ª y a otras figuras con experiencia como Rachida Dati y el propio Bayrou. En segundo lugar, resulta clave el elegido para la crucial cartera de Econom¨ªa, ?ric Lombard, hasta ahora jefe de la Caja de Dep¨®sitos, una instituci¨®n financiera p¨²blica. Lombard se describe como de izquierdas y subraya su sinton¨ªa con Michel Rocard, ex primer ministro socialista. Cabr¨ªa esperar que esto no sea del todo indiferente.
No obstante, dado el panorama pol¨ªtico franc¨¦s, ser¨ªa ingenuo creer que estas leves correcciones puedan conducir a un resultado muy diferente del logrado por el anterior Ejecutivo. Pero tal vez las figuras mencionadas dispongan de una mayor capacidad pol¨ªtica para dirigir una acci¨®n gubernamental que tenga en cuenta el peso parlamentario y social de la izquierda. O cuando menos, que no se pliegue, como en el caso de Barnier, a las exigencias de la ultraderecha de Marine Le Pen.
Las circunstancias nacionales e internacionales, sumadas a la imposibilidad de convocar nuevas elecciones hasta el verano, refuerzan el inter¨¦s de que Francia encuentre durante al menos medio a?o cierta estabilidad para afrontar las urgencias. Bayrou y el presidente, Emmanuel Macron, tienen la mayor responsabilidad, pero ello no significa que las fuerzas progresistas no tengan ninguna. Estas tienen todo el derecho de exigir que la acci¨®n del Gobierno reconozca su fuerza en la Asamblea Nacional, pero no de atrincherarse en requerimientos maximalistas no justificados por su victoria electoral, que les coron¨® como primera coalici¨®n, pero a cien esca?os de la mayor¨ªa absoluta.